Patrocinado por

La lluvia dificultó una rapa muy concurrida en el curro de Sabucedo

Javier Benito
javier benito A ESTRADA / LA VOZ

VEN A GALICIA

José Ramón Moire

Los aloitadores demostraron su destreza para cortar las crines a 81 bestas

04 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Zeus, o Neptuno si les tira más la cultura romana que la griega, decidió eclipsar a su hermano Helios. A Sol, si volvemos a Roma. El dios quiso aliviar el calor sofocante vivido el sábado en el curro de Sabucedo. Y optó por hacer lo que mejor sabe, tupir de gris los cielos. No conforme con modelar una luz singular que fascinaba a fotógrafos profesionales y aficionados quiso ir más allá. Hubo baño de agua durante gran parte de la rapa, rito ancestral, tan mágico como espiritual. El baile hechizante entre hombre y caballo se tornaba vacilante, dificultados los pasos con resbalones imprevistos, con agarres al aire. En las gradas de ese círculo imperfecto al público le costaba batir palmas, jalear a los sufridos y golpeados aloitadores que daban el máximo de sus fuerzas sobre arenas movedizas.

El dios quiso desplegar de inicio cierta benevolencia. Dejó que la manada llegase desde Cataroi con tranquilidad al curro, en torno a 150 bestas a las que cortar las sedas, vacunar y desparasitar antes de devolverlas a sus montes. Los chavales de la aldea estradense pudieron retirar en seco a los potrillos, a los bichiños que como ellos protagonizarán en el futuro esa herencia repleta de orgullo, transmitida de generación en generación desde la noche de los tiempos. El grifo comenzó a gotear sobre las 1.800 gargantas arracimadas, sin cubrebocas preventivas, en un puzle multicolor donde surgieron con timidez paraguas —desgañitándose el presentador para que se cerrasen y evitar problemas de visión periférica—, mientras los aloitadores radiografiaban el escenario con los garañones ejerciendo de actores principales, encabritados y a mordisco limpio.

La lluvia quiso eclipsar esa pelea respetuosa entre los hercúleos humanos y los fogosos equinos, que en la balanza pueden llegar a los trescientos kilos de peso. Tocaba lidiar con ejemplares más bravos por una libertad incrementada con la pandemia, algunos sin bajar al curro en años. Aloitar se iba a convertir en una batalla menos incruenta, donde tocaba apelar a la fuerza de la mente, a los trucos aprendidos desde niños para desequilibrar la balanza a favor del hombre. Y no iba resultar fácil como demostró el parte bélico final de damnificados en menor o mayor grado.

Esfuerzo intenso

Imperturbables ante la pertinaz lluvia, esos guerreros en vaqueros desgastados y camisetas reivindicativas se lanzaban con valentía sobre las escurridizas bestas. Entre ellas el nieto del mítico

Makelele

,

O Raio

, que regresaba al curro con el papel estelar. Tan altivo y de impresionante estampa como su abuelo, negro azabache jalonado en la testuz por una mancha blanca en forma de rayo, corroboró las pezuñas al aire su dominio del espacio, su poder sobre los rivales.

Coces y relinchos por doquier, cachetes en las grupas a los ejemplares que estorbaban para enfilar en el visor al ejemplar deseado. Saltos a las escurridizas crines, las orejas en esta ocasión vedadas al resultar casi imposible al agarre por estar mojadas. Tenaza en la testuz, ojos apagados y el veterano domeñando al caballo desde la cola, huyendo del fatídico muro. Los aloitadores repetían con fruición, cada vez más calados, esa sincronía ya atesorada en su ADN desde la cuna.

A pesar de estar curtidos en cientos de batallas, la refriega mermó la cohorte de gladiadores que ayer dejaron listas para regresar al monte a 81 bestas. Aplausos y gritos jaleando desde las gradas hubo menos, entumecido el público por la lluvia. Solo queda esperar benevolencia de Zeus para el último combate.

Mercedes Milá: «Me parece apasionante, precioso, con una fuerza natural brutal»

La conocida periodista y presentadora de televisión, Mercedes Milá, siguió cautivada las coreográficas disputas a brazo partido en el curro. Cada año acude a alguna de las grabaciones del programa Volando Voy de Jesús Calleja —que ayer acaparó protagonismo y aplausos al cortar las sedas a una besta— y escogió Sabucedo. «Me parece apasionante, precioso; lo que más me gusta si te tengo que ser sincera es la afición a un evento con una fuerza natural brutal», comentaba.

A Mercedes Milá le sorprendía la fortaleza de los machos, sus peleas unos con otros, «cómo se muerden la crin y mientras tanto estos chicos que saben tanto incluso se rompen costillas». «Es una tradición y habrá alguna gente que considerará que los caballos sufren, pero no sé hasta qué punto, porque los desparasitan y los vacunan. Me parece fabuloso, es magnífico», resaltó. Además se mostró encantada con la lluvia después de muchos días sin verla y además vivirla en Galicia.

Entre otros rostros conocidos también estaban en Sabucedo el polifacético Antón Reixa o una de las mejores fotógrafas españolas, Cristina García Rodero.

Una sesión muy accidentada, con fractura de costillas o rotura de un cúbito

Accidentada resultó la segunda rapa, entremezclándose la fortaleza de los equinos con las dificultades añadidas generadas por la lluvia. Los servicios sanitarios y de emergencias tuvieron que trabajar a destajo, con 38 intervenciones, algunas por heridas de consideración. Entre los damnificados destacó el caso de Rodrigo, trasladado en ambulancia al hospital Clínico de Santiago con previsible fractura de costillas y un fuerte golpe en una pierna. El caballo al que intentaba inmovilizar terminó cayendo sobre él, además de recibir un pisotón. Otro aloitador sufría otra lesión grave, con rotura de cúbito. Hubo hasta 23 contusionados, mientras otras 13 actuaciones fueron para entregar mediación a los afectados.

Tocó gritar y gemir más de lo normal en el curro, entre los relinchos y bufidos de los animales. La lluvia, incesante casi desde el arranque de la rapa, parecía dar una tregua mediado este rito etnográfico que ostenta con orgullo el marchamo de fiesta de interés turístico internacional. Mero espejismo. Regresó insistente para hostigar a los aloitadores y a un público más diseminado por las gradas: unos a resguardo en cualquier rincón posible, incluso bajo los carteles fotográficos o en la carpa de la cantina, y otros dejando el curro mojados hasta los pies.

Hoy, última cita

Sabucedo cierra hoy tres días intensos con la tercera rapa, que comenzará al mediodía. Y parece que el tiempo mejora.