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Irene Pozo: «Aquí servimos los cócteles más al norte de la Península»

VEN A GALICIA

XULIO VILLARINO

Trabajadora social y sexóloga, esta malagueña dejó su puesto de jefa de sala en un restaurante madrileño para conquistar el norte desde Estaca de Bares

11 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Su futuro, a priori, no pasaba por la hostelería, pero la vida ha querido poner a Irene Pozo detrás de la barra. Actualmente, trabaja como camarera en el hotel Semáforo de  Bares, y se ha propuesto colocar al restaurante, y su carta de cócteles, en el mapa de la gastronomía. 

—Trabajadora social, sexóloga y camarera. ¿Cómo se entiende?

—Estudié Trabajo Social entre Málaga, Madrid y Santiago de Chile, y después me fui a Madrid a hacer un máster de sexología clínica y terapia sexual. Pero la vida, te lleva y para pagármelo me puse a trabajar de camarera en un restaurante (privado, no franquicia). Era gente bastante buena y aprendí a currar.

 —¿Cómo llegó a la coctelería? ¿Y a Estaca de Bares?

—En el último trabajo que tuve, en un restaurante de la calle Alcalá (Madrid), donde hacen cócteles de autor. Ahí aprendí. Era jefa de sala, pero allí todo el mundo tenía que aprender de todo, y también pasé por la barra y por la cocina. Soy desobediente, no me gusta estar a las órdenes de alguien que sabe menos que yo. Allí conocí a un cocinero que había trabajado en el hotel Semáforo de Bares el verano pasado, era mi chico, en prácticas. Un día me vio cabreada y me dio un número de teléfono. Llamé a Javi (Francisco Javier Pardo Obra, responsable de este establecimiento de Mañón), y aquí estoy.

 —El cambio debe haber ha sido radical.

—Necesitaba un cambio y este ha sido abismal, quiero una vida tranquila. Tengo muy claro lo que quiero hacer, un proyecto diferente, más mío, con la coctelería como uno de los pilares. Seguiré estudiando mixología para tener una carta entera propia. La idea es que aquí puedas tener el cóctel semáforo, de tres colores, que sea nuestro cóctel estrella, y que haya un buen maridaje con la cocina. Estamos empezando, los aparatos de coctelería son caros, hay que ir viendo qué cócteles salen más, jugar con los ingredientes... El proyecto de Javi es renovar el establecimiento y crear un hotel boutique, pero está pendiente de la renovación de la concesión por el Concello de Mañón.

 —¿Qué cócteles de autor(a) se pueden tomar ya en el Semáforo?

—Un mojito con ron de eucalipto y menta, y soda de frutos rojos. Un cóctel es como un plato, te tiene que entrar por los ojos, y este es muy visual... Tú llevas a la gente por donde quieres y un mojito clásico lo pueden probar en cualquier sitio. Y el Negroni don Javier, que lleva el licor de guindas que hace el padre de Javi, Campari, ginebra y vermú. También preparamos clásicos como el Tom Collins (ginebra, limón exprimido, sirope y soda, muy refrescante), el San Francisco, con y sin alcohol (zumo de limón, naranja, piña y granadina, con o sin vodka), el Bloody Mary...

 —¿Cómo están recibiendo sus propuestas los clientes?

—Llegué a finales de junio, y cada vez salen más. Por eso quiero hacer cócteles nuestros, para que la gente venga, por el cóctel y, sobre todo, por la experiencia. Aquí servimos los cócteles más al norte de la Península. Es un sitio especial, muy conocido como hotel, y yo quiero ayudar a ponerlo en el mapa a nivel de restaurante y coctelería, aportando algo diferente a lo que ofrece la zona. Que la gente suba a ver la puesta de sol, a hacerse una foto... La coctelería es lo más parecido a la cocina líquida, conquistas al cliente antes con lo que ve que con lo que toma.

 —Parece estar a gusto lejos de la ciudad.

—Si hace cinco años me dicen que hoy estaría en Galicia diría que no. Quería irme fuera, pero justo antes de venir me salió un trabajo en Canadá y dije que no, aposté por esto. Es un paraíso. Madrid me rompió y venir aquí es restablecerme, naturaleza, costa, montaña... He vivido en Irlanda y en Rumanía, no necesito el calor del sur. Aquí se está en la gloria, este silencio...