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Ellos convirtieron en un albergue la casa de labranza en ruinas que les dolía ver envejecer en Ames

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

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Un matrimonio de Ames abrió en el lugar de Ventosa un nuevo albergue con cafetería, A Casa do Boi. Su nombre rinde homenaje a la forma en la que se referían a esa propiedad popularmente: «Antes tenían en esta casa un buey y los vecinos traían a sus vacas para inseminarlas, por lo que decidimos mantener el mismo nombre con el que era conocida aquí».
Un matrimonio de Ames abrió en el lugar de Ventosa un nuevo albergue con cafetería, A Casa do Boi. Su nombre rinde homenaje a la forma en la que se referían a esa propiedad popularmente: «Antes tenían en esta casa un buey y los vecinos traían a sus vacas para inseminarlas, por lo que decidimos mantener el mismo nombre con el que era conocida aquí». Paco Rodríguez

Lurdes y Lito emprendieron en el Camino de Fisterra al constatar la demanda que había de alojamientos antes de llegar a Negreira

28 jul 2022 . Actualizado a las 08:20 h.

Una antigua casa de labranza con más de 100 años que se caía en ruinas. Y un matrimonio que veía, con tristeza, como el caserón que tenían en frente se echaba a perder. Lurdes Mallo y Manuel Castro (más conocido como Lito) soñaban con comprar esa propiedad del lugar de Ventosa (en CovasAmes) deshabitada desde hace unos diez años para abrir allí una casa rural. Al frente de un mesón a un kilómetro de allí, en Alto do Vento, el mismo en donde la pareja se conoció (ella trabajaba allí y él era comercial), sabían por boca de los peregrinos que recorrían el Camino de Fisterra que echaban en falta un albergue en la zona, antes de llegar a Negreira. Fueron uniendo todas las piezas y, conscientes que existía una demanda, se liaron la manta a la cabeza. Llegaron a un acuerdo con los dueños de la propiedad en el 2017 y dos años más tarde, con el proyecto ya claro, empezaron una obra que se alargó más de lo esperado. «Tenía que estar lista a mediados del 2020, y contábamos con que hubiera algún retraso, pero la idea era que su albergue estuviese funcionando ya para el año santo. Perdimos el 2021 entero», relata Lurdes. Finalmente, a mediados de mayo por fin vieron su sueño echo realidad y celebraron la inauguración oficial de A Casa do Boi este lunes. 

Explica que cuentan con la ayuda de su hijos para ocuparse de las redes sociales, de la recepción y las reservas por las mañanas -mientras ellos atienden el restaurante- y de otras tareas que van surgiendo. Y, aunque no han llegado a llenar todas las plazas aún, ya han recibido a algún grupo grande. «Este no es un albergue exclusivamente para peregrinos, también para turistas y viajeros. De hecho, los primeros ocupantes fueron los jugadores de un equipo de vóley que vino a jugar a Ames y buscaban un sitio dónde quedarse», indica Lurdes, natural de Pedrouzos. El negocio cuenta con dos edificaciones. La casa principal tiene dos habitaciones con ocho literas cada una de ellas, además de un tercer cuarto adaptado para personas movilidad reducida. Y, la que conocen como «la casa vieja», tiene una habitación individual con baño privado abajo; así como otras cuatro estancias con baño compartido en la planta de arriba. También disponen de una cafetería propia para desayunos y cenas, y distintas zonas comunes para hacer la estancia más agradable a sus huéspedes: terraza, sala de lectura, un comedor amplio (con microondas), lavandería...

«Esto da mucho trabajo, pero estar aquí con la gente en la terraza o la cafetería, que te cuenten su vida y sus aventuras, es una maravilla. Además, nos hemos estamos encontrando con gente buenísima. Y, en general, agradecen dejar atrás el alboroto de Santiago y llegar a un remanso de paz con tanto verde como este. No queríamos abrir un albergue para el almacenamiento de personas, sino uno donde todo fuera de calidad a pesar de tener un precio ajustado, con sus buenas literas y sus buenas duchas.. y creo que lo conseguimos», dice satisfecha.