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Un balcón «premium» oculto en la fraga

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

e. v. pita

El Cabo do Mundo, el meandro de los cañones del Miño, tiene un gemelo al norte. Se trata del mirador de Carbueira, en Monfero, en el Parque Natural das Fragas do Eume. Para subir allí, hay que darse un baño de bosque.

23 jul 2022 . Actualizado a las 16:37 h.

El mirador de Carbueira, con vistas a los cañones del río Eume, es el gran paisaje olvidado de Galicia. Oculto tras una espesa fraga cubierta de liquen, solo es accesible a pie y para llegar hay que darse un baño de bosque. Está enclavado en el extremo más salvaje del Parque Natural de las Fragas do Eume, a unos kilómetros del monasterio de Monfero. Pocos visitantes se acercan hasta allí porque la fama se la lleva otro monumento río abajo, el monasterio de Caaveiro, en Pontedeume, un imán del turismo verde, un auténtico fortín medieval construido sobre un cerro flanqueado por dos ríos, famoso por sus mazmorras y su puente de piedra en arco. El de Monfero está a campo abierto y su elegante fachada barroca recuerda a un tablero de ajedrez. Ambos emergen entre un paisaje de embrujo.

El balcón de Carbueira, al borde de un abrupto acantilado, da más vértigo que la proa del Titanic. Desde el mirador, protegido por una barandilla semicircular de madera, se divisa a vista de pájaro un codo de los cañones del río Eume. Este cabo gana espectacularidad en invierno porque los bosques de la orilla se tiñen de tonos amarillo pastel, entre brumas y viento.

Este remoto paisaje merece sacarse un selfi y subirlo a Instagram pero lo que más sobrecoge al visitante es que, realmente, uno se siente solo en medio de la naturaleza, sin una casa en el horizonte y con una abrupta pared rocosa bajo los pies. Cree haber llegado al fin del mundo.

Es tan inaccesible que solo se puede subir a pie desde el Camiño dos Cerqueiros, que consiste en una pista forestal de tres kilómetros apta para niños. Los todoterrenos acceden hasta las casas de Os Esterqueiros, abandonadas y flanqueadas por árboles cubiertos de liquen. Desde ese punto, hay que caminar unos metros hasta toparse súbitamente con el barranco. Sus antiguos moradores colonizaron el lugar más perdido de Galicia.

e. v. pita

Una alternativa premium para salir de la Carbueira, es volver por otra senda, el Camiño dos Corzos. Es ideal para los aventureros que quieran darse un baño de bosque y retroceder varios siglos. La ruta es difícil y es recomendable que los senderistas se orienten con un track de Wikiloc. Parece un paisaje sacado de El Señor de los Anillos y a uno le invade la sobrecogedora soledad de adentrarse por la corredoira de una fraga sin un alma a la redonda. En invierno el bosque está despejado y se divisan los meandros del embalse. El liquen empapela de amarillo las piedras fincadas de los muros y los piñeiros y castiñeiros. Hay que saltar regatos, subir terraplenes o serpentear en fila india. Así era el viejo mundo.