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Galicia se entrega por completo al primer San Xoán pospandemia

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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La fiesta fue multitudinaria, con récord de hogueras en Carballo, Santiago y A Coruña, donde más de cien mil personas bajaron a la playa. Pontevedra, sin embargo, tuvo que cancelar su fuego más grande por la lluvia

24 jun 2022 . Actualizado a las 13:38 h.

Nunca como ayer habían ardido un 23 de junio tantas hogueras en Galicia. Tras dos años conteniendo las ganas de saltar el fuego y mojar la sardina en pan, el balance del primer San Xoán pospandemia constata que la fiesta fue multitudinaria. Que el apetito de diversión era voraz empezó a sospecharse ya el miércoles cuando no uno ni dos, sino varios grupos de jóvenes tomaron las playas de A Coruña y se instalaron en las parcelas dispuestas por el concello con improvisados campamentos para no quedarse sin sitio. Solo en la ciudad herculina se pidieron más de 700 permisos para hacer parrilladas y prender fuegos en el término municipal. También Santiago batió récords de solicitudes y Lugo recuperó el nivel de hace cinco años, con hasta 400 hogueras encendidas. Ni siquiera los chubascos que cayeron intermitentemente en la franja atlántica apagaron el espíritu festivo, aunque sí difuminaron la tradición en algunos puntos del sur de la comunidad. El Gobierno local de Pontevedra decidió a última hora del miércoles suspender su hoguera más importante, la de Eduardo Pondal, y en Marín la de Cantodearea se pospuso al sábado. La ausencia de fuego no implicó sin embargo estampida; a las ocho apenas cabía un alfiler por las calles de las grandes ciudades gallegas.

A esa hora en A Coruña empezaba a chispear. Decenas de jóvenes guardaban cola en la playa para hacerse con una buena brazada de leña con la que prender el fuego. La madera —repartida por personal municipal— se terminó pronto y el Orzán y Riazor, ordenados, se sembraron de montículos a base de tablones, a la espera de que ardiese la gran falla, pistoletazo de salida del fuego. En las playas se juntaron cien mil personas y, como siempre —como antes— Riazor concentró a los adultos y a grupos familiares. «Vivimos al lado y bajamos a dar una vuelta con los niños —comentaba Ruth, que paseaba con su marido y sus hijos, Marcos y Carlota—. Había muchas ganas de poder volver a celebrar San Juan. Son ya dos años. Vimos el paseo cortado al tráfico y nos sorprendió, ya no nos acordábamos de que se hace siempre en esta fiesta». Al otro lado de la coraza, el Orzán se llenó de adolescentes impacientes por saltar la hoguera.

El paseo marítimo fue toda la jornada un ir y venir de gente, ya que muchos aprovecharon para acercarse a la zona y respirar el espíritu sanjuanero. La «parcelaria», cada vez más precoz, despertó una gran curiosidad entre los paseantes, atónitos ante los chiringuitos montados por las generaciones más jóvenes. La estampa, cuando la playa ardió, fue sin embargo muy similar a la de otros años: toda la bahía crepitando, llena de luz. Y de fondo, versiones de clásicos del rock —mucho Siniestro Total; también Aerolíneas Federales— a cargo de Los Mecánicos y los himnos indies de Miss Caffeina.

Pero no todo el mundo en A Coruña bajó a la playa. Hubo quien optó por rebañar el plato de las clásicas sardinas en la plaza de Vigo, con música en directo, o por pasarse por Monte Alto, donde la calle San Juan, en honor a su nombre, hirvió como pocas veces, ya desde primera hora llena de veinteañeros que luego bajaron hasta la playa a ver los fuegos. Por supuesto, en los barrios tampoco faltaron ni la fiesta ni las sardinas.

En Vigo, la cuna de la ciudad empezó a animarse a las siete de la tarde, hora a la que la plaza de O Berbés, en el Casco Vello, bien podía darse por llena. Cientos de personas disfrutaron ayer aquí del ambiente previo a la hoguera, con la carrera popular y la sardiñada organizada por la asociación de vecinos. A 2,50 el pan de millo y de tres a cinco euros la filloas, las colas fueron largas. No había mucha más opción para llenar el estómago: los restaurantes del barrio histórico llenaron aforos para las cenas.

Hoguera de San Xoán en Vigo
Hoguera de San Xoán en Vigo Óscar Vázquez

En el núcleo de la ciudad olívica se encendieron un total 21 hogueras con la autorización del Ayuntamiento. La tradición se repitió en todos los barrios, salvo en Bouzas, donde la Autoridad Portuaria frenó la celebración alegando motivos de seguridad relacionados con la zona donde se estacionan vehículos que aguardan para ser transportados en barcos, y aunque el gobierno municipal había prohibido encender fuegos en los arenales —no solo por motivos medioambientales sino también para evitar incidentes en el mar— la compañía de transporte público reforzó su servicio nocturno hacia las playas y cientos de jóvenes se diseminaron por Samil y otras adyacentes.

El epicentro del San Xoán en el sur de Galicia fue, sin embargo, Praia América, en Panxón (Nigrán). De hecho, el gobierno local activó un gran dispositivo de seguridad para evitar cualquier tipo de incidentes. Incluso, se desplegaron agentes de paisano para tratar de frustrar robos y actos de violencia.

