Viladonga: bodas de oro de una feliz relación con el patrimonio histórico
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Una exposición repasa los 50 años de excavaciones en el yacimiento
23 feb 2024 . Actualizado a las 13:42 h.El castro de Viladonga tiene motivos para una celebración señalada, como son las bodas de oro de este recinto de Castro de Rei, una referencia para la arqueología en Galicia, con el patrimonio histórico. En 1971 empezaron, bajo la supervisión del investigador Manuel Chamoso Lamas, las excavaciones en el recinto. Medio siglo después, la relación sigue firme y fructífera. El Museo de Viladonga, cuya creación fue una de las consecuencias de la estabilización de las campañas arqueológicas y de la aparición de importantes restos, acoge actualmente una exposición: en una serie de paneles se repasa la historia del yacimiento, así como los hallazgos encontrados en las sucesivas excavaciones.
Cuando, en 1971, comenzaron los trabajos de la mano de Chamoso Lamas, se cumplían 60 años de la aparición de un torques de oro, trasladado al Museo de Lugo. La década de los ochenta llegó acompañada de cambios burocráticos, ya que el castro pasó a depender de la Xunta al recibir la administración autonómica. En 1986 se inaugura oficialmente el Museo Arqueológico del castro de Viladonga, y en 1989 se crea la Asociación de Amigos do Museo do Castro de Viladonga.
Hallazgos
Esas fechas muestran que los trabajos en el castro han ido acompañados de la atención de las administraciones y de la sociedad civil, aunque esa preocupación estaba sobradamente justificada por los hallazgos de las distintas campañas. En 1971, por decisión de Chamoso Lamas, se dividió el terreno del yacimiento en cuadrículas, y ya en esa primera temporada de excavaciones aparecieron monedas del Bajo Imperio (siglo IV) y restos de cerámica.
Esa tendencia se mantuvo en la década siguiente, si bien un repaso a los setenta hace necesario citar otros nombres además del de Manuel Chamoso Lamas: Felipe Senén López y Felipe Arias, que sería director del Museo de Viladonga durante un largo período, se incorporaron a las excavaciones. Los ochenta, por otro lado, representaron la consolidación de las campañas de limpieza del recinto castrexo, aunque a finales de esa década volvieron también las excavaciones, que continuaron a lo largo de los noventa.
Con el cambio de siglo, en las intervenciones se hizo habitual la incorporación de las nuevas tecnologías. En los últimos tiempos, además, los trabajos han sido encargados a distintas empresas especializadas: firmas como Axa, Bic o Terra Arqueos se encargaron de las tareas, en las que la Xunta han contado habitualmente con fondos del programa comunitario Feder para la financiación.
Además de la incorporación de la tecnología 3D y de otros avances, los últimos años fueron también fértiles en hallazgos. Así, aparecieron restos de un empedrado y un aljibe que serviría para almacenar agua en la larga etapa en la que el castro estuvo habitado. Dentro del aljibe se halló un hacha de bronce que presenta una abundante decoración y cuyo origen se sitúa en el siglo III antes de Cristo. El hallazgo fue una prueba más de una idea plenamente asentada en los últimos años: el castro estuvo habitado ya antes de los romanos.
Todo el año
La exposición, que incluye la proyección de audiovisuales en los que también se repasan estos 50 años de actividad, estará abierta todo el año y puede verse en el horario habitual del museo: de diez de la mañana a ocho de la tarde ahora, de diez de la mañana a siete de la tarde cuando se implante el horario de invierno. En los paneles, también hay fotos que muestran cómo vecinos de la zona colaboraban en las primeras excavaciones; estas semanas el castro acoge un campamento de verano en el que participan niños de la comarca. Está financiado por el Ministerio de Igualdad y organizado por la Xunta para apoyar la conciliación familiar, y los jóvenes participantes se han distribuido en varios turnos.