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La guía Michelin de los furanchos

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

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Oscar Vázquez

Dos parejas de amigos documentan la historia, ubicación y actualidad de los establecimientos en la Guía Furanchín, que tiene más de 35.000 usuarios

25 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace cinco años, mientras hacían el Camino de Santiago bajo un sol abrasador, dos amigos vigueses y compañeros de fatigas a pie, Juan Vidal y Daniel Álvarez, tuvieron la feliz idea de empezar a recopilar con constancia todos los furanchos que conocían y compartir esta información con el mayor número posible de usuarios. Juan recuerda que fue comiendo en el restaurante O Muiño, en Caldas de Reis, cuando pensaron en crear la Guía Furanchín. Al proyecto se sumaron sus respectivas parejas, Lorena Cancelas y Ruth Fernández. Cada uno tiene asignada su propia parcela en esta tarea colectiva que no esconde, aseguran, ningún interés comercial.

Primero pusieron en marcha una página centrada en ese contenido abriendo un grupo en la red social Facebook para sus amigos y conocidos, pero el interés fue creciendo y con el tiempo la Guía Furanchín ya es un referente con casi 35.000 seguidores en Facebook que también tiene cuenta en Instagram, en Tik Tok, y desde hace poco, una web propia. Su nombre pretende, con humor, ser la versión enxebre de la guía Michelin que recoja y ponga en el mapa todos estos peculiares espacios de hostelería eventual que siguen existiendo en Galicia, sobre todo en la provincia de Pontevedra, vinculados a la producción de vino en el entorno doméstico.

La guía es un instrumento vivo a la que los autores pueden dar de comer de forma constante, ya que además de sus propias fuentes, se nutren de la experiencia de otros clientes de los furanchos y de los propietarios de los mismos, que les comunican datos que en general son complicados de encontrar (ubicación exacta, horarios, descripción del espacio y su entorno, etcétera).

Por cercanía, su ámbito de actuación se sitúa sobre todo en los que están en el área metropolitana de Vigo, pero en realidad se extiende hasta donde la información les lleve. Son escasos cuanto más al norte, aunque en la zona de Betanzos hay unos cuantos, pero eso no depende de ellos, sino de la propia idiosincrasia furanchera. «De todas formas están apareciendo por otras zonas, por ejemplo tenemos conocimiento de que hay un par de ellos en Ourense y pronto iremos a conocerlos», afirma.

Según cuentan, su iniciativa solo busca dar a conocer «los muchos y diferentes locales con encanto de nuestra tierra donde poder beber bien y comer aún mejor, pero son locales que pasan desapercibidos y sin ayuda solo los encontrarías de casualidad», argumentan.

Antes de la pandemia ya tenían muchos seguidores, pero tras ese terrible paréntesis intensificaron su actividad. «Le metimos caña porque viendo lo mal que lo había pasado tanta gente, decidimos que la guía podía ser un instrumento de ayuda. Hay muchos furanchos que lleva gente mayor, no se manejan en Internet y pese a que tienen una oferta buenísima, al final solo les van clientes de los alrededores», lamenta. «Quisimos darles una visibilidad total y lo conseguimos», afirma, aunque resta importancia a una labor que hacen por placer. «A veces da más quebraderos de cabeza y gastos que beneficios, porque no da ninguno», reconoce.

Ni cobran ni les pagan

Los creadores de la guía no reciben ayudas ni subvenciones de ningún tipo ni le cobran a nadie por aparecer en ella, pero no descartan que en un futuro puedan tener algún patrocinador que, al menos, contribuya a que su tarea no les cueste dinero y soportar los gastos que genera. «Lo que tampoco aceptamos nunca es que los propietarios de los establecimientos nos inviten».

Los gestores de los furanchos se ponen en contacto con ellos para avisarles de cuándo abren para que a su vez informen al público, y ahora que empieza la temporada, las actualizaciones se producen cada semana. La web incluye apartados como «Últimos descubrimientos», «Los más buscados» y un mapa en el que aparecen todos ellos geolocalizados. Además, en cada entrada cuentan la historia de cada local, porque las suelen tener, y muy buenas. Además de comer, beber y pasarlo bien, los cuatro emprendedores, cuyas trayectorias laborales son ajenas a la hostelería, toman nota de cada detalle. De los que ven y de los que les cuentan. Eso sí, cuando algo no les gusta, prefieren omitirlo, «No estamos para eso. No somos críticos gastronómicos», aclara el experto vigués.

Los autores de la guía piensan que también contribuyen con su labor a dar a conocer a gente más joven unas costumbres que les son ajenas. «Hay una generación que está colgada de las plataformas de los móviles que no sabe nada de esto, que también es cultura», indica. A la hora de calcular cuántos furanchos puede haber en la provincia, no se atreve a dar una cifra exacta, pero teniendo en cuenta que antes de la pandemia, solo en la zona de Redondela había más de 160 y que en O Morrazo hay «infinidad de ellos», cree que se puede acercar al millar sin equivocarse demasiado.

La Xunta marca que solo pueden servir vino de barril y cinco tapas a elegir entre once

Los furanchos, también conocidos como loureiros, nacieron como fórmula para poner en circulación los excedentes de la cosecha de vino elaborado para consumo propio, respondiendo a una tradición del rural gallego cuyo origen tiene una localización geográfica concreta. La normativa del 2008, que los consideraba como verdaderas empresas de restauración, desvirtuó su verdadera esencia como parte de la cultura de Galicia. Esto se corrige en el decreto de hace diez años que sigue vigente a día de hoy.

La Ley 7/2011, de 27 de octubre, de turismo de Galicia no considera los furanchos como establecimientos de restauración, por eso prevé una regulación propia de los mismos y los dota de un régimen singular con características propias, más allá del régimen general previsto por la ley para las empresas turísticas.

En el decreto se definen como «los locales utilizados principalmente como vivienda privada pero donde sus propietarios venden el excedente del vino de la cosecha propia, elaborado en casa para su consumo particular, junto con las tapas que, como productos alimenticios preparados regularmente por ellos, sirvan de acompañamiento». También detalla qué se considera excedente del consumo propio: una cantidad de vino que no exceda de la que se obtenga de aplicar a la superficie de su viñedo un rendimiento máximo de 0,65 litros por metro cuadrado.

Aunque su regulación es competencia de la Comunidad Autónoma de Galicia, los ayuntamientos pueden adaptar el régimen general regulador de los furanchos por medio de las ordenanzas municipales a las peculiaridades de cada zona en el término municipal. Entre otras funciones, tienen la gestión administrativa de expedientes derivados del inicio de las actividades, períodos de apertura o cierre, el cese de la actividad de estos establecimientos y la creación de un registro municipal de furanchos.

El decreto también especifica qué puede servir el furancho y señala que el vino suministrado (deben haber regularizado la totalidad de su viñedo en el Registro Vitícola de Galicia), no puede ser embotellado sino que debe proceder del barril directamente. Podrán ofertar hasta un máximo de cinco tapas entre once: Tabla de embutidos-quesos, pimientos de Padrón, oreja-chorizo, zorza-lomo, costilla, huevos fritos. sardina o jurel a la brasa, callos con garbanzos, tortilla, empanada-empanadillas y croquetas.