Vilagarcía prescinde del aporte acuífero oficial por la alerta de sequía
16 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Fue allá por 1983, o quizás en 1984 porque no está la cosa muy clara, cuando cayó el primer caldero de agua desde un balcón en Vilagarcía. La culpa la tuvieron una charanga vasca y aquellos que le hicieron caso cuando los músicos reclamaron el líquido elemento en un 16 de agosto de mucho calor. Aquel primer caldero se fue convirtiendo año a año en muchos más, y en una fiesta espontánea que acabó oficializada. Oficializada desde 1991, cuando apareció el primer camión de bomberos y se delimitaron la zona húmeda —en la que cualquier remojón está permitido— y la seca. Desde aquel 1991, solamente en una ocasión —en aquel 2006 en el que los incendios asolaron Galicia— la Festa da Auga se había quedado sin los manguerazos oficiales. Hoy será la segunda vez y, como sucedió hace 16 años, es probable que también llueva. Tardó el Concello de Vilagarcía en tomar una decisión, que no llegó hasta la semana pasada, pero la alerta por sequía que se vive en muchos puntos de Galicia desniveló la balanza. No habrá mangueras en los puntos en los que se solían colocar para aplacar las húmedas ansias de las sedientas hordas.
¿Significa eso que se suspende la Festa da Auga? No, en absoluto. Lo que implicará es lo que el gobierno local vilagarciano ha definido como una vuelta a los orígenes. Es decir, el líquido saldrá exclusivamente desde los balcones de los edificios de la zona húmeda y también de algunas de las fuentes, la de chorros de la plaza de A Independencia y las de botón de los parques. Es el único cambio, de calado eso sí, que vivirá hoy la Festa da Auga. No habrá manguerazos, pero sí calderazos y, sobre todo, pistolas, globos y cualquier tipo de artilugios preparados para mojar a todo aquel que se ponga a tiro.
La parranda acuática arrancará después de que una multitud de personas acompañen la subida de la imagen de San Roque desde la iglesia de santa Baia hasta la capilla en el barrio que lleva su nombre. Todo bajo los acordes del pasodoble Triunfo, interpretado por la Banda de Música de Vilagarcía, y con los porteadores de la imagen realizando un baile muy particular y prácticamente al trote. Llegará luego la interpretación del himno gallego y el momento del pregón. Será este año la jugadora de baloncesto del Cortegada Sara Gómez la encargada de leerlo y de lanzar, luego, el primer caldero oficial sobre la enfervorizada multitud. Y, a partir de ahí, arrancará el despiporre. Aunque, en realidad, la fiesta arrancó muchas horas antes, con el macrobotellón que se alargó durante toda la noche y que atrajo a miles de jóvenes de toda Galicia a Vilagarcía. Renfe aumentó la capacidad de sus trenes con 900 plazas más, pero eso no evitó que fuera prácticamente imposible conseguir ayer un billete para llegar a la localidad arousana. Muchos de ellos estarán ya viajando de vuelta a sus domicilios cuando todavía estén sonando los acordes de Triunfo. Esos no echarán de menos las mangueras porque ya no entraban en sus planes disfrutar de ellas. Unas mangueras que, por cierto, habrá que ver si regresarán a una Festa da Auga que, ya adelantó el gobierno local, quizás habrá que repensar.