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La «casa verde» de turismo rural de Portomarín: cero emisiones y autoconsumo de la huerta

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA PORTOMARÍN

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La familia que regenta Casa Santa Mariña en Portomarín lleva desde el 93 innovando en el sector: «O tempo ao final deunos a razón»

19 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Sitio distinto». Así se define la Casa Rural Santa Mariña, en Portomarín. Se ubica en una amplia finca de 13 hectáreas rodeada de naturaleza con unas vistas privilegiadas al embalse. Haciendo honor al entorno natural en el que se asienta, es una casa «verde», como asegura su promotor, Mario Mato. La sostenibilidad y lo ecológico han sido dos bazas potenciadas por el negocio desde hace años y actualmente ya no tienen huella de carbono y solo emplean energías renovables. Cuidan el medioambiente y también lo aprovechan, ofreciendo una variedad de actividades en el entorno. «Ao principio chamábanme tolo por investir en placas fotovoltaicas ou en enerxía térmica, pero o tempo acabou dándome a razón».

Cuando uno entra por la finca de la Casa Rural Santa Mariña no sabe para donde mirar. «É o que buscamos». Hay casas de piedra, cabañas o apartamentos de madera y un cámping. En medio de todo eso, destaca una gran placa fotovoltaica. Hace años que la familia Mato apostó por convertir el negocio en un espacio limpio: «Agora sumouse á casa o meu fillo, imos pola segunda xeración, e quixen deixarlle un legado que poida defender».

El complejo de Portomarín no tiene huella de carbono y no produce emisiones, ya que tan solo emplea energías renovables. «Non usamos combustibles fósiles». Para conseguir llegar a este punto, realizaron una fuerte inversión en placas fotovoltaicas que producen electricidad y energía térmica para la calefacción. Cuentan, por ejemplo, con una caldera de pellets para los meses de invierno. Es una máquina que genera calor mediante la combustión de pellets, que son astillas de madera. Este mecanismo se puede adquirir por estufas, que tienen capacidad para calentar un cuarto. Sin embargo, con la caldera cuentan con una calefacción central.

La casa se encuentra en la propia localidad de Portomarín, pero no en el centro del pueblo, sino a un kilómetro. Para trasladar a los peregrinos, decidieron comprar un coche eléctrico. «Chámalles a atención e é algo que teñen en conta», cuenta el Mario Mato más joven recién incorporado, de 23 años. El Mato más mayor, su abuelo, también participa en el negocio y coopera con la parte ecológica, aunque de la manera más tradicional. La casa cuenta con un viñedo de dos hectáreas y con una huerta de la que autoconsumen el vino y parte de los alimentos que emplean en el restaurante, de los que se ocupa. «Facémolo para ter produtos de calidade pero vemos que aos clientes lles gusta poder comer vendo de onde saen os alimentos».

Cuando Mario comenzó a hacer inversiones en este tipo de recursos recuerda que su padre «dicíame que estaba tolo, que nos íamos arruinar». Sin embargo, ahora se ve mínimamente afectado por la subida de la luz. «Aínda non somos autosuficientes porque as horas de sol non chegan para cubrir moitas noites, nas que temos que recorrer á liña porque non podemos desconectarnos, xa que estamos abertos todo o ano».

Pioneros del turismo rural

La amortización de los recursos de energías renovables está prácticamente asegura porque la Casa Santa Mariña no deja de crecer. El complejo empezó a construirse en 1993, cuando se impulsó el Xacobeo. «A idea era crear unha granxa escola porque naquel momento non se sabía o que era o turismo rural», cuenta Mato. Fueron sus padres los que adquirieron la finca, donde ahora además de la casa rural también se ubica su vivienda. Lo que la familia tenía claro del concepto del negocio era que no querían ofrecer simplemente alojamiento sino también actividades. Lo que ahora se reclama como «ofrecer experiencias».

Mario padre, que es un aficionado a los caballos, añadía al hospedaje rutas por el monte o la orilla del río con estos animales. Desde entonces, crecieron hasta las 40 plazas de alojamientos divididas entre las habitaciones y las cabañas. En estos años, además, fueron incluyendo numerosas actividades, de manera que los clientes pueden acceder desde paseos en canoa, rutas en bici o en buggy hasta paddle surf. Es la propia familia, Mario padre e hijo, la que imparte las actividades. «Sempre imos cos clientes para vixiar ou por se hai algún problema». En el caso de los buggy se requiere carné de conducir, por lo que si alguien no tiene conduce alguno de los dos Mato. El hijo, además, es un monitor formado ya que se graduó recientemente en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. «Foi xusto na pandemia, tiña pensado ir facer un máster a Madrid pero cancelouse e volvín a casa», relata. Aunque sus planes cambiaron, descubrió en el negocio familiar y le gustó, así que decidió sumarse. «Gústame estar cerca da casa e tamén o trato cos peregrinos, coñeces xente de todo o mundo».

Los caminantes son gran parte de su clientela, pero los fines de semana el complejo se llena de turistas locales que compran los «paquetes completos de experiencia», que incluyen alojamiento, comida y actividades.

 El río, un recurso perdido

Además de las numerosas ya actividades que realiza el Club Fluvial de Portomarín, la Casa Rural Santa Mariña es el único negocio que emplea el embalse, para los paseos en canoa. Sin embargo, lamentan que la fluctuación del agua no les permita aprovechar ese recurso como se merece. «Temos unha lancha de motor que foi unha inversión perdida porque non hai caudal suficiente para usala a maioría do ano». Como otros vecinos, comerciantes y alcaldes de la zona, también creen que es necesario un nivel mínimo durante todo el año.