Patrocinado por

Los festivales que mezclan reguetón y rock están aquí «para quedarse»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

VEN A GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

O Son do Camiño consolida una tendencia que continuará el Morriña Fest

26 jun 2022 . Actualizado a las 11:08 h.

Durante la actuación de Triángulo de Amor Bizarro en O Son do Camiño se montó un pogo en las primeras filas. Ese baile, en el que unas personas empujan a otras y que en los noventa surgía en muchos de los conciertos de rock, causaba extrañeza entre algunos de los novísimos fans de Nicki Nicole. El día anterior era Justin Quiles quien difundía su música festiva y reguetonera, seguida con otros movimientos muy diferentes. Meneando la cadera y flexionando las piernas miles de jóvenes trasladaban al baile la música. Los fans de Liam Gallagher, que actuaba después, dibujaban signos de admiración. Dos mundos (el indie-rock y el pop reguetonero) que hasta hace nada estaban en las antípodas se encontraban en el mismo espacio.

«Es un festival para todo el mundo en el que conviven sonidos diferentes y sirven para que todos descubran cosas», señala Kin Martínez, codirector de un evento que parece haber cristalizado en Galicia una tendencia que se viene observando en los últimos años en muchos eventos. «Se trata de un modelo que llega para quedarse, el de los festivales eclécticos y que incorporan el mainstream», apunta Iván Méndez, el otro director. Va a seguir explotando la fórmula en breve. El 15 y 16 de julio tiene lugar en A Coruña el Morriña Fest, dirigido por su promotora Bring The Noise. Allí, Maluma comparte cartel con Franz Ferdinand y Ozuna con Crystal Fighters. Algo así era imposible hace un lustro. Hoy confirma un camino. «La respuesta del público está siendo muy buena», confirma Méndez.

«Qué estraña que estean Maluma e Franz Ferdinand nun festival? Pois iso irá a mais»

O Chicho do Funk, componente de Boyanka Kostova y Ortiga, actuó con los primeros en O Son Do Camiño. «Hai 20 anos so podías estar nunha tribo e se saías de ai eras un herexe. Pero as cousas evolucionaron e isto para min é unha marabilla», reflexiona. «Qué estraña que estean Maluma e Franz Ferdinand nun festival? Pois iso irá a mais, porque a concepción que a xente ten da música e diferente e creo que é unha posición mais intelixente e saudable. O peor que te pode pasar é que non te guste un grupo, xa ves». Rodrigo Caamaño de Triángulo de Amor Bizarro, sin embargo, no lo ve tan novedoso: «Eso siempre pasó. De golpe llega esto así y puede parecer nuevo, pero cuando tocas en las fiestas de un sitio, un día estás tú y otro Isabel Pantoja».

«Llega un poco tarde»

David Saavedra acaba de radiografiar el fenómeno festivalero en el libro Festivales de España. Constata la tendencia y cree incluso que llega «un poco tarde». El periodista señala que «las tendencias de consumo musical del público más joven llevan años yendo por ahí» y atribuye el retraso a que, seguramente, «los organizadores de vieja escuela estaban más atenazados por los purismos, hasta que tal vez se han dado cuenta de que no solo no estaban renovando a su público, sino que estaban perdiendo a los asistentes de más edad».

El promotor Josiño Carballo, responsable de Ernie y en su momento del festival Lolapop, refrenda esta idea: «Nos estábamos quedando en la fórmula antigua y cada vez estábamos más solos». Ejemplifica la evolución: «Hubo un momento en el que Los Planetas eran totalmente incompatibles con La Mala Rodríguez. Luego ya no, pero es que ahora los dos conviven con Yung Beef. Hay unos nuevos hábitos y nos llevan a ese eclecticismo».

Eso no supone que desaparezcan los festivales especializados en Galicia. Un ejemplo de ello es el Resurrection Fest, que también gestiona Iván Méndez y se orienta el hardcore, el metal y el punk-rock. «Es el modelo de las ultimas dos décadas, eventos ultraespecializados que van a por un público concreto, que está dispuesto a pagar precisamente por ese tipo de programación». Patricia Hermida, de la promotora Dobeat, indica que «los festivales nicho siempre los va a haber» y marca una línea clara: «En unos prima la música y en otros la experiencia. La división está ahí». Unos quieren una programación acorde a un estilo determinado que les gusta. Otros, dejarse llevar por el eclecticismo. «Hay una generación, los que tienen entre 25 y 35 años, que es mucho más aperturista en su modo de escuchar música —dice—. Ven a Editors y a Nicki Nicole por igual. Para ellos eso no es incompatible, mientras que en gente más mayor eso no es tan frecuente».

«Eu era moi fan de Muse, pero saía por aí e escoitaba a Daddy Yankee; é normal abrirse»

Si una apuesta como O Son do Camiño funciona es porque hay un público joven que masivamente responde a la llamada. En ellos se observa una actitud muy diferente a la que rigió en el bum de los festivales en los noventa y la primera década del cambio de siglo. «Son unha tola dos festivais, escoito de todo», dice Mar Chillón, de 26 años. Estuvo el pasado fin de semana en Santiago. «Eu era moi fan de Love Of Lesbian e Muse, pero cando saía por aí cos amigos escoitaba Limbo de Daddy Yankee, é normal abrirse e que iso se plasme logo nas programacións», expone.

Blanca Lorenzo, noiesa de 24 años, también disfrutó del festival. Señala que actualmente «la mayoría de la gente no diferencia lo indie de lo urbano, decimos sí a todo lo que nos gusta. Perfectamente mezclas a Nicki Nicole, Duki y Dani Martín». Las polémicas que generan las mezclas de esos carteles las considera de otra edad. «Lo vemos como de cascarrabias, como eso de pensar que el reguetón es una música inferior al rock —opina—. Donde haya fiesta allí estamos nosotros», se ríe.

«Yo es que no escucho la música por estilos musicales», asegura Andrés Seijo, un coruñés de 25 años que prefiere «los festivales así más que los cerrados en una sola cosa». Piensa que su generación, en general, rompe muros entre estilos. «Yo voy a ir ahora al Sonorama, que es más de indie español, pero al mismo tiempo me da por Duki como me da por Dani Martín y no pasa nada. A mí no me supone ningún problema. Aunque sé que hay gente que le hablas de reguetón o rap argentino y echa pestes».