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Adiós a la pandemia: el Camino del Norte y el del Primitivo recuperan la animación

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

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Peregrinos en el tramo del Camino Norte que pasa por Castroverde
Peregrinos en el tramo del Camino Norte que pasa por Castroverde REBECA

Dueños de albergues de A Fonsagrada y de Baleira destacan la llegada de extranjeros

23 ago 2022 . Actualizado a las 14:31 h.

El Camino del Norte y el Primitivo recuperan el tirón tras la pandemia. Las estadísticas aportadas por la Xunta, sin haber transcurrido aún ocho meses de este año santo, demuestran que las dos rutas muestran de nuevo un aspecto de animación, en la línea con lo que ocurría antes de la irrupción del coronavirus.

Tomando como referencia datos del pasado jueves, el Camino Primitivo ha tenido desde el 1 de enero 12.930 peregrinos. Esa cifra lo coloca ligeramente por delante de la ruta del norte, por la que en lo que va de año han pasado 12.641 personas. El Camino Primitivo es el quinto itinerario por volumen de peregrinos, y el del Norte, el sexto. El Camino Francés (138.796 personas) ejerce este año, como de costumbre, un liderazgo arrollador, de igual modo que el segundo puesto del Camino Portugués (56.647) parece inalcanzable para los otros itinerarios. El Camino Portugués por la costa, que entra en Galicia por A Guarda y se une con el otro en Redondela, es tercero (17.585), y el Inglés (14.551), cuarto.

Para comprender mejor por qué el Camino del Norte y el Primitivo, las dos rutas que entran en Galicia procedentes de Asturias y que acaban confluyendo con el Camino Francés, están de nuevo en una situación parecida a la de antes de la pandemia, conviene recordar cómo fueron las cifras antes de la pandemia. En el 2018, por el Camino del Norte pasaron 19.040 peregrinos (fue el tercero y representó el 5,82 % del total), y por el Primitivo, 15.038 (fue el cuarto y supuso el 4,59 % del total). Si se miran los datos del 2019, último año antes de las restricciones causadas por los casos de coronavirus, las dos rutas ofrecen datos muy parecidos (19.019 peregrinos en el Camino del Norte y 15.780 en el Primitivo).

Esos dos años, además, las dos rutas fueron tercera y cuarta, respectivamente, por el número de personas que las eligieron para llegar a Santiago. Ese auge llegó poco después de un espaldarazo internacional, puesto que las dos fueron declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en el 2015. Esa distinción llegó tras una promoción iniciada a finales del siglo pasado, que tuvo en la parte pública medidas como la creación de albergues: los de Baamonde y de Vilalba fueron los primeros del Camino del Norte en el tramo chairego, igual que los de Ribadeo y de Vilanova de Lourenzá en A Mariña.

La oferta pública fue pronto completada por la privada. Tras el aumento de plazas de alojamiento, encontrar sitio para dormir no parece ser un problema. Las impresiones de responsables de albergues no son malas, aunque tampoco niegan que esperaban una ocupación mayor y hasta aseguran que las repercusiones de la guerra de Ucrania se notan en el Camino de Santiago.

«Sen encher todos os días»

Daniel Valle (del albergue Lar Xabarín, de Abadín) explica que este año hay peregrinos españoles y extranjeros, pero que se ven menos de países como Polonia y Hungría y lo relaciona con el conflicto ucraniano. «Temos unha ocupación boa, pero sen encher todos os días», dice. El municipio abadinense es un ejemplo de la creación de albergues, situados no solo en la capital del municipio sino en parroquias.

Carmen Saavedra Lourés, que en Miraz (Friol) atiende el albergue Ó Abrigo, afirma que el principio de semana es el momento de más animación. No le sorprende, porque es cuando pasan, dice, los peregrinos que han salido de Vilalba y que así cubren la distancia mínima (100 kilómetros) para lograr la compostela. En su caso, explica, el mes de junio fue bueno, y el de julio, similar, sin un fuerte crecimiento hasta los días anteriores al 25.

Admite que las cifras de su negocio son por ahora inferiores a años como el 2018 o el 2019, antes de la pandemia, aunque también reconoce que la capacidad de su albergue, que tiene 38 plazas, lo hace más difícil de llenar que otros establecimientos del ramo.

En el Camino Primitivo, mientras tanto, hay impresiones que van de un cierto optimismo a abierta satisfacción por cómo van las cosas. Al primer grupo pertenece Rubén Muñiz, cuya familia abrió, hace años, el albergue A Pociña de Muñiz en Moreira (Castroverde). Cree que este camino ya está recuperado tras el brusco parón del 2020, aunque también considera que las cifras esperadas eran algo superiores a las actuales tras el buen comportamiento del mes de junio.

Masificación, menos encanto

Muñiz tampoco vería con buenos ojos una gran proliferación de peregrinos: «Se está masificado, perde o encanto», dice. El Camino Primitivo destaca por el escaso movimiento en invierno, algo que parece relacionado con los rigores del invierno en los municipios por los que pasa, pero Muñiz cree que septiembre aún puede ser un buen mes para la ruta.

«Moi ben, moita xente», dice Mery Vázquez —del albergue Porta Santa, de O Cádavo (Baleira)—. Asegura que está siendo un año muy bueno, caracterizado por la presencia de peregrinos españoles y extranjeros. «A xente tiña gana», dice para explicar la presencia de caminantes de otros países. «Moi ben, a tope», afirma Roberto López, que en A Fonsagrada atiende el albergue Casa Cuartel; explica que julio y agosto, «coma sempre», fueron meses buenos, con clientes españoles y extranjeros.