La Ruta Quetzal renace en las Rías Baixas y recupera la aventura en la que los adolescentes se valen por sí mismos y se alejan del móvil
VEN A GALICIA
Los ruteros, mochilas al hombro y mentes despiertas, estuvieron en Cíes, apañaron pimientos de Padrón o fueron testigos de cómo se trabaja en una conservera. Llegarán a Santiago a pie
06 may 2023 . Actualizado a las 19:25 h.Hay controversia estos días en el patio de vecinos que son ahora las redes sociales sobre si es normal que una madre o un padre acompañen a un hijo a matricularse a la Universidad y le echen una mano con el papeleo. La eterna discusión sobre si eso es sobreprotección o no. Los que hayan participado en alguna expedición de la Ruta Quetzal, la aventura parida por el desaparecido y emblemático periodista Miguel de la Quadra-Salcedo, saben de sobra que si hay alguna iniciativa en el mundo en la que los chavales tengan que buscarse la vida por sí mismos, madurar al ritmo que marcan las caminatas infernales y los madrugones descomunales, es ese viaje. Porque en la ruta cualquier ademán de tontería es frenado en seco. Se madruga, se camina, se cargan bultos y se come lo que hay. Lo decía hace algún tiempo Íñigo de la Cuadra-Salcedo, hijo de Miguel y continuador de su gran aventura: «Cuando al final de la ruta los chicos te dicen que descubrieron que pueden estar un mes sin móvil, sin redes sociales, duchándose solo dos veces por semana, agradeciendo la comida que nos preparan en cada pueblo... Eso es impresionante».
Íñigo de la Cuadra hablaba así en el 2016, el año en el que murió su padre y en el que el que todo cambio para la ruta Quetzal. La entidad financiera que le hacía de sostén en los últimos tiempos a esta aventura, nacida de una conversación entre su padre y el rey emérito para estrechar los vínculos entre España e Iberoamérica, les cortó el grifo. Y a Íñigo le tocó empezar a buscar financiación. Vino la pandemia, pasaron muchas cosas y, finalmente y tras no celebrarse desde el 2016, este año ha renacido la Ruta Quetzal. Lo ha hecho en Galicia, la tierra de adopción de Íñigo de la Cuadra-Salcedo, ya que él vive desde hace años en Vilagarcía, donde nacieron sus hijos.
Una unión entre Mar de Santiago y Ruta Quetzal, en colaboración con la Xunta de Galicia, pusieron en marcha la Expedición Traslatio 2022; diez días de aventura para darle la oportunidad a 156 jóvenes de todas las comunidades autónomas, incluidas Ceuta y Melilla, de emular el traslado del Apóstol a Santiago. El viaje comenzó en Portugal y fue serpenteando hacia Galicia a través de ciudades como Braga o Caminha.
La expedición se abrazó a la cultura castrexa en A Guarda, se subió en barco para visitar las Cíes, cruzó andando Sanxenxo y llegó hasta Vilanova de Arousa. Tal y como Miguel de la Quadra pretendía, los ruteros, mochilas al hombro y camisetas uniformadas, no solo se quedan con el paisaje, con la Galicia bonita de las postales. La Ruta Quetzal no es ninguna excursión. A ellos les toca empaparse del paisanaje y hurgar en las entrañas de la historia gallega. Por eso en Vilanova de Arousa les enseñaron todo sobre la producción de conserva que tantos puestos de empleo genera en Galicia. Por ese mismo motivo apañaron pimientos en Padrón o se sentaron, con sus 15 y 16 años, a reflexionar y escuchar al periodista y miembro de la academia Xacobea Luis Celeiro Álvarez, en una conferencia titulada La Translatio: El último viaje del apóstol Santiago.
Por supuesto que también hay diversión y aventura. Conciertos en directo, risas por doquier y gargantas afónicas de tanto entonar los cánticos de guerra son el día a día de los expedicionarios. Confiesa Íñigo de la Quadra que este año, por primera vez, han hecho una cesión al móvil. Y que lo hicieron por petición expresa de los padres. Así que cada noche hay diez minutos en el que los adolescentes pueden conectarse para hablar por teléfono o mirar las redes sociales. El resto del día, su conexión es con el aquí y el ahora: hablando y compartiendo con quienes les rodean y no mirando una pantalla.
Este domingo les tocó visitar Catoira y sentirse un poco más cerca de los vikingos. O, al menos, saber algo más de esa cultura. A continuación recorrieron diferentes enclaves de Valga, como el clásico Belén articulado, Mina Mercedes, el Museo, con todo lo que tiene que ver con la elaboración tradicional de la caña, y el parque Irmáns Dios Mosquera. Una conferencia de Xesús Palmou los puso en el Camino Portugués a Santiago.
Y mañana, el día 26, la aventura habrá tocado a su fin. Quizás en algún lado esté Miguel De la Cuadra, al que sus nietos gallegos llamaban el Papá Grande, sonriendo de medio lado, indeciso entre darles la enhorabuena por la expedición o sacarle algún defecto para intentar mejorarla el próximo año. Porque así era él: inconformista e imprevisible. Como buen aventurero.