Cientos de turistas llenaron el centro histórico mientras que algunos museos cerraron al coincidir el festivo con lunes
16 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.«Nunca vimos un Lugo tan cheo de xente un 15 de agosto. Antes, aquí pechaban ata os bares porque todo o mundo se ía ás aldeas e á praia e ninguén nos visitaba, pero agora dá gusto ver que veña xente de fóra a visitarnos», comentaban María José Santiso y Christian Villamide, dos artistas lucenses que recién llegados de Roma disfrutaban de un paseo por el centro de Lugo y valoraban la tranquilidad y el patrimonio de la capital lucense.
Desde antes del mediodía, se podían ver numerosos turistas (algunos en grupos con visitas concertadas) por las calles del casco histórico. La variedad de motivos y de procedencias era amplia, incluidos visitantes de Francia, Italia, Estados Unidos o Alemania. Los había que venían por el deporte, desde Albacete, por el partido contra el Lugo: «Aquí se come mucho más que bien», decían. También varios grupos eran de lucenses que mostraban orgullosos la ciudad a familiares que estaban de visita: «Le enseñamos la ciudad a nuestra sobrina y estamos felices de verla así de gente, de que por fin se la reconozca», explicaba una familia de Lugo ante la puerta del Museo de la Domus.
Este centro arqueológico que depende de la USC, junto con el Museo Provincial (de la Diputación) y el Centro de Interpretación del Camiño Primitivo (de la Xunta) estuvieron ayer cerrados al público al coincidir el festivo con su día de cierre, el lunes. Sí estuvieron abiertas, tanto por la mañana como por la tarde, las salas arqueológicas del Concello y los edificios municipales del MIHL y de O Vello Cárcere.
«Somos da Fonsagrada e trouxemos aos nosos parentes de Asturias a Lugo para que o coñeceran, e polo que están a ver, gústalles moito a cidade», explicaba una familia numerosas de varias generaciones en la Praza do Campo, donde a partir de la una del mediodía las terrazas estaban repletas. Algunos negocios siguieron la tradición y cerraron por descanso (los de Bispo Basulto, todos), pero los que abrieron sus puertas no daban abasto por los clientes que llegaban.
«Lugo es una ciudad acogedora, una ciudad para conocer, para degustar, nos encanta venir», explicaba Miguel Ángel, un leonés junto con su mujer y su hija, mientras buscaban una terraza en la que descansar un rato de su paso en la Praza do Campo. A escasos metros se encuentran otros de los lugares más fotografiados y visitados de la ciudad, las dos tiendas se suvenires junto a la Catedral.
«Nunca habíamos venido y en las pocas horas que llevamos en Lugo, nos encanta lo bien conservada que está», explicaba un grupo de cinco turistas de Madrid y Barcelona, mientras compraban los detalles para regalar a sus familiares al regreso de unas vacaciones que les habían llevado hasta la Ribeira Sacra y ayer ponían fin en Lugo: «Estábamos cerca y como nos han dicho que aquí se come muy bien, pues paramos antes de regresar a casa», explicaban.
Y sin duda el otro espacio emblemático para los turistas es Pío XII y la vista de la Catedral desde la Muralla, donde no hay turista que no se lleve una foto de este lugar: «Nos llama mucho la atención que la gente pasee o corra por encima de la Muralla de Lugo. Es un lujo, algo que nunca habíamos visto», explicaba una familia de Madrid cuando se le pregunta qué es lo que más le llama la atención de Lugo.
Los turistas aprovechan la ofrenda de la patrona para ver la Catedral
Ayer al mediodía se abrieron las puertas de la Catedral por unos minutos para dar acogida a los miembros de la corporación de Lugo (fueron siete concejales, tres del PSOE y cuatro del PP) y a los fieles que participaron en la misa y posterior ofrenda en honor a la patrona de la ciudad, la Virgen de los Ojos Grandes. La ceremonia la presidió el obispo Alfonso Carrasco Rouco.
Esta ceremonia fue la mejor oportunidad que tuvieron los turistas para entrar en el templo lucense y verlo de manera gratuita, ya que en pocos minutos se volvieron a cerrar todas las puertas y solo se permitía el acceso a través de la puerta de la fachada que controla la entrada al museo, el claustro y la visita pagada a la Catedral. Empezada la misa, que duró más de una hora, algún fiel reclamó el acceso para seguir la homilía. Una vez dentro, para poder salir, solo era posible por la fachada de Pío XII.