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Eliades Ochoa trasladó la magia de su guitarra y de su voz a Vilagarcía

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

VEN A GALICIA

Martina Miser

El músico cubano se marcó un concierto, quizás algo corto, pero que fue espectacular

20 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Sonaban los compases de El Manisero cuando apareció Eliades Ochoa en el escenario de A Xunqueira. Él caminó despacito, que las prisas no son buenas, como cantaban aquellos. Caminó con total seguridad. Con su sombrero de ala ancha perfectamente colocado, no de medio lao, y vestido de negro. Hay una leyenda urbana que dice que existe una fotografía en la que él y Compay Segundo están sin el sombrero, pero en Vilagarcía sí lo lució. 

Sonaban los compases de El Manisero, decíamos, mientras Eliades avanzaba hacia su lugar. Paso lento, seguro, con son, que, como el flamenco, igual se ve también en los andares y en los gestos. Él lo tiene. Con su guitarra de ocho cuerdas al hombro y vestido de negro, claro está. En cuanto le conectaron el instrumento y, tras saludar a su banda —espectacular banda— con un gesto con la cabeza, esperó unos segundos y se arrancó con el Arrímate pa’cá’. Y surgió la magia. 

No fue una magia multitudinaria porque en A Xunqueira, imposible negarlo, no había demasiada gente. Cosas que pasan. Llega un señor con algún Grammy en su estantería y usted como quien ve llover. Y al señor de los Grammies le encantó lo que escuchó antes de subir al escenario. Mandó piropos —hasta en un par de ocasiones— a Xaiba, que habían actuado antes que él. «Cuiden de esa música», soltó Eliades.

Con 76 años a cuestas, el cubano dominó la situación. «A ver si voy a tener que bajar yo del escenario a bailar», soltó tras el tercer tema. No hizo falta, claro está, porque todo el mundo comenzó a cimbrear las caderas mientras él hacía sonar algunos de sus grandes éxitos. «No vamos a tocar ahora el Chan Chan, porque en cuanto lo hagamos se van y nos dejan solos», espetó. El Chan Chan es el gran tema del Buena Vista Social Club, ese proyecto que cumplió 25 años en el 2021 y que sirvió para dar visibilidad a la música tradicional cubana. Allí estaba, hecho casi un chaval, Eliades, rodeado de mitos como Compay Segundo, Manuel Puntillita Licea, Ibrahim Ferrer o Barbarito Torres. Todos ellos actuaron en el mítico Carnegie Hall, de Nueva York.

Es decir, el tipo que estuvo en la noche del jueves en A Xunqueira pisó hace unos años una de las salas neoyorquinas más míticas. Y allí estuvo el jueves, reconociendo en el micrófono del escenario vilagarciano que aquel proyecto dio luz a la música tradicional cubana, justo antes de parar el concierto para preguntar si los del fondo escuchaban bien los sones en Vilagarcía. Hubo tiempo para que disfrutáramos de un changüí, esa música tradicional de la zona de Guantánamo, como el propio Eliades explicó, y también de varios de sus grandes clásicos como Píntate los labios María o el Yiri Yiri Bon, que aseguró Ochoa que sonaría hasta que «ustedes quieran».

Martina Miser

 No duró mucho ni el son del Yiri Yiri Bon ni el concierto en general, que se alargó poco más. Eliades aceptó otra de las peticiones del público y cerró la actuación con Candela. Antes había sonado el Chan Chan y en contra de sus pronósticos la gente no se marcó tras escucharlo, porque, a veces, los genios también se equivocan. Se echaron en falta algunos temas más, quizás, porque la actuación rozó los ochenta minutos y poco más. El bis, pedido por el público, fueron unas guantanameras, que entendió el maestro que era lo que la gente demandaba. Y hasta ahí llegó el asunto. Con el mismo andar despacito, desprendiendo el mismo son con el que entró, se marchó Eliades. Quienes no fueron a verlo se perdieron una oportunidad única de ver a toda una estrella de la música, a la pura historia de la música, en Vilagarcía. Ellos sabrán. O quizás el problema es que, en realidad, no saben aunque lo crean.