Los zorros acabaron con ellas hace al menos 16 años, pero ya no quedan y las aves han vuelto a nidificar
11 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.En una fecha difícil de precisar, pero hará tal vez unos 16 años, alguien llevó zorros a la Lobeira Grande. La isla del faro y principal del archipiélago del mismo nombre en la ría de Corcubión (y perteneciente a este municipio), que se extiende hacia la Pequena y por un numeroso grupo de salientes pétreos que tienen más o menos superficie dependiendo de las mareas.
Los zorros, al margen de aportar cierto exotismo a la fauna, sobre todo se cargaron a las gaviotas, comiendo los huevos de sus nidos y espantando las llegadas. Fue muy notorio, ya que la abundancia de estas aves (los cormoranes son muchos menos) era muy conocida, y en épocas de cría resultaban especialmente virulentas con los (entonces) escasos visitantes humanos.
Lo de los 16 años es un cálculo, porque un vecino de la zona y gran conocedor y asiduo al lugar, Valentín Abelleira, narraba a La Voz en el 2008 que dos años antes ya había atrapado cuatro de los zorros, dos machos y dos hembras, aportando alguna imagen. Lo hizo con trampas simples con cajas, las mismas que posiblemente emplearon quienes llevaron allí a los cánidos, empleando tiempo y lancha. Y a saber por qué: tal vez para eliminar molestias, o por lo que fuese.
El caso es que las gaviotas han vuelto a nidificar, y en los últimos tiempos se ven más, reemigrando desde la Lobeira Pequena, adonde parece que se fueron muchas. David Trillo, asiduo (hay días que varias veces, con su taximar) a la isla, ha visto ya varios nidos. Y eso ocurre porque las aves se han dado cuenta de que los zorros ya no están. Y de eso hace ya algún tiempo. Poco a poco recobran la confianza, en un lugar que siempre fue su asentamiento, como se puede ver con sus excrementos. Por ejemplo el conocido Petón do Merdeiro, tan blanco como si estuviera pintado. «Moitas pedras levaban tempo impolutas, agora volven a branquear», señala Trillo. Buen conocedor de los vericuetos de la isla, explica que esta primavera ha sido la primera en la que ha visto nidos. Y, sin zorros, ya no será la última.