Entre el puente del ferrocarril por el que discurre la línea que conecta Pontevedra y Vigo, y el puente medieval de la parroquia de Ponte Sampaio se encuentra la Illa de Medal
17 sep 2022 . Actualizado a las 17:19 h.A buen seguro que todo aquel que sea usuario de la línea del ferrocarril que discurre entre las localidades de Pontevedra y Vigo se habrá podido fijar en el momento que el tren atraviesa el puente sobre la desembocadura del río Verdugo, en la parroquia pontevedresa de Ponte Sampaio, en una pequeña isla conectada con tierra por una suerte de puente levadizo. Es la Isla de Medal, también conocida como Insuíña.
Se trata de un espacio que, tal y como recogen los carteles informativos, «atesoura máis valores artísticos que naturais». Al margen de unos cuantos árboles —pinos y eucaliptos, mayormente— y arbustos de carácter ornamental, poco más hay.
Y sin embargo, es la comunión que existe entre esta naturaleza y el conjunto arquitectónico que alberga, así como con las vistas que ofrece, la que la convierte en, a juicio de muchos, una de las islas más bellas de la ría de Vigo, una apreciación que, por cierto, también plasman los carteles informativos.
Su nombre lo recibe por haber sido propiedad del pintor y ceramista Antonio Medal Carrera (1902-1986), quien hizo más fortuna como empresario con las minas de feldespato y arcilla que con sus obras a pesar de que fue un afamado y reconocido artista. A decir de los expertos, en vida del propio Medal en la isla se organizaron recitales y tertulias en las que habrían llegado a participar personajes de la talla de Castelao, Laxeiro, Manuel Quiroga o Ramón Cabanillas.
Tras su muerte en Vigo, este enclave siguió perteneciendo a la familia del pintor hasta que en el 2007 fue adquirido por el Ministerio de Medio Ambiente, que inició una serie de actuaciones encaminadas a recuperar su esplendor que concluyeron tres años después. Prueba de la minuciosidad con la que se llevaron cabo estos trabajos se encuentra en el hecho de que se emplearon documentos e imágenes antiguas que fueron cedidas por los allegados del artista.
Asimismo, se tuvieron que habilitar senderos para llegar a la isla, donde se recuperaron los jardines y se rehabilitaron algunas de las estructuras. Para adentrarse en Insuíña, uno tiene que cruzar un puente levadizo de madera que conduce a una portada de piedra de un solo vano y afilados pináculos de piedra en ambos extremos que alberga una inscripción que es toda una declaración de intenciones: «Pequeñita pero miña».
Con una superficie de unos 3.810 metros cuadrados, el visitante podrá disfrutar de la serenidad de este entorno contemplando la más tradicional de las estructuras gallegas, un hórreo, o disfrutar del palomar de estructura cilíndrica o del espectacular cenador que se levanta a escasos pasos de esta estructura.
El cenador merece un aparte. Rodeado de columnas de piedra, es un excelente mirador sobre la parte final del Verdugo, y ofrece una panorámica del puente medieval de Ponte Sampaio y del cercano monte de A Peneda. En su centro, mantiene intacta la mesa diseñada también por Medal, lo que permite al visitante trasladarse a un tiempo en el que era un punto de encuentro de la intelectualidad de la época en Pontevedra.
Superficie
Los 3.810 metros cuadrados están ajardinados y conservan árboles y arbustos ornamentales
Estructuras
Alberga un cenador, un palomar y un hórreo