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Numerosas muestras de arte popular a lo largo del valle del río Valiñas

Cristóbal Ramírez

VEN A GALICIA

c.r.

Un lavadero con fuente, graníticos ambos, se convierte en un notable ejemplo de arquitectura popular que necesita urgente protección

11 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El del Valiña y del Rego do Castelo es, simplemente, un valle precioso. Sin duda lo fue más hace un milenio, cuando los núcleos de población eran menos, ya que ahora tanta vivienda unifamiliar tapa la naturaleza. Es el paso del tiempo. Es lo que hay.

Pero esa población fue la que creó pequeñas obras de arte que se pueden admirar ahí hoy, con el monte Xalo de telón de fondo. Ninguna de ellas parece tan admirable como para hacer abrir la boca, pero todas juntas se merecen no solo un respeto sino también una visita.

Así que en Sigrás se toma a la derecha la AC-400, una carretera de ancho medio en buen estado, descendente en los primeros metros -hasta encontrarse con un gran pazo de frente, el de Aián- y llana por completo después. Por ahí sumaban legión los que cada domingo acudían a O Canteiro, concello de Culleredo, un auténtico templo de la gastronomía tradicional en los que destacaba su lacón con grelos y sus callos. Cerró hace años. También es lo que hay.

En el punto kilométrico 2, a la derecha, llena la retina un enorme molino en excelente estado. Nada recuerda a aquel edificio que hace tres decenios -año más, año menos- amenazaba ruina. Notable y ejemplar.

A la altura del kilómetro 3, desvío a la izquierda y a la derecha. Tomando primero la izquierda se va a la parroquial de Sueiro, a la que se llega por la calle Condes después de haber cruzado por encima la autovía, a los 400 metros. El templo, del siglo XVIII, con cruceiro y con cementerio al lado que no impide al visitante tener una imagen del edificio, está puesto bajo la advocación de Santo Estevo.

A la de Sésamo, de la misma centuria, se llega tomando la diestra en el cruce antes mencionado, y el santo que se reverencia es Martiño. Bonito cruceiro con pousadoiro aunque sencillo, con una mera cruz en lo más alto.

Siguiendo de frente la AC-400 se va a dejar un lavadero sin interés a la derecha a la altura del kilómetro 4 y un lavadero de gran interés un poco más adelante y a la misma mano. El problema de este último, vecino de una fuente de dos caños, es que, a pesar de su antigüedad y del buen granito en que está construido, se encuentra abandonado del todo. Entre ambos lavaderos (un poco antes del kilómetro 5), un buen ejemplar de hórreo -¡más granito!- que a pesar del tejado de uralita se merece una foto.

Un aviso final: toda esa zona, a pesar de que no anda escasa de tráfico ni mucho menos, está sanamente plagada de bicicletas. O sea, que no entra en el capítulo de las malas ideas extremar la precaución al volante: abundan las curvas con poca visibilidad.