La carballeira de ese lugar de la parroquia de San Estevo do Campo volvió a llenarse de gente ávida de asistir a la segunda de las tres romerías por las que manda velar una tradición secular
22 sep 2022 . Actualizado a las 05:05 h.El 21 de septiembre no es un día más en A Mota. Da igual que sea laborable, y que coincida entre semana, como sucedió este miércoles. La carballeira de ese lugar de la parroquia de San Estevo do Campo, en Arzúa, volvió a llenarse de gente, ávida de asistir a la segunda de las tres romerías por las que manda velar una tradición secular. «O cura falaba que a festa pode datar do século XVII», comentaba ayer Salvador Rial. Este vecino de Sigüeiro, oriundo del municipio arzuano, es uno de los ocho paisanos que integran la comisión a la que le tocó retomar la romería, tras dos años sin celebrarse a causa de la pandemia. Rial no dudó en pedir el día en el trabajo porque, «isto para nós é unha relixión», ilustra para dar cuenta de la importancia que tiene para los lugareños la fecha, que festeja a San Mateo.
La romería en su honor es la originaria, pero, con los años, cogió fuerza la que se estableció el 24 de agosto para que los emigrantes que retornan en vacaciones puedan disfrutar de una jornada en familia, como la que vivieron este miércoles decenas de ellas. Y no solo de Arzúa. A la carballeira de A Mota se desplaza gente de los municipios del entorno, y hasta de A Coruña y Santiago. Como la familia de Concha Pereiro, que es, eso sí, natural del lugar. Más de veinte se reunieron ayer en torno a una buena comida de campo en un espacio que, como también ordena la tradición, reservaron detrás de la singular capilla del lugar. «Teño vido a marcar o sitio ata oito día antes», cuenta su marido, Domingo Garea, que, siendo niño, se desplazaba caminando, con sus padres, desde Frades para asistir a la romería campestre.
La mayoría de los romeros de A Mota llevan la vianda de casa para pasar la jornada, pero a la celebración no le falta, como en toda buena convocatoria popular que se precie, el pulpeiro. Representa al oficio desde hace tres décadas en la fiesta Pulpería Alicia, de O Carballiño, que, para servir a demanda, movilizó a diez trabajadores, con Quique Carral al frente. «É moi boa romaría, de traballar moito todo o día», apuntaba el hostelero, en el respiro que se tomó para contar cómo iba la jornada. Pasaban de las dos y media de la tarde. Daba comienzo la sesión vermú. Y mientras los romeros empezaban, sin prisa, a poner las mesas, en el aparcamiento controlado por la organización no dejaban de entrar coches. A tenor del número de vehículos alineados entre una ordenada plantación de castaños, Salvador Rial apuntaba unas 2.000 personas las reunidas ayer en A Mota. «Se fóra sábado, enchíamos», comentaba el hombre, que defendía, al hilo, que «a esencia da romaría é, sobre todo, non cambiala de día».El 28 de octubre se celebrará la tercera. Cae a viernes.