No menos ganas había en Santiago de juntarse para celebrar la noche más mágica del año alrededor de las cacharelas públicas después de dos años sin que estas pudieran celebrarse. Las 32 organizadas en la ciudad tuvieron una masiva concurrencia, en especial las más tradicionales, como las de los barrios de San Pedro, Sar, Conxo, Vista Alegre o la del casco histórico en la Praza do Matadoiro.

Paco Rodríguez

Aun así, durante el período de restricciones por la pandemia prendió la mecha de las fiestas privadas, las de familias y amigos y, pese a que ya no eran la alternativa obligada para festejar la noche más corta, se alcanzó la cifra oficial récord de 750, casi 150 más que el año pasado. «A xente quere volver vivir o San Xoán como antes», afirmaba Andrés Sixto, un vecino de Angrois al tiempo que alimentaba una de las tres o cuatro cacharelas de este núcleo. «A sardiñada conxunta para todo o pobo xa a fixemos o sábado», explicaba.

Entre las más concurridas, la de Conxo agotó pronto los 150 kilos de sardinas y 20 grandes empanadas, con largas colas de festeiros dos horas antes de encender a medianoche la gran cacharela de los mayores. Y en la periferia de la ciudad, el San Xoán de Os Tilos fue uno de los más animados ya desde primeras horas de la tarde, con actividades infantiles y muchas familias al completo.

También hubo una fiesta organizada por el Concello, en la Praza de Mazarelos, sin hoguera, pero con queimada y música en vivo a primera hora de la noche, después de los talleres de canto y baile, y también de ramos de herbas, otra tradición enraizada. Compostela recuperó su San Xoán con tanta fuerza que el fuego apagó la lluvia y el previsto mal tiempo «nos deu unha tregua», se felicitaba la vecina Mercedes Franqueira en la cacharela de Conxo. Cruzaba los dedos para conseguir más sardinas.

Para muchos, la única noche sin hora de vuelta a casa

ANA GARCIA

Para muchos, la noche más corta del año es también la única sin horario de vuelta a casa. «Acabamos de hacer la selectividad y hemos sacado buenas notas, tenemos muchas ganas de disfrutar del verano», apuntaba Marta López, a punto de bajar a la playa del Orzán, en A Coruña, para reunirse con su nutrido grupo de amigos. La acompañaba su amiga Ana Sánchez. «Es nuestro primer San Xoán en el Orzán —explicaban, emocionadas—, porque antes, como éramos más pequeñas, íbamos a Riazor», arenal vecino, más frecuentado por los que ya peinan canas.

Ardió A Coruña y ardió también la Costa da Morte. Ardió Carballo, la capital de Bergantiños, sumergida de lleno en la celebración de su San Xoán, por fin recuperado tras el parón de la pandemia. Tan solo en este municipio se recibieron este año 700 comunicaciones previas de hogueras, cien más que el pasado, lo que muestra el pulso de esta noite meiga con epicentros tan destacados como la zona de San Cristovo, minada de cachelas. El lume se hizo acompañar de sardinas, churrasco y muchas reuniones vecinales. Caso curioso es el de la Lumarea de Camariñas, de unos siete metros de altura y 20 de ancho. Doce, como ayer decía el presidente de la entidad, José Campaña, ya los tiene el palillo de encaje que coronaba la montaña a la que a las 00.00 horas prendió fuego cada miembro de la asociación portando una antorcha. La réplica fue presentada en Semana Santa, en la Mostra do Encaixe, y permaneció guardada en un bajo hasta ahora. Llevaban tres semanas recopilando material para hacerlo arder esta noche, animada con música y viandas. «A previsión é de moita xente», decían al arranque.

También A Mariña lucense se volcó con una de las fiestas más tradicionales de la gente de la costa, volviendo a cumplir la tradición de la gran hoguera en la playa de Covas, en Viveiro, a medianoche, coincidiendo con las fiestas locales. En Burela, el San Xoán coincidió con otra fiesta de gran arraigo en la localidad, A Festa Castrexa, que trata de recordar los orígenes de las gentes de esta esquina del mapa. Vestidos de época, los castrexos disfrutaron anoche de una sardiñada popular y una hoguera con foliada, queimada y música. Hoy tendrá lugar «a gran xuntanza dos clans castrexos» con música folk y durante estos días podrá disfrutarse de un mercado centrado en esta cultura.

Sardinada de San Xoán en Burela
Sardinada de San Xoán en Burela Pepa Losada

El olor a humo y sardina ejerció de efecto llamada en Ferrol. Paraguas en mano y con el mantra de «se chove que chova» bien claro, la ciudadanía fue llenando los barrios de la ciudad a medida que caía la tarde, se prendía el fuego y, contra todo pronóstico, la lluvia se disipaba. En el barrio de Esteiro, Batallones recuperaba su tradicional luminaria que, aunque sin sardinas en esta ocasión, congregó a un nutrido grupo de vecinos para el encendido.

CESAR TOIMIL

«Hacía falta esto», señalaba una vecina que acudió con su familia para la ocasión tras dos años sin noche mágica. El alcalde, Ángel Mato, fue el encargado de prender la hoguera. Los fuegos de artificio pusieron el broche a una noche en la que, como señaló una niña que se encontraba disfrutando del espectáculo pirotécnico, «tembló Ferrol». Tembló de ganas de fiesta en el primer San Xoán pospandemia y es que, como señalaron los representantes de la asociación vecinal de Esteiro, «más vale tarde que nunca».