
En una de las balsas son innumerables los ejemplares de anfibios
11 sep 2022 . Actualizado a las 12:10 h.El Monte Neme ha cobrado vida en los últimos tiempos. Una de sus balsas sirve de ejemplo al reunir cientos de ejemplares de ranas que irradian vida con su croar. Ahora se ha regenerado y es un humedal. Sucede en una laguna de unos 3.400 metros cuadrados que se ubica al borde del camino de Monte Neme a Razo, en el curso de un regato que desemboca en el gran arenal carballés.
Este espacio albergó durante años una mina y una cantera. Se extraía wolframio, entre otros minerales. En la actualidad, está prohibido acceder al recinto por motivos de seguridad. Hay grandes taludes y pozas de color turquesa por el efecto de un compuesto químico, que puede causar reacciones al entrar en contacto con el cuerpo humano. Así, se encuentra delimitado por una red metálica que presenta un estado de conservación deficiente. No obstante, a este lugar es posible llegar por un sendero, aunque sin cruzar la valla.
Desde lejos se escucha la sinfonía de las ranas. Con unos prismáticos se puede observar una biodiversidad todavía mayor. El aroma de los helechos y la belleza de los zarzales en flor durante la primavera y ahora en fruto ayudan a disfrutar del entorno. El lugar está flanqueado por enormes piedras entre las que crecen dedaleras con su llamativa flor de color púrpura intenso. En temporada, un perímetro conformado de retamas amarillas protegen el ecosistema.

No falta, muy cerca, un pequeño manantial naciente que surte de agua natural a la flora y la fauna. Diversas plantas conforman una alfombra sobre la balsa. Más animales llenan de vida este entorno. Al menos fueron contemplados una docena de patos comunes que conviven con otros más inusuales en la zona como es el caso de los zampullines chicos. Con los primeros rayos de sol, las libélulas conforman un espectáculo visual en determinados momentos del año. Protagonizan vuelos rasantes sobre la superficie acuática a velocidades de vértigo.

Los caballitos del diablo azules revolotean por el paraje, donde tampoco faltan las mariposas diurnas chupaleches, de las más hermosas. Son muy vistosas, con grandes alas que combinan los colores negro y blanco. A este insecto le gusta especialmente el polen de las plantas aromáticas.
La Xunta invertirá un millón de euros en la puesta en valor de este entorno antes del 2026. Hay antigua maquinaria y una parte de la estructura que todavía está en pie.