El chef celebró el talante de la gente y el «puntazo gastronómico» que es Vilagarcía
11 ago 2022 . Actualizado a las 23:02 h.En Vilagarcía, al menos una vez en la vida hay que darse el gustazo de remolonear a pie de calle sobre mismísima la raya continua de la avenida Juan Carlos I, en ese punto en el que los jardines de Ravella miran a la Casa do Concello de reojo, pasando del semáforo en verde y con la Policía Local ahí delante. No hay disculpa para no hacerlo, porque es una ocasión que se presenta, como mínimo, dos veces cada año. Una, el 31 de diciembre, con las uvas de mediodía, siempre que la pandemia lo permita de nuevo. La otra, tal día como este, cuando las fiestas de San Roque reciben al pregonero que enciende la mecha de la parranda patronal. Allá, en lo alto del balcón institucional, se encaramó a las ocho y media Xoanqui Ameixeiras, el cocinero de la gorra.
«Opa xentiña da boa, que gañas tiña de dicir isto», arrancó Xoanqui con una sentencia que, además de recordar su éxito televisivo, delata su origen ferrolano. No pasa nada. A estas alturas, nuestro cocinero, que al margen de chaquetilla viste desde su juventud algún que otro cinturón de kárate de nivelillo, es, como tantos otros, un vilagarciano más.
En su pregón de gorra se acordó de muchas cosas. Varias relacionadas con el noble arte de menear el bigote. Los bocadillos de jamón asado del Pernil, aquellas croquetas de Vicente, las hamburguesas de la Ceibe, la tortilla de Román o el bocata de calamares del Tranquilo. Las almejas de Carril y la plaza de abastos. Cortegada, Xiabre, marcado hoy de nuevo por las cicatrices del fuego, y la facilidad que un lugar como este ofrece para recorrerlo de punta a cabo en bicicleta.
Pero, sobre todo, el buen Ameixeiras se detuvo en la gente, con un guiño hacia A Perla. «Que os cativos poidan moverse con tranquilidade pasa porque neste pobo a boa xente é claramente dominante», proclamó el pregonero antes de dejar un mensaje para la reflexión y un canto a la fiesta: «Nunca deberiamos deixarnos levar por ese cada vez máis estendido individualismo, e en Vilagarcía lográmolo combater dun xeito natural, con empatía, educación e respecto». Sin tiempo para mucho más, porque en ocasiones el orden de los factores sí altera el producto, el grito de guerra: «Viva San Roque».
En familia. Xoanqui Ameixeiras estuvo acompañado en el balcón institucional por el alcalde, Alberto Varela, que le impuso la insignia de oro de la ciudad, y por su familia: Marga, Gael, Nuno y Zoe. «A tranquilidade dá confianza para poder tomar decisións tan importantes na vida como a de formar unha familia», reconoció el cocinero. Se puede decir más alto. Mejor, no.