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Tambo guarda una trampa para peces que vigilaban los monjes desde Poio para que no les robasen

Marcos Gago Otero
Marcos Gago POIO / LA VOZ

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Restos de la ostreira del siglo XIX que se asienta sobre la antigua trampa medieval para peces en la isla de Tambo
Restos de la ostreira del siglo XIX que se asienta sobre la antigua trampa medieval para peces en la isla de Tambo M.G.

La estructura medieval está debajo de otra del siglo XIX

08 sep 2022 . Actualizado a las 04:48 h.

La playa principal de Tambo preserva una estructura en forma cuadricular de grandes proporciones, semisumergida y de origen medieval, que en siglos pasados sirvió para que los monjes de Poio pudiesen abastecerse fácilmente de pescado. Esta trampa para peces recibe el nombre de comboa y es una de las dos que la documentación antigua que se ha conservado cita para la ría de Pontevedra. La otra estaba en Os Praceres, pero ya no queda rastro.

Uno de los especialistas sobre la isla, Claudio Quintillán, explica que la estructura que se ve ahora en la playa, o en las imágenes aéreas de Google Maps proviene de los últimos años del siglo XIX, cuando Eugenio Montero Ríos, que se había convertido en el propietario de la isla, ordenó construir una ostreira. La piedra que sirvió para la obra la sacó de la propia isla, demoliendo un gran edificio del antiguo lazareto. Y para delimitar la ostreira aprovechó el murete medieval que habían levantado los monjes, en algún momento del período que va de los siglos XII al XV.

La ostreira no tuvo éxito y apenas funcionó un tiempo, pero Quintillán sostiene que la comboa sí lo tuvo y sirvió para proveer de pescado la mesa de los monjes de Poio durante unos cuantos siglos.

El sistema de la comboa era fácil y eficaz a la vez. Los muros que creaban el gran recinto semisumergido quedaban ocultos en marea alta, cuando el mar los cubría, y a la vista cuando la marea se retiraba. Quintillán comenta que al tratarse de una estructura cerrada, los peces que estaban en el recinto en la pleamar no podían escapar en la bajamar. Así era mucho más fácil poder pescarlos con las artes de pesca y aparejos de aquellos siglos.

El concejal socialista de Poio Gregorio Agís comenta, además, que la comboa de Tambo estaba alineada con el monasterio. Los monjes podían tener una perfecta visión del recinto, tanto en marea baja como en pleamar y, de esta forma, impedían que los intrusos les robasen el pescado encerrado en el recinto porque lo veían. La comboa solo cayó en desuso a finales de la Edad Media.