Os Encerellados pusieron la música y el humor, y Alfonso Rueda llegó en moto a la 53 edición de la fiesta
01 ago 2022 . Actualizado a las 12:45 h.El municipio pontevedrés de Moraña se reencontró ayer con la mejor versión de la Festa do Carneiro ó Espeto, después de dos años casi a palo seco por la pandemia. Pasadas las doce ya era difícil encontrar hueco para dejar el coche. La calle central con decenas de puestos, donde se podía comprar desde un sombrero a zapatos, empezaba a animarse. Quienes sí habían madrugado y mucho eran los integrantes del equipo de asadores que encabeza Jesús García Ruibal.
«Levamos aquí desde as catro e media da mañá», comenta Javier Villar, nieto del histórico Muiñeiro. Es un reto asar 125 carneiros al estilo argentino y, aunque se pasa mucho calor y hay que tener paciencia, lo fundamental es que todo salga bien. Con eso están contentos. «Dentro da carpa do asado poden alcanzarse os 55 grados nun día coma o de hoxe», dice. La organización los vistió de negro, quizá no el color más adecuado para una alerta naranja, pero no protestan. «Imos arder, hai que poñerse un pouco á sombra», se saludan dos vecinos. La música de Os Encerellados invita a los que dan vueltas por el recinto a mover el esqueleto. Y vaya si la cosa se anima.
Manuel García Ruibal, vecino de San Lourenzo de 80 años, al que se conoce como Manuel do Fial, se cruza con el médico y cantautor Luis Emilio Batallán y le recita eso de «Santo Carneiro ó Espeto que colliches tanta fama, eles crían no monte, son asados en Moraña...». Manuel, como hacen muchos vecinos de Moraña, comerá cordero, pero no en la comida oficial de la carballeira de Santa Lucía, sino en su casa. «Entre invitados e outros que se invitaron pasamos dos vinte», recalca. Y es que la comida con 127 mesas en la bendita sombra de la carballeira se deja para las peñas, grupos de amigos y familias de fuera. Por primera vez viene una peña motera de Lugo. «Tenemos dos lotes», dice Carmen. De cada lote, reservado con mucha antelación, dan cuenta veinte personas y mantiene su precio en 300 euros. El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, que llegó en moto, no se quedó a comer, pero sí compartió paseo con el alcalde, José Cela, para sentir de cerca el ambiente carneiro de la primera fiesta pospandemia.