La historia del peregrino italiano fascinado por la música del Conservatorio de Viveiro
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Un milanés completó parte del Camiño do Mar buscando un lugar para abrir un «txoko» vasco
05 abr 2022 . Actualizado a las 20:31 h.«¡Qué maravilla fue llegar a Viveiro al atardecer y escuchar la música saliendo por las ventanas abiertas del Conservatorio de Música! Incluso vi a algunas personas mayores que se paraban a escucharla. Era como un Spotify natural. ¡Como tenía tiempo, me senté y fue maravilloso!». Con esta sensibilidad describe Eugenio Maggio una de sus mejores experiencias en A Mariña. Este italiano de 27 años natural de Milán atravesó hace unos días la comarca caminando cubriendo un tramo del Camiño do Mar, que cada vez recibe más peregrinos, como parte de la ruta que inició el 1 de marzo en San Sebastián buscando un lugar para montar un «txoko» vasco. «Trabajé en la hostelería y siempre me ha gustado la idea de que vaya un amigo, organizar una cena, compartir... Mi sueño es encontrar un lugar donde me gustaría abrir un txoko, y me gustaría encontrarlo caminando», relata un joven que estudió Económicas y más tarde un máster en Filosofía que cambió su vida. «Empecé a acercarme al mundo de la filosofía, que es donde empieza todo, donde están los pensamientos sobre el tiempo, sobre la lógica, sobre la vida... que son las base de nuestra sociedad. Y después empecé a trabajar en una gran empresa, y fue ahí donde vi que ese mundo era lo contrario a lo que había estudiado. Pensamiento cerrado, millones de reglas..., y dije: ‘No puedo aguantar más’», expone.
«La costa de Lugo es maravillosa y muy desconocida. El paisaje de la playa de Area me fascinó», Eugenio Maggio, caminante italiano
Tras dejar el trabajo y abandonar Milán, ha vivido un sinfín de experiencias vitales en Edimburgo, Sevilla, Donosti o Gijón, donde le tocó vivir el primer confinamiento por el covid en un piso compartido con 14 personas de diversas nacionalidades. Ahora tiene en marcha el proyecto Txoko_eolo, que se puede seguir en redes sociales como Instagram, y donde deja constancia con imágenes o vídeos tomados por un dron de un periplo que lo ha llevado por lugares como Ribadeo, Foz, Viveiro, Ortigueira, Ferrol, A Coruña o Santiago. En su opinión, la costa de Lugo es demasiado desconocida por ahora, e incluso está mal señalizada para los caminantes. Sin embargo, afirma, su encanto es tan grande que incluso baraja la posibilidad de comprar una casa de piedra cerca de Ribadeo para montar su ansiado «txoko».