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De peregrinos para demostrar que del alcoholismo se sale: «Bebí desde los 12 años hasta verme en la indigencia. Ahora soy otro»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

VEN A GALICIA

El grupo de exalcohólicos que hizo el Camino Portugués desde Vigo hasta Compostela.
El grupo de exalcohólicos que hizo el Camino Portugués desde Vigo hasta Compostela. Cedida por Alcohólicos Anónimos

Juan y Blanca hicieron el Camino Portugués junto a compañeros de Alcohólicos Anónimos y pusieron voz a sus historias: «Con una semana sin probar el alcohol ya notas cambios», dicen

04 may 2022 . Actualizado a las 12:21 h.

«Necesitamos que las personas afectadas por el alcoholismo sepan que estamos aquí, que les podemos ayudar». Ese es el mensaje que Alcohólicos Anónimos de Galicia quiere transmitir y, en busca de escaparates en los que visibilizar su proyecto, un grupo de veinte personas del colectivo acaba de hacer el Camino Portugués a Santiago. A su paso por la comarca de Pontevedra, algunos de ellos, como Blanca, de Ourense, o Juan, de Santiago, ponían voz a sus historias para «visibilizar que se puede dejar de beber alcohol, aunque tengas que estar toda tu vida en rehabilitación, porque es una enfermedad incurable». Ambos contaban sus duras experiencias vitales acompañados de compañeros llegados tanto de toda Galicia como de otras comunidades. Junto a ellos había caminantes de Murcia, Ciudad Real o Toledo. 

Juan, de 26 años y de Santiago, echaba la vista atrás mientras caminaba desde Caldas de Reis a Padrón, en una nueva etapa del Camino de Santiago. Contaba él entonces que su alcoholismo comenzó extremadamente temprano: «Empecé a beber alcohol a los 12 años y ya no paré». Tuvo una adolescencia convulsa y una juventud marcada totalmente por su adicción: «Con 18 años bebía por la mañana, por la tarde y por la noche, nunca estaba sobrio y mi vida estaba totalmente desestructurada», indica. Juan llegó a perderlo prácticamente todo: «Me vi sin trabajo, sin estudios, sin formación... Me quedé sin familia y sin amigos. Estaba yo solo con mi cartón de vino, en la indigencia. Me faltó muy poco para verme tirado en la calle», dice con la voz rota. 

No recuerda el momento exacto en el que su cabeza empezó a habitar la idea de que tenía que parar. Cree que fue un proceso paulatino: «Pasa tiempo desde que asumes que tienes un problema, que tienes que dejar de beber, hasta que decidas hacer algo». Señala que lo intentó por su cuenta sin éxito varias veces y que, con 23 años, decidió pedir auxilio a Alcohólicos Anónimos (cuyo teléfono en Galicia es el 646 645 119). No le quita hierro al sufrimiento de los primeros tiempos: «El primer año es horrible, sufres mucho, resulta muy complicado. Pero también es cierto que la primera semana sin beber alcohol ya notas cambio. Y al mes notas aún más. Ya no hablo solo de la satisfacción personal, psicológica, hablo de los cambios físicos positivos que experimentas en una sola semana sin probar el alcohol, es algo muy fuerte». 

Juan llegó hace tres años a Alcohólicos Anónimos. Tenía 23 años y la sensación encima de haber fracasado estrepitosamente. Como estos días hizo con el Camino Portugués, fue etapa a etapa. Apoyado por sus compañeros, escuchando sus historias de superación, logró no volver a beber. Y, poco a poco, fue recuperando todo lo perdido. Han pasado tres años, ahora tiene 26, y está orgulloso de sí mismo: «Ahora soy otro. Tengo trabajo, amigos, familia... he dejado de sufrir. Porque el alcoholismo es sufrimiento para ti y para todos los que te rodean». 

Blanca, su compañera en Alcohólicos Anónimos, le escucha y asiente: «Efectivamente, cuando te emborrachas sufres, sufres cada día. Y haces sufrir a quienes te rodean». Ella, de Ourense, tiene 58 años. Dice que sufrió una adicción tardía: «Desarrollé la enfermedad tarde. Yo era una bebedora social, la típica que salía y bebía con los demás». Pero un día las tornas comenzaron a cambiar: «Llegué a casa después de haber salido y haber estado bebiendo y me puse a consumir sola. Te tomas una cerveza tú sola y crees que no pasa nada... luego vienen el resto». Recuerda con amargura los diez años en los que las borracheras formaban parte de su existencia. Ella dice que fue una afortunada, que pese a su enfermedad no llegó a perder a su familia, pero conoce a muchos otros que, como a Juan, sí les pasó esa factura. 

Un día, dio el paso de acercarse a Alcohólicos Anónimos. Dice que no tardó ni seis meses en descubrir que podía vivir una vida infinitamente más feliz si lograba dejar el alcohol: «Al poco tiempo empecé a notar cambios positivos en mí. Vi que podía ser feliz». En el 2019, fue la primera vez que se animó a hacer el Camino de Santiago con sus compañeros. Entonces, no acababa de creerse que pudiese lograr ese reto: «Cuando bebía ni podía ni soñar con caminar así... vamos, no podía ni pensar casi en salir a la puerta de casa». Este año ha vuelto a repetir caminata y lo hizo todavía con más ánimo que entonces. Eso sí, tanto ella como Juan tienen clara una cosa, y la repiten sin cesar: «Los exalcohólicos no nos curamos nunca, no podemos volver a beber más. Nos recuperamos, pero siempre vamos a seguir en rehabilitación». Luego, siguen avanzando hacia Santiago. Etapa a etapa; como la vida misma.