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Los cámpings de Ferrolterra, al ralentí

ANA F. CUBA VALDOVIÑO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Un campista alimenta a un bebé en las instalaciones de A Lagoa, en Valdoviño
Un campista alimenta a un bebé en las instalaciones de A Lagoa, en Valdoviño CESAR TOIMIL

El turismo nacional llenó las instalaciones en agosto, y en septiembre, ya con menor ocupación, tomó el relevo el mercado extranjero, que va a más

27 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El otoño de los cámpings de la comarca comenzó algo antes que el astronómico. Las instalaciones se llenaron entre mediados de julio y el veintitantos de agosto, cuando se inició un declive transitorio, que enlazó con los primeros días de septiembre, para volver a repuntar, aunque no con la fuerza del mes anterior. El turismo nacional se impuso en agosto y el mercado extranjero, con progresión creciente en los últimos años, tomó el relevo en septiembre, con menor ocupación.

«En general, creo que ha ido muy bien, recuperando las cifras de 2019. Empezó algo tarde en julio, porque la temporada escolar reduce cada vez más las vacaciones, y en septiembre cayó. Pero ha sido un año muy aceptable», valora Delfín Fidalgo, propietario del cámping Valdoviño, en el municipio homónimo, y presidente de la asociación gallega de este tipo de negocios. Este empresario detecta un aumento de la demanda de bungalós: «El futuro pasa por los lugares cerrados más que la acampada libre». Oferta unas 50 camas en 50 bungalós y planea ampliar, aunque se muestra cauto por cómo discurra el invierno: «No nos olvidemos de que tenemos una guerra».

El cámping Valdoviño estará operativo hasta el 12 de octubre y, si todo va bien, reabrirá en Semana Santa. «Ahora, por semana estamos al 25 o el 30 %, y los fines de semana se incrementa algo, depende del tiempo. Aquí, el turismo internacional, de Europa central, representa un porcentaje muy alto, y se ha comportado como antes de la pandemia, y en agosto, con el turismo nacional, también», explica Fidalgo. Sí advierte un menor gasto, «con un bajón sustancial del servicio de restauración, la gente escapaba de la carta y se iba al menú del día de forma generalizada».

El cámping Fragadeume, en Monfero, no cierra. Tras un verano de «mucha gente», la mayoría de distintos puntos de la Península y con estancias medias de cinco días, en septiembre las reservas se concentran en los fines de semana y casi todas son de extranjeros que viajan en autocaravana o de gallegos que han retrasado las vacaciones. Los holandeses son su principal clientela foránea, seguidos de alemanes o franceses. Carlos Tarazona, al frente del establecimiento, constata el interés por los bungalós (cuenta con 11), aunque mucha gente acudió en caravana con un vehículo para poder desplazarse por la zona: «Aprovecharon para conocer la comarca de Ferrolterra, A Coruña, Santiago... e incluso la playa de As Catedrais».

La proximidad de las Fragas do Eume supone un aliciente extra para acudir a estas instalaciones. «Hay gente que hace todas las rutas del parque natural, salen cuando amanece —indica Tarazona—, y tuvimos un grupo de Madrid, de aficionados al trial, que las hizo todas corriendo». En el cámping A Lagoa, en Valdoviño, en funcionamiento todo el año, el deporte reinante es el surf. De hecho, este verano alojaron a 40 chavales de entre 13 y 15 años de varios países europeos, que participaban en un campamento de surf, en colaboración con una escuela local. Para este tipo de clientes han montado cuatro tiendas-safari con cinco literas de dos personas cada una, que se suman a los dos bungalós glamping y las cuatro tiendas con cama y sofá-cama.

Benito Castro, uno de los responsables del establecimiento, cifra en más del 40 % la ocupación de este mes (desde el 25 de julio hasta los últimos días de agosto rondó el 100 %). Este ha sido su primer verano sin restricciones, puesto que empezó a funcionar en agosto de 2020, en plena pandemia. «Aun así, procuramos no pasar del 90 % de la capacidad [en personas], pero ya con todas las parcelas», indica.

En el cámping As Cabazas, situado en la playa de A Fragata, en Ferrol, la temporada finaliza el día 30. «Cada vez notamos que entran más extranjeros, en julio, en agosto y también ahora, y casi el 80 % viene en furgoneta», apunta Mamen Lago, encargada. La estancia media ha sido de una semana, con gente de la zona que se queda hasta tres meses, desde que abre, en junio, hasta ahora.

En Ares, O Raso (Seselle) ya está cerrado y O Parral, en Chanteiro, seguirá abierto todo el año. «Este verano ha sido más flojo que el pasado», señala José Guillermo Fojo Seijas, que está al frente del bar y del cámping.

Sin alternativas en la zona costera entre Viveiro y Valdoviño, pese a la demanda

La demanda no para de crecer, pero la oferta permanece casi estable. En una amplia franja costera del norte de Galicia, entre Viveiro y Valdoviño, no existe ningún cámping. En la oficina de turismo de Ortigueira —que carece de este servicio, igual que Mañón, Cariño o Cedeira— corroboran que mucha gente pregunta por este tipo de instalaciones. «Antes lo hacían incluso más, porque ahora tienen toda la información accesible desde el teléfono móvil», comentan.

A algunos visitantes les llama la atención que no exista ningún lugar habilitado para montar sus tiendas o pernoctar con caravanas, autocaravanas o furgonetas, y algunos muestran incluso su enfado por carecer de este tipo de servicio. Algún proyecto surgido en los últimos años se ha frustrado por los permisos.