La parroquia ferrolana retomó la fiesta etnográfica que ensalza la colaboración vecinal y recuerda los antiguos trabajos del campo
14 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La malladora recuperada hace años con la colaboración vecinal escupía ayer sin parar las briznas de paja. Mientras unos se afanaban en apilarla en un pajar, otros separaban el grano y un grupo más se encargaba de atender al motor de la máquina. Esmelle honró ayer el viejo oficio del campo de la cosecha y obtención el trigo en la edición de su Festa etnográfica da malla que recuperó la normalidad. Tras una celebración limitada el pasado año, en esta ocasión el público arropó a media mañana, y una vez despejada la niebla, a los cerca de 25 participantes en la recreación.
Las labores se prolongaron hasta bien entrado el mediodía, cuando el presidente vecinal, Miguel Parra, hacía balance de una actividad que se celebra desde hace unos ocho años y que espera que la próxima edición tenga aún mayor repercusión. En la de ayer participaron personas procedentes hasta de Xermade, que vivieron las mallas reales de jóvenes y que lo que «antes hacía por obligación ahora lo hacen por devoción», apuntaba Parra. «Es un privilegio escucharlos», añadió. Además, este encuentro busca «que los niños se enteren que las cosas se hacen fuera de los supermercados» y también mostrar «la unión que había de la gente», cuando los vecinos colaboraban mutuamente en tareas como la malla.
La fiesta forma parte de la Semana Cultural de Esmelle, cuyas actividades, habitualmente concentradas en varios días contiguos, se dispersaron entre los sábados de julio y agosto debido a la incertidumbre que había sobre la evolución del covid, para evitar tener que suspender todo el programa en caso de restricciones. La siguiente cita será el próximo sábado, cuando está prevista la celebración de la Romería Castrexa.