Patrocinado por

Frank sin Ancla: el templo sónico que Julián Maeso hace crecer en Pedras Negras

LETICIA CASTRO O GROVE / LA VOZ

VEN A GALICIA

LETICIA CASTRO

El músico toledano instala en San Vicente un museo de instrumentos con historia en el que tomar una copa y disfrutar de actuaciones en directo

03 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los grandes tesoros, se esconden en ocasiones donde uno menos se lo espera, y eso es lo que verdaderamente les añade un halo de romanticismo que los hace más valiosos. Que se lo pregunten si no a Julian Maeso, reconocido músico manchego que desde hace meses ha establecido su residencia en San Vicente do Mar para crear un auténtico museo que ha dado en llamar Frank sin Ancla. Un espacio que conjuga arte, música en directo y mucha historia, y donde uno puede, además, tomar unas copas.

Maeso, que conoce desde hace muchos años la zona gracias al Náutico, sabe bien cómo se vive en esta parte de O Grove. Por eso probablemente lo ve como un buen sitio para echar raíces. El músico ha tomado las riendas de la antigua cafetería de Pedras Negras para convertirla en un templo musical, gracias a una extensa colección de instrumentos que permite viajar en el tiempo, observando desde las pianolas de principios del siglo XX hasta los sintetizadores de hoy en día.

Gramófonos y sintetizadores

Aquí puede uno encontrarse gramófonos, pianos acústicos o eléctricos, entre los que se encuentra el Wurlitzer utilizado por Ray Charles, por ejemplo. A cada paso, un pedazo de historia por descubrir. Lo mejor de ello es que este museo al que cualquier persona puede acceder es interactivo: «La idea es despertar la curiosidad de quien nos visite, que puedan sentarse y tocar, probar cómo suena cada tecla y experimentar», explica el propio Maeso, que tiene en mente ofrecer visitas guiadas.

Frank sin Ancla es un espacio atractivo y misterioso donde suceden multitud de cosas, como las jam improvisadas, y donde de vez en cuando se proyectan películas. Un plan que el artista mantendrá en invierno, aunque en ocasiones contadas: «Abriré el club de jazz el segundo fin de semana de cada mes», promete. El resto del tiempo lo dedicará entre semana a potenciar el museo, ordenar la información de cada pieza a través de una audioguía o un código QR, y a restaurar los instrumentos que no funcionan, «que hay algunos», confiesa. Un arduo trabajo para poder enseñarlo «a escolares, por ejemplo», y emprender colaboraciones con las Administraciones públicas, con las que ya se ha puesto en contacto, de momento sin respuesta. Si alguien quiere hacer una visita y cenar podrá hacerlo, siempre previa reserva. Maeso abre el espacio a que la gente pueda grabar o hacer uso de cualquiera de los materiales. No solo de los instrumentos, pues allí hay también bibliografía especializada, partituras, vinilos y muchas más cosas. «Pondré unas tarifas y se podrán usar las piezas, esa es mi idea», relata.

El inicio de la colección

La mayor parte de los instrumentos los adquirió para tocar en directo o ir grabando, y también porque son piezas que le apasionan. Sobre todo los órganos Hammond, de los que es un consumado especialista: «Pero ya ves que me junté con un montón y había que darle sentido a la colección», explica. Fue entonces cuando creó la Fundación Alma Sonora, un proyecto que nació en Toledo pero que cree puede tener buena acogida en San Vicente. Trasladarlo todo hasta aquí no fue fácil; «me hicieron falta tres tráiler», comenta entre risas, pero tal vez este sea ya el lugar definitivo. Si uno observa el gran piano Wurlitzer 950 TA que preside la zona de cafetería, repleto de sonidos y con una estética barroca, puede llegar a comprenderlo. El instrumento, que fue diseñado para amenizar teatros y hacer música para cine, impresiona. Imposible no quedarse boquiabierto.