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Diez años de la Duendeneta, la furgo que sonríe y sabe de música

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

VEN A GALICIA

«A velliña» arrancó en los setenta: era una zapatería ambulante que en 2012 renació como discoteca móvil y desde entonces, donde va, la lía

18 jul 2022 . Actualizado a las 21:53 h.

La idea, aclara inmediatamente Carlos Crespo, fue de otro Carlos: Galbán. Fue él quien, tras tener que dedicar muchos fines de semana a montar y desmontar equipos de sonido que la gente alquilaba en Musical Duende para todo tipo de eventos, pensó que sería mucho más fácil montar uno de esos dispositivos en una furgoneta y que la gente que lo necesitase se lo llevase puesto. Así que Galbán, que además de saber mucho de música es bastante mañoso, buscó y buscó, y acabó encontrando en Gerona una vieja furgoneta que su propietario había puesto a la venta. El vehículo, un Avia del año 1974, había sido durante años una zapatería móvil, con un lateral que se abría dejando todo el interior, antes lleno de zapatos, a la vista.

Dos días tardó la vieja furgoneta en cruzar la Península y llegar a Vilagarcía. «Se vació pero no se le tocó demasiado, solo el motor, que hubo que renovarlo porque estaba hecho polvo», recuerda Carlos Crespo. Aquel vehículo desvencijado entró en su vida como un encargo más. «Me pidieron que diseñase el logotipo y que le pusiese el nombre», recuerda. «Cuando tengo que bautizar algo suelo apostar por fórmulas sencillas. En este caso, Duende y furgoneta... Estaba claro», dice Crespo. Acababa de bautizar, sin ser consciente de ello, un fenómeno musical que diez años después está en la cresta de la ola.

Pero no perdamos el hilo. El asunto es que, mientras Galbán y Crespo trabajaban para convertir la vieja furgoneta en algo completamente nuevo, el ruxe-ruxe de lo que estaban haciendo comenzó a extenderse por Vilagarcía, una ciudad en la que los secretos no son fáciles de guardar. Así que no pasó mucho tiempo hasta que el rumor llegó a oídos de Marta Rodríguez Arias, entonces concejala de Cultura, que tras ver en qué andaban metidos los dos Carlos, fue rotunda: «Yo quiero esto en la fiesta de San Roque». Y de nuevo, sin pensarlo demasiado y sin imaginarse lo que se avecinaba, Carlos Crespo decidió desempolvar sus dotes de DJ —la música es su vida— y el 12 del agosto del 2012 se subió a la zapatería reconvertida en discoteca par poner música. En la Avenida da Mariña ofreció una sesión que fue, en realidad, un parto: acababa de nacer una estrella.

«Hicimos algunos bolos más en Vilagarcía, y muy rápido nos dimos cuenta de que la furgo había cogido su propia personalidad». La «discoteca móvil vintage» ofrecía una música acorde a su año de nacimiento: rock y blues de los setenta, ochenta y noventa. Buena música, música buena. Y de un perfil muy determinado, con un carácter tan arrollador que una de las veces que se alquiló a unos chavales que se la llevaron a Bamio y pincharon desde ella música tecno, «mucha gente nos dijo que qué había pasado», recuerda Crespo. «Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que la Duendeneta tenía personalidad propia y que no se la podíamos ceder a terceros», narra.

MONICA IRAGO

Del 12 de agosto del 2012, al 12 de agosto del 2022

El 12 de agosto de hace diez años, La Duendeneta actuó por primera vez. Fue en la Avenida da Mariña, en Vilagarcía. Este año, la furgo volverá a colocarse el mismo día, en el mismo lugar para, como si fuese un DeLorean, romper los límites del tiempo. El 3 de agosto celebrará una fiesta de cumpleaños en Ás nove na praia. Allí estarán Dani Barreiro, Broken Peach y los habituales DJs de La Duendenta, con Carlos Crespo y Kris K Dj a la cabeza.

La furgoneta, quizás cansada de su existencia anterior como tienda de zapatos, había elegido esta vez su camino. «La furgo cae bien. Será porque delante parece que tiene una sonrisa», bromea Carlos Crespo, que habla de a velliña como de un ente animado. Un ser vivo que recibió en Lugo, en 2013, su primer baño de masas. «En 2012, uno de los organizadores de San Froilán nos vio en Vilagarcía y quiso llevarnos para allá. Estuvimos allí un par de noches y aquello fue como la gran explosión... Una auténtica chaladura», cuenta Crespo. Una chaladura que engancha: la Duendeneta nunca ha faltado a su cita con las murallas y pulpo.

San Froilán fue muy importante para la familia duendenetera. Por varias razones. Primero, porque obligó a la furgoneta, y al que por entonces era su único DJ, a darle una vuelta a sus apuestas musicales. «Tuvimos que renovar la propuesta, dar entrada al indi, meter música de los 2000... Sin cruzar nuestras líneas rojas, claro». Pero además de ampliar los horizontes musicales, San Froilán abrió nuevas puertas para la que probablemente fue la primera discoteca móvil de Galicia: las de los festivales.

El primero fue el PortAmérica. «Nos metieron en una esquinita, pero la liamos parda». Entre concierto y concierto de grandes grupos, la pequeña Duendeneta atraía a mareas de gente, entre las que estaban promotores de otros festivales que enseguida querían que aquel vehículo sonriente formase parte de aventuras como As Revenidas, el Atlantic Fest, el Planeta Sound, el SonRías Baixas, el Súrfing Lérez... No hay en Galicia festival en el que no haya estado —o no tenga cerrada ya su presencia—.

De los festivales, explica Carlos Crespo, «salíamos siempre con propuestas para ir a alguna boda». Y así nació la división de eventos de la Duendeneta, otro momento importante en la historia de a velliña: «Para poder atender los eventos, tuvimos que abrir el equipo de DJ». La soledad de Carlos Crespo a los mandos musicales se terminó: llegaron Moe, Maefield y Kris K Dj.

Y poco después, cuando todo iba sobre ruedas, llegó también el covid. Durante el confinamiento, la furgo se quedó parada, sus ocupantes no. Desde casa, Carlos Crespo y Kris K Dj empezaron a realizar sesiones de música en streaming que sirvieron para aliviar las largas semanas de encierro a mucha gente. «A veces viene alguien que no conoces y te da las gracias, te dice que les salvamos la vida... Aquellas sesiones tuvieron un feedback brutal, muy emotivo».

Luego, cuando se pudo volver a la calle, a la Duendeneta no le fue mal: a fin de cuentas, a velliña sabe adaptarse a eventos multitudinarios —como la Festa da Auga o la del Albariño, a los que nunca falta— pero también es la mejor para citas a escala mucho más pequeña. Este 2022, en el que volvemos a tener de unos y de otros, no llegan los días de verano para la cantidad de citas que reclaman a la furgoneta de la sonrisa. Esta ha hecho hasta los Caminos de Santiago: de mano del Xacobeo, ha recorrido Galicia con sesiones de música en gallego que suelen romper clichés y tópicos. Y es que la furgoneta que sonríe es militante de las causas buenas: da la batalla por el gallego y da la batalla por la música hecha por mujeres, dándoles un espacio y una proyección que en otros lugares se les niega.