La música suena a partir de ahora a cubierto con las salas intensificando su programación
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Con la actividad normalizada, los locales están pendientes del impacto de la crisis
20 sep 2022 . Actualizado a las 00:10 h.La música no se detiene con el fin del verano. Aunque quedan algunos festivales pendientes en este final de mes, ahora las salas toman el testigo para los amantes de los conciertos. Y lo hacen después de dos años recuperando el pulso anterior a la pandemia. En septiembre pasado eran muy pocos los micrófonos que estaban encendidos en estos locales. O lo hacían de manera muy esporádica. Eran tiempos de vaivenes en las restricciones, con aforos reducidos y de mascarilla. Pero esta vez la apertura de temporada se asemeja a la vieja normalidad. Sin ya ningún tipo de restricción por el covid, la programación recuerda a la del 2019. «Había unos 4.000 conciertos al año en Galicia en las salas y es el ritmo al que deseamos volver», asegura Tomás Legido, secretario de Clubtura, colectivo que aúna a los establecimientos de música en vivo. Hay 37 asociados en la comunidad, con 16 de ellos en la provincia coruñesa.
Una de las salas de referencia es la Capitol de Santiago, donde esta semana habrá tres citas y hasta final de año prevén acoger entre cuarenta y cincuenta conciertos, la mitad de los previstos para toda la temporada. En el 2021 solo pudieron empezar a programar con normalidad desde noviembre —la primera cita con público de pie había sido el día 7—. «Estamos volviendo al nivel habitual de actuaciones y de demanda», detalla su responsable de programación, Antonio Borrazás, que recuerda el bum en la recta final de la pasada temporada, sobre todo tras la retirada de la mascarilla. «Vino mucha gente y muy animada», incide. Eso sí, Borrazás explica que cada vez es más difícil programar bandas extranjeras ya que en España no se pueden poner entradas a precios tan elevados como en otros puntos de Europa.
También en la coruñesa Mardi Gras recuperaron el ritmo prepandémico programando unas sesenta noches con eventos hasta final de año. Incluso hay días con dos citas, como este sábado. Lo mismo sucede en el Garufa Club, que el 30 de septiembre del 2021 reabría sus puertas después de 19 meses, pero «hasta abril no hubo normalidad», recuerda su responsable, Pepe Méndez. Ahora detalla que su dinámica vuelve a ser la de prepandemia. Este mes acoge 14 conciertos y en octubre prevé 19. «La media mensual son dieciséis citas», afirma.
«Ahora ya estamos a cañón tras el verano», asegura Maximino López, de la sala ferrolana La Room, donde tienen todos los viernes y sábados conciertos con bandas gallegas, nacionales e incluso, en ocasiones, internacionales. «Estamos contentos con la respuesta desde que abrimos hace cuatro años», resalta.
Las salas de música en vivo suelen programar mayoritariamente a partir de septiembre puesto que el verano es temporada baja por la competencia de los festivales y eventos al aire libre, lo que lleva a algunos establecimientos incluso a cerrar sus puertas. Pero hay excepciones. Este es el caso de A Ventana de Laxe, que concentra su programación de conciertos en la temporada estival, coincidiendo con un mayor número de visitantes en la localidad. «Nos invernos está todo moito máis parado», afirma su responsable, Fernando Paredes, apuntando que los hábitos han cambiado y ahora los clientes se retiran más temprano.
Ya sin restricciones por el covid, desde las salas de música en vivo miran ahora con preocupación al impacto que tendrá la crisis económica. «Si la situación se tuerce, sabemos que nuestro sector es el primero que se resiente», asegura Pepe Méndez, de Garufa Club. También a ello se refiere Maximino López, de La Room, recordando que nunca es fácil vender entradas y la situación se complicaría más. De ahí el deseo de Borrazás, de Capitol: «Esperemos que no se cumplan los pronósticos».
«Volvemos con toda nuestra fuerza y ahora necesitamos que la gente regrese a las salas después de todo el verano con festivales al aire libre»
m. G.
Después de superar la pandemia con mucha incertidumbre, Tomás Legido, secretario de Clubtura y uno de los encargados de un estudio elaborado hace más de un año por la situación de estos locales en la provincia coruñesa, destaca que esta será la primera temporada sin pandemia, pero con el impacto de la guerra, lo que está elevando muchos los costes. Además, recuerda el papel que desempeñan las salas «ocupándonos de la parte más complicada del sector, ya que acogemos a las bandas más desconocidas de muchos estilos musicales con seguimiento minoritario».
—¿Cuál es la situación actual de las salas?
—Hay bastantes factores que nos hacen complicado volver a la normalidad. Uno es el tema económico, con personas que lo están pasando peor que antes de la pandemia. La segunda razón es que ha habido tanta música subvencionada y patrocinada durante el verano que la gente ha gastado mucho dinero y ahora le está costando volver a las salas. La gente se ha acostumbrado a unos precios de festivales gracias a los grandes patrocinios y si los comparan con lo que pagan en una sala, curiosamente, le parecen caros. Nosotros no podemos bajar más los precios, ya que el dinero de la entrada es directamente para el grupo. El tercer factor que lo complica todo más es que ahora estamos empezando a devolver los créditos ICO que toda empresa tuvo que pedir para no cerrar en la pandemia. Algunas salas cerraron, pero fueron pocas para lo que pudo haber sido. La verdad es que pensábamos que iba a ser más debacle para el sector, pero con la pasión que tenemos por la música, la gente ha tirado para adelante porque considera que es casi una labor social.
—En cuanto a la programación ya se puede hablar de normalidad.
—Realmente todas las salas hemos tomado ya la velocidad de crucero de la programación habitual anterior. Eso se debe, entre otras razones, a que hay muchísimos grupos que quieren tocar. Todos los programadores comentamos que recibimos muchísimas llamadas que no podemos atender porque, además, la mayoría quieren tocar el viernes o sábado; y nosotros no podemos multiplicar los fines de semana. Las salas volvemos con toda nuestra fuerza y ahora necesitamos que la gente vuelva a ellas después de estar todo el verano disfrutando con festivales al aire libre.
—¿Desaparecieron las ganas de volver a los conciertos en salas de música que había en marzo o abril y toca volver a tirar del público?
—Sí. Notamos que cuando volvimos a coger la normalidad y se pudo estar dentro de las salas sin mascarilla había ganas de conciertos y de verse. Ahora, la gente hizo un esfuerzo grande para estar en festivales y queda por saber cómo está el cajón del dinero dedicado al ocio.
—En el estudio que elaboraron junto a la Deputación da Coruña hace más de un año hablaban de tres cierres por la pandemia.
—Cerraron una en A Coruña, otra en Culleredo y otra en Vigo. Ha cerrado algunas más, pero ya no solo era por la parte musical, sino por otras razones. La mayoría de los compañeros aguantaron de forma milagrosa y están volviendo. Esperemos no ver cierres en el 2023 porque llega un momento en el que a la gente no le salen las cuentas ya que hay que devolver el crédito ICO; y perdiendo dinero es inviable.
—¿Cuáles son los principales retos de las salas?
—El reto principal es conseguir que toda la gente que ha estado disfrutando en festivales sepa que las salas estamos todo el año ahí y que en el invierno, cuando no hay festivales, tienen música en directo de calidad desplazándose, seguramente, bastante menos que lo que ha hecho para un festival. Es decir, que consigamos hacer atractivas nuestras programaciones. El reto es convencer a la sociedad de lo importante que somos las salas y que tenemos que seguir vivas.