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Esculturas con sabor al mar de Vigo

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Todos los municipios costeros recogen monumentos relacionadas con el mundo de la pesca

30 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El mar, o la mar, como diría Alberti, es una razón de ser para una gran parte de los gallegos. Un motivo de celebración por lo que tiene de sustento, pero también una causa de tristeza por lo que cobra a cambio. Todas las localidades costeras tienen sus pequeños o grandes homenajes a ese mundo marino que idealizó Lugrís sobre tela. Esa misma visión poética la aportó Francisco Leiro con su «home peixe» de la Porta do Sol, que la imaginación popular renombró como Sireno. Su mirada aérea es una pregunta sobre lo que hacemos quienes nos movemos en un plano inferior.

Pero Vigo tiene otros muchos homenajes al mar y a sus trabajadores. En el Museo do Mar, en Alcabre, se muestra el mural realizado por Isaac Díaz Pardo para una feria mundial de la pesca. Y justo en la entrada al puerto pesquero, en O Berbés, un monolito, creado por Cándido Pazos, recuerda a todos aquellos marineros que dejaron su vida en el mar.

Pero el esfuerzo del mar tiene su referencia en Os redeiros, de Ramón Conde. El trabajo coordinado de varios pescadores simboliza la conjunción de un pueblo en pro del beneficio común. Por el gran bulto que significa, la rotonda más conocida de Vigo acoge el varamiento del Alfageme, un símbolo descolocado del progreso industrial marítimo de la ciudad. Más sentimental es el conjunto escultórico dejado por Camilo Nogueira en la Alameda. El marinero que retorna del mar con la pesca, mientras su mujer e hijo le esperan en la otra orilla es la plasmación de esa espera tensa vivida por tantas familias a lo largo de los tiempos.

Los habitantes del mar también tiene su espacio artístico en el paseo del relleno de Bouzas. José Molares presenta allí una ristra de peces en bronce. Este mismo artista vigués firmó un Julio Verne con pulpo incorporado para dejar patente la presencia literaria del mar de Vigo en 20.000 leguas de viaje submarino.

Cangas aporta varias esculturas que resaltan el estrecho vínculo de esta población con el mar. Manuel Coia esculpió el conjunto denominado Remos e vento de proa en el que tres marineros bogan en su gamela. No es su única aportación al tema marítimo. En el propio mar, sobre unas rocas que permite apreciar el conjunto de distintas maneras según la marea, el escultor de Hío dejó su Galeón, con sirena incorpora. Y por aquello de también recoger a dos habitantes imprescindibles de la ría, Coia se atrevió con un homenaje al mejillón en la rotonda de Pedra Alta, y con las gaviotas en pleno vuelo. Cerca de la plaza, una escultura recuerda a las peixeiras.

Moaña también tiene varias referencias a la mar. La más monumental es O Fisgón, de Manuel Varela. Son quince toneladas de granito, representando a un marinero armado con una fisga, un arte de pesca empleado en la zona para ir a la solla o al rodaballo. Cuntis Magín Picallo confeccionó, en el propio paseo marítimo, un conjunto en el que unió varias ideas. El marinero, representando el presente, y el emigrante, buscando un futuro mejor, aunque mediatizado por el dolor de la mujer y la esperanza de volver algún día. Es el monumento al emigrante. Anduriña es el nombre que Juan Rivas y Antonio Salgueiro dieron a la ballena mosaico que se sitúa en el paseo marítimo y recuerda al cetáceo que se paseo por la ría tras el desastre provocado por el hundimiento del Prestige. Estos mismos autores crearon O Bufón, un colorista choco situado en ese mismo espacio. Finalmente, en el mismo paseo se representa al Mariñeiro carrexador, de Siro López y Manuel Ferreiro.

Mariscadora

En Soutomaior el arte relaciona el trabajo de las mujeres con el marisqueo en la escultura realizada por Carlos Tesouro. Y en Redondela, en la playa de Cesantes, Moncho Lastra y Sergio Portela idearon y realizaron una escena del libro 20.000 leguas de viaje submarino, de Verne, que también tiene distintas visiones dependiendo del estado de la marea.

El pasado año nació Balmi en playa América. Es una cría de ballena escuchando música a través de unos auriculares, no en vano, nació del Festival Vive Nigrán. En este municipio, en Monteferro, se encuentra el monumento pionero relacionado con el mar. Es un homenaje a las marinas mercantes de todo el mundo, realizado por Manuel Gómez Román tras la Primera Guerra Mundial.

En la entrada del puerto de Baiona hay otro homenaje al mundo de los marineros, esculpido por Manuel Quintas. La propia navegación transoceánica quedó reflejada en el monumento a la arribada de 1493. La propia Virgen de la Roca es un guiño a la patrona de los marineros, la Virgen del Carmen. Es obra de Antonio Palacios y Ángel García.

Cerramos la ruta en A Guarda. En su puerto se sitúa un conjunto escultórico dedicado a los marineros. Fue realizado por el escultor José Antúnez Pousa. Es una auténtica escena de mar. La otra referencia marina en el arte guardés lleva la firma de Maxín Picallo. En este caso, el escultor quiso reflejar el dolor por la pérdida del marinero.