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Los turistas gastan menos y reducen sus días de vacaciones en Arousa

leticia castro O GROVE / LA VOZ

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Martina Miser

En O Grove proliferan las escapadas que limitan sus estancias a cuatro jornadas

03 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

O Grove vuelve a estar lleno de turistas, aunque quizás algo menos que en veranos anteriores a juzgar por los datos de ocupación que manejan desde la asociación de empresarios Emgrobes, que aglutina a una gran cantidad de hosteleros de la localidad. La media de pernoctaciones en el mes de julio rondó el 76 %, a pesar de que hubo establecimientos hoteleros que llegaron a alcanzar un 87 %, siendo lo más común el turismo familiar. Eso sí, han cambiado de hábitos: gastan menos y han reducido sus días de vacaciones, explican algunos empresarios a pie de calle.

Es por todo ello que el municipio registra un importante trajín de maletas casi todos los domingos. Lo comentan los propietarios de bares y restaurantes, que ven como la tónica apunta a la realización de escapadas de no más de cuatro días: «Lo sabes porque vienen a comer y repiten, pero al cuarto día ya han desaparecido», apunta una de las hosteleras que prestan sus servicios en la localidad. «Está siendo un verano muy diferente», dicen. Es algo que llama la atención, pues no es a lo que están acostumbrados en la península meca.

Normalmente los visitantes suelen realizar estancias de siete o quince días, pero la incertidumbre respecto al invierno y la subida de precios y la crisis que acecha a Europa han hecho mucha mella. Algo que se nota no solo en el consumo, sino también en el estado anímico de los que han venido a desconectar unos días de sus quehaceres cotidianos. Cabe recordar que el año pasado el número de visitantes a O Grove batía todos los récords, pero la llegada del verano coincidió prácticamente con la salida de la pandemia y las ganas de viajar eran desmesuradas.

Más turismo extranjero

Lo que si deja el mes de julio son buenas sensaciones en cuanto al turismo extranjero, que ha apostado por hacer parada en el municipio. En las últimas semanas podía apreciarse, de hecho, la presencia de turistas ingleses, daneses y belgas. Así lo trasladaban desde la oficina de turismo de la localidad y desde algunos restaurantes, que se mostraban gratamente sorprendidos por el incremento de visitantes que vienen de fuera del territorio nacional: «Tienen otro carácter, los ves más relajados, disfrutan y no miran tanto el bolsillo», comentan algunos camareros. Así que esperan que la tendencia en las próximas semanas apunte a que la afluencia de extranjeros continúe aumentando.

Agosto promete mejores datos

A pesar de todo, las previsiones para agosto prometen, y no se alejan de las de años anteriores, «aínda que as reservas están sendo lentas», apuntan desde Emgrobes. Se calcula que la ocupación pueda alcanzar un 85,4%, un nivel que podría mejorar con el paso de los días y superar como en otras temporadas el 90%.

De hecho, las sensaciones del sector hostelero en estos dos primeros días del mes, son mucho mejores que las de la semana anterior. Si el buen tiempo continúa, y todo apunta a que así será, los datos de agosto podrían igualarse con los anteriores a la pandemia. El sector espera que el tirón se mantenga al menos hasta la Festa do Marisco, que este año se celebrará del 29 de septiembre al 12 de octubre, tras dos años de inactividad. Una cita que, si las circunstancias no cambian, volverá a llenar la localidad, alargando así la temporada turística. Emgrobes volverá a apostar por la promoción de los productos marinos a través de eventos como A Cociña do Mar, y programará de nuevo las Xornadas da Centola en noviembre, contribuyendo así a desestacionalizar el turismo.

Mónica figueiro i hostelera

LETICIA CASTRO

«Está siendo un verano raro»

Está siendo un verano raro», dice Mónica Figueiro, que regenta la tapería La Mamounia Rock & Food en la céntrica calle Platería. Es el comentario más extendido entre los hosteleros de O Grove. Reina la sensación de que la temporada arrancó demasiado tarde: «Empezamos a notar gente hacia el 20 de julio, cuando normalmente suele notarse el tirón al menos una semana antes», cuenta Mónica. Y facturar así se antoja complicado, cuando, como en su caso, hay que hacerse cargo de una plantilla de cinco empleados. Pero a pesar de ello reconoce está trabajando bien, sobre todo en horario de comidas «y mejor durante el fin de semana», añade.

Lo que sí notan en La Mamounia es que la gente viene como enfadada con la vida. Parece que estos dos años han pasado factura a nivel psicológico. En comparación con el año pasado, Mónica observa más flojas las cenas y lo achaca a la falta de locales de ocio nocturno en el casco urbano: «Apenas tenemos tres pubs y al no haber mucha oferta la gente no aguanta, de hecho a las doce de la noche las terrazas están prácticamente vacías».