La iglesia de San Francisco alberga un total de 16, pertenecientes a caballeros y damas
nobles
25 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.
Resulta curioso que en otros lugares con peor clima que Galicia —Noruega, Escocia, Gales…— la costumbre es salir sábado o domingo sí o sí, mientras que en el noroeste peninsular la lluvia desanima de raíz.
El concepto de excursión parece que siempre implica aire libre. En absoluto. Es posible hacer una excursión a lugares cerrados. Por ejemplo a Betanzos, a conocer las sepulturas, que están ante los ojos pero poca gente sabe de ellas.
El único lugar no cerrado es el gran cementerio que se extiende al lado del santuario de Nosa Señora do Camiño (los Migal, procedentes de Hungría, están ahí, una familia que espera a que alguien cuente su historia, por citar un ejemplo).
Pero en fin, en ese templo no hay ninguna sepultura. Sí la hay (dos) en el de Santiago, arriba de todo, en terrenos donde se alzaba el castro originario de la ciudad. Y ahí empieza el excursionista a sumergirse en el mundo medieval, ya que, además, la iglesia es gótica.
Puede desilusionar Santa María do Azougue, ahora en unas interesantes obras en parte del interior que el párroco explica amablemente si anda por allí. Orgulloso que está el hombre, y con razón. Y puede desilusionar porque solo hay una sepultura, pero la escasez queda compensada por el magnífico interior, con el techo de madera, sus capiteles, su altar mayor barroco…
Y espera el gran peso pesado del día, justo enfrente: San Francisco, otra iglesia gótica con una historia variada y riquísima que se explica en un estupendo vídeo de diez minutos muy didáctico y pedagógico.
Porque además ahí hay nada menos que 16 sepulturas medievales, la flor y nata de la nobleza de entonces. Un recorrido por la planta de cruz latina es viajar al pasado, porque todas las tumbas (hay un par de excepciones) tienen una humilde cartela que explica quién mora en ellas para siempre.
Y así se llega a la de Fernán Pérez de Andrade, O Bo, sin duda alguna la más impresionante de Galicia. Ahí yace el todopoderoso señor de Ferrol, Pontedeume y Vilalba, el impulsor de las obras públicas (siete iglesias, siete monasterios, siete hospitales, siete puentes). El caballero descansa con una mano sobre el corazón y otra en la espada, reposando los pies sobre dos perros; por cierto, hay más cánidos en el conjunto. Y todo ello, asentado sobre un oso y un jabalí, emblemas de la familia, que le dan un aspecto liviano. La tumba no estaba originalmente ahí, sufrió al menos dos traslados, y en el siglo XX fue abierta y, lógicamente, vuelta a cerrar.
Quizás siga lloviendo fuera. Será el momento de distinguir hasta un gaitero en los nervios de la cúpula sobre el altar mayor. Todo un tesoro.
IMPRESCINDIBLE
Ver el vídeo.
LA FOTO MÁS PERSONAL
Ante la tumba de Fernán Pérez.
ENTRADA SAN FRANCISCO
Dos euros. Niños gratis.
RESTRICCIONES
No se pueden visitar durante los cultos.