A sus seis años, desfiló tras uno de los cinco féretros que procesionaron por la villa de A Pobra
18 sep 2022 . Actualizado a las 14:38 h.Estuvo muy enfermo cuando nació y sus padres recurrieron a la mediación del Nazareno. Este domingo, Thiago, que ya tiene seis años y se encuentra en perfecto estado de salud, desfiló detrás de un pequeño féretro blanco portado por sus familiares durante la procesión de As Mortaxas pobrense. La suya es solo una de las múltiples historias de vida que hay detrás de buena parte de las personas que se sumaron a un desfile que contó en esta ocasión con cinco ataúdes, tres infantiles y dos de adultos.
Tras uno de estos últimos caminaba una vecina de la localidad que sufrió el envite del covid. El virus que puso el mundo patas arriba la llevó a la unidad de cuidados intensivos, donde permaneció un par de largas semanas. Tanto ella como sus hijos le pidieron ayuda al Nazareno y, tras la recuperación, quisieron saldar la deuda.
Una abuela que ayudaba a alzar otro de los ataúdes infantiles explicaba que estaba allí para agradecerle al Cristo la ayuda que le prestó a su nieto: «Naceu con moitos problemas, ata tiveron que reanimalo, pero finalmente todo foi ben».
Son tantos los milagros que se le atribuyen al Divino Nazareno, que las calles de A Pobra volvieron a registrar una invasión de devotos, buena parte de ellos ataviados con túnicas moradas y portando velas. Hubo incluso quien realizó descalzo el recorrido, que se prolongó durante unas dos horas.
El momento más emotivo se produjo, como siempre, coincidiendo con la llegada de la imagen a la altura de A Covecha. Allí la procesión se paró y el suelo vibró al compás de una estruendosa traca de bombas. Hasta tres mil euros reunieron en esta ocasión los residentes en el lugar para garantizar la continuidad de una tradición que dura ya más de siete décadas.
Antes y después del covid
Y mientras el Nazareno miraba hacia el mar, un nutrido grupo de fieles acercaban a su túnica pañuelos, prendas de vestir, bolsos y hasta teléfonos móviles. «Despois de ver isto toda a vida, o que ocorreu os dous últimos anos foi moi impresionante». Lo decía emocionada una vecina que, como tantos otros, se alegraba de la vuelta de la procesión tras el parón propiciado por la pandemia.
El tradicional desfile regresó, pero sufrió las consecuencias del coronavirus: «Marcou un antes e un despois en todo, na procesión do Nazareno tamén», señalaba José García, quien preside la comisión de fiestas desde hace cuatro décadas. Como él, muchos esperaban un abarrote histórico que no se produjo y atribuía a los efectos de la pandemia que el número de fieles fuera incluso inferior al de las últimas ediciones.
Pese a ello, quedó claro que el Nazareno sigue moviendo montañas y que son muchos los que se aferran a él en busca de milagros que, a veces, se producen.