Tema recurrente y que un verano tras otro jamás concita unanimidad: el uso de los pabellones deportivos para grupos de peregrinos. En lo único en que existe consenso es en que primero hay que llenar todas las plazas de alojamiento, y solo entonces enfrentarse al problema de cómo colaborar en la pernocta de los que no caben. Dejando de lado la absurda creencia de muchos de los grupos de que los concellos están obligados a facilitarles la peregrinación, los argumentos en contra son siempre los mismos: no solo no derraman beneficio alguno en la localidad sino al contrario, y además impiden el desarrollo de prácticas deportivas a cargo de clubes que ya incluso han pagado por el uso. Súmesele que hay grupos y grupos: unos, respetuosos; otros -y no hay que endulzarlo para nada-, dejan las instalaciones literalmente hechas un asco cuando no con quemaduras del parqué. ¿Solución? Pongan ya tiendas de campaña del Ejército.
Imagen y ética
El problema de las viviendas turísticas afecta, y mucho, a los caminos de Santiago. El intento de la Xunta y, como punta de lanza, del concello de Santiago con el fin de que dispongan de autorización de los respectivos ayuntamientos para abrir las puertas no solo es un debate vergonzoso sino excesivamente largo en el tiempo, porque mientras cualquiera que desee montar un negocio se ve obligado a pedir una licencia municipal -y a pagar los correspondientes impuestos-, ellas se niegan. Y eso las deja en la oscuridad y en la incertidumbre a los peregrinos. La recomendación no puede ser otra que avisar a estos para que exijan que esa vivienda donde se alojan esté autorizada por el Ayuntamiento (que muchas sí lo están, conste). Y no solo por una cuestión de recaudación, sino de imagen y de ética.
Otra del BNG
Cuesta trabajo creerlo, pero el diputado y concejal del BNG en Sarria Efrén Castro se descolgó con la ocurrencia de que la pasada visita del Rey «nada nos aporta a esta vila». Debe vivir en otro mundo, porque con críticas (muchas) o sin ellas, Sarria es la localidad preferida para hacer los últimos cien kilómetros del Camino de Santiago necesarios para obtener la compostela. El monarca acudió a conocer el trabajo de protección de los peregrinos que lleva a cabo la Guardia Civil, y por cierto se dio un baño de multitudes. Olvidando ya los aspectos de la visualización de Sarria en todos los medios españoles, ¿de verdad al diputado y concejal no le importa que los peregrinos caminen seguros y que el jefe del Estado se preocupe por ello?