La banda británica liderada por Brian Molko y Stefan Oldsal mostró su sonido más brillante en Ourense
26 ago 2022 . Actualizado a las 23:27 h.El dúo británico Placebo hizo parada en Ourense en su gira mundial antes de cruzar a Norteamérica para ofrecer un emocionante concierto en el que presentaron su último álbum de estudio Never Let me Go. Los londinenses repasaron una discografía que se remonta a mediados de los noventa y que ha evolucionado de un sonido más punk con guitarras desgarradas que acompañaban a letras oscuras a una mayor presencia en la actualidad de los sintetizadores y coros que aportan color, sin perder la esencia del sonido Placebo.
El concierto de Expourense, enmarcado dentro de la programación del Xacobeo, permitió ver la única actuación de Placebo en formato extenso, pues esta misma semana estuvieron actuando en el festival luso de Vilar de Mouros. La presencia escénica de Brian Molko llenó el auditorio ourensano con su cristalina voz y su atractiva estética andrógina. Placebo deleitó al público de Ourense con sus temas más melancólicos y lo levantó con la fuerza de sus poderosas guitarras atenuadas con el brillo del sintetizador de Stefan Olsdal. En la tierra de las orquestas y del reguetón que arrastran masas, el poder de la guitarra de Placebo inundó el auditorio de Expourense con una música personal y creativa, que mantiene aquel sonido particular y profundo que cautivó a David Bowie. Precisamente el tema Happy Birthday in the Sky,incluido en su último trabajo, y dedicado a su malogrado padrino artístico de Placebo, fue uno de los que conmovió al público en los primeros compases.
El grupo de Brian Molko y Stefan Olsdal, enfrascado en disfrutar en directo de los temas de su último lanzamiento discográfico después de años de ausencia, volvió generosamente la vista atrás para repasar su rico repertorio que se inició en 1996.
Y aunque Olsdal afirmó en en La Voz que ya les interesan otras músicas, las guitarras y el bajo distorsionados fueron el sonido predominante en la calurosa sala ourensana. The Prodigal y otros temas luminosos del último disco, como campanillas sintéticas, aportaban brillo en una sonoridad intensa y pesada. La sobriedad estética de Molko y Olsdal en el escenario, los dos en el frente, con la banda detrás, y unas discretas pantallas en blanco y negro que reproducían la actuación, daban todo el protagonismo a la música. Y el público pudo disfrutar, holgadamente, de uno de los grupos que han marcado las dos últimas décadas de la escena alternativa.