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Cómo disfrutar de la vida natural en pleno agosto y sin salir de Vigo

Antón Lois (Amigos da Terra) VIGO

VEN A GALICIA

PEDRO FIGUERAS

El espectáculo está donde acaba el asfalto: corzos, insectos, setas...

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos sorprendería lo poco que tendríamos que alejarnos de Porta do Sol esta noche para escuchar el ladrido de los corzos en celo, y es que en el ecuador del verano la vida está muy activa estos días. Por eso, hoy queremos invitarles a disfrutar del espectáculo natural que empieza donde terminan las aceras y el asfalto y todavía se pueden ver las estrellas.

Agosto es el reino de los insectos, algo que nos recuerda cada noche la visita de los mosquitos, que, como bien decía el Dalai Lama, «si piensas que eres muy pequeño para marcar una gran diferencia, prueba a intentar dormir con un mosquito en la habitación»- También lo recuerdan el rítmico sonido de los grillos frotando sus alas (¿sabían que contando la frecuencia de sus chirridos se puede calcular la temperatura ambiente?), las cigarras y saltamontes, las polillas nocturnas (algunas, como las esfinges, de respetable tamaño) y la ya casi extinta luz de las luciérnagas, víctimas de la contaminación lumínica.

Durante el día encontramos la explosión de colores del vuelo de las mariposas en campos, huertas, zonas de montaña e incluso al borde del mar donde nos sobrevuela el Macaón y la Vanessa atalanta. Semejante abundancia de insectos implica que proporcionalmente se pongan las botas las especies insectívoras, el mejor insecticida jamás diseñado. Muchas arañas hacen el nido ahora o transportan a sus crías a la espalda. Sean indulgentes si alguna se nos cuela en casa y recuerden que es mejor invitarlas amablemente a salir (con un poco de ayuda) que matarlas.

El murciélago común está también en plena época de cría mientras golondrinas y vencejos, con sus pollos ya crecidos, aprenden de sus progenitores el arte del vuelo y la caza de insectos acumulando energía para su migración al final de verano. Con todas las aves en general ya es complicado distinguir a los pollos de este año de los adultos, al menos en cuanto a su tamaño, que no en muchos casos en su plumaje. El tono más pardo de las gaviotas patiamarillas, en un alarmante descenso de sus poblaciones, las diferencia de los adultos.

Más cerca del suelo empiezan a salir a la superficie desde sus nidos enterrados muchas especies de lagartos y culebras y en las charcas las ranas y sapos van completando su metamorfosis, y empezarán a comer insectos también, allí les acompañan las crías de salamandra rabilarga, una de las joyas endémicas de nuestra fauna. Les sobrevuelan las libélulas, cuyas larvas estarán mucho tiempo en el agua al mismo tiempo que los caballitos del diablo están a punto de terminar su ciclo vital.

En algunos ríos que conservan cierto caudal, como el Miño, las lampreas están en plena puesta, poniendo unos 1.500 huevos cada una, nada más, aunque muy pocas llegarán a adultas. Zorros tejones y comadrejas terminan la lactancia de sus crías, contempladas displicentemente desde el mar por las nutrias que hacen lo propio buscando en este delicado momento zonas tranquilas sin presión humana, cosa bien difícil en verano, como hacen los pollos del chorlitejo patinegro que heroicamente han conseguido sobrevivir al acoso de los veraneantes y los perros sueltos en las playas que invaden las dunas.

Las cuatro gotas de lluvia fina caídas esta semana, insuficientes para paliar la sequía, han conseguido al menos refrescar la parte superficial de los suelos (especialmente importante en las zonas incendiadas) y también permitieron que algunos hongos dieran sus frutos, y así hemos podido ver Boletus estivalis (su apellido ya nos da una pista) senderuelas y alguna valiente rúsula. Estos frutos silvestres le hacen compañía a las moras y arándanos y una buena cantidad de frutales en todo su esplendor. A su lado están el torvisco y los madroños que tienen simultáneamente flores y frutos.

Y así podríamos seguir con mucho más, pero que al menos estas pinceladas un tanto desordenadas sirvan para recordarnos que, aunque cada vez más expulsada de la ciudad, ahí fuera la vida sigue y de ella depende directamente nuestra propia supervivencia. Disfrutemos del espectáculo del que formamos parte con respeto, cuidado y calma.