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Las colas en el acceso, otro patrimonio de la Catedral de Santiago: «Vinimos temprano pero, aún así, ya hay gente»

LUCÍA ROIBÁS / S. L. SANTIAGO / LA VOZ

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MALENA FERNÁNDEZ

Cientos de visitantes llenan A Quintana a diario esperando para entrar al templo

18 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El reloj de la Catedral marca las once en punto en A Quintana y la plaza ya está a rebosar. La situación se repite a diario desde principios de verano: miles de turistas abarrotan el casco histórico a partir de primera hora de la mañana. Ni las temperaturas récord registradas durante el mes de julio ni la lluvia que acompañó en los recorridos por Santiago esta semana frenaron las ganas de los visitantes de conocer los distintos rincones de la ciudad.

De entre todos los atractivos turísticos, la Catedral se lleva la palma. Las filas para acceder a la basílica se prolongan día tras día desde la escalinata de A Quintana —donde se concentra la mayor afluencia de personas— hasta la entrada de Praterías. «Llevamos en la cola unos diez minutos. Llegamos a Santiago esta mañana y nos vinimos aquí temprano porque sabemos que en estas fechas lo normal es tener que esperar mucho tiempo, y más siendo Año Santo, pero aún así ya hay bastante gente», comenta una pareja procedente del País Vasco.

Ni siquiera los más madrugadores son capaces de asegurarse la entrada por el Pórtico de la Gloria sin esperas, porque quienes quieren presenciar alguna de las primeras misas del peregrino del día acaparan los accesos desde bien temprano, ante la imposibilidad de poder reservar turno para una determinada hora y el temor de quedarse sin un hueco en el altar mayor en el momento de la eucaristía. «Llegamos sobre las once, con intención de ir a la misa de las once y media, pero no pudimos entrar y tenemos que esperar a la siguiente», lamenta un grupo de peregrinas recién llegadas de hacer el Camino inglés.

Sin embargo, el ambiente frente a la Puerta Santa es más relajado hasta entrado el mediodía, cuando también comienzan a formarse colas. «Como por aquí solo se puede acceder al sepulcro del Apóstol, a primera hora algunos peregrinos prefieren pasar directamente por el Pórtico para ver toda la Catedral», apunta uno de los encargados de seguridad de la basílica. Otro de los factores que propicia que la circulación sea más fluida y que no se creen grandes aglomeraciones es la prohibición de abrazar al Apóstol, que sigue vigente desde que la Catedral reabrió sus puertas en julio de 2020, tras más de tres meses cerrada a causa de la pandemia. La medida sigue pillando por sorpresa a los menos previsores, que cuentan con poder besar al santo una vez dentro del templo y se encuentran con la negativa del personal de seguridad en la propia entrada.

MALENA FERNÁNDEZ

«Con toda la gente que había nos perdimos la misa del peregrino»

María José, Fátima, Marina y María llegaron a Compostela a primera hora de la mañana de ayer. Procedentes de Aranjuez, Leganés y Barcelona, recorrieron a pie las cinco etapas del Camino inglés, partiendo desde Ferrol y andando 112 kilómetros en total. A su entrada a la ciudad, sin apenas descansar, esperaban poder presenciar una de las misas del peregrino, pero, tras aguardar pacientemente en la cola, les informaron de que no podían pasar con las mochilas. «No lo sabíamos y nos chafó un poco los planes, porque nuestra intención era visitar la Catedral y quedarnos a la misa». Sin embargo, se vieron obligadas a ir hasta el albergue donde se alojan, volver de nuevo al templo y esperar de nuevo en la fila. «Al final, con toda la gente que había, nos perdimos la misa, así que tendremos que volver esta tarde», se quejaban.

MALENA FERNÁNDEZ

«La cola es larga, pero el tiempo de espera no es demasiado»

Tras pasar por Vigo y A Coruña, una familia llegada de Medina Sidonia (Cádiz) recalaba ayer en Santiago. A diferencia de otros visitantes, solo reservaron un día para ver la capital dentro de su ruta por Galicia, por lo que se colocaron a las diez y media de la mañana en la fila para entrar a la Catedral por Praterías, renunciando a cruzar la Porta Santa y convencidos de no tener que esperar demasiado para poder acceder a la basílica. «Solo vamos a estar un día aquí, mañana ya nos vamos, así que queríamos aprovechar al máximo y llegamos relativamente temprano», explicaban. A pesar de que se encontraron con una larga fila, no tuvieron que aguardar demasiado bajo el sol: «La cola es larga, pero el tiempo de espera no es demasiado. En cinco minutos hemos avanzado casi todo el tramo hasta la entrada».