Andriy Kulchynsky, alcalde de Truskawez: «Nuestras aguas sirven ahora para curar las heridas de la guerra»
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Ourense homenajeó al principal destino balneario de Ucrania en el arranque del Congreso Internacional de Turismo Termal
29 sep 2022 . Actualizado a las 09:55 h.La localidad ucraniana de Truskawez se convirtió en protagonista indiscutible en el arranque de la primera jornada del Congreso Internacional de Turismo Termal que se está celebrando en Ourense. Y no podía ser de otra forma ya que este municipio, con importantes manantiales e infraestructura termal, ubicada al oeste del país muy cerca de la frontera polaca, acudía a este certamen como invitado especial. De hecho Truskawez no formaba parte de la Asociación Europea de Ciudades Históricas Termales (EHTTA) que organiza este evento junto a la Diputación de Ourense y con el apoyo de la Organización Mundial del Turismo. Pero eso cambió precisamente ayer. Tras el discurso en el que su alcalde Andriy Kulchynsky recordó la historia de la ciudad. Habló de la milenaria tradición de sus aguas y sus múltiples aplicaciones terapéuticas y mostró, con ayuda de diapositivas, las infraestructuras que la han ido convertido a lo largo de los siglos en un referente turístico, tanto por su instalaciones balnearias como por la oferta de actividades al aire libre en un entorno de gran belleza paisajística o la de alojamientos que va desde las pequeñas villas tradicionales a los hoteles de cinco estrellas.
El regidor ucraniano —que aprovechó para agradecer la acogida de los compatriotas llegados a Ourense desde la región de Galitzia (a la que pertenece su ciudad) y la ayuda humanitaria recibida—, se llevó una sorpresa cuando la organización le entregó una certificación que integra a Truskawez en la asociación EHTTA, con exención por dos años del pago de la cuota que le correspondería aportar como miembro. También se la incorpora a la ruta de ciudades termales con patrimonio histórico certificada por el Consejo de Europa.
«Para nosotros esto es un punto de inflexión, la oportunidad de entrar a jugar en la primera división del turismo termal europeo», valoró Andriy Kulchynsky. Su ciudad era ya una potencia en el sector. Recibía unos 350.000 visitantes anuales con estancias medias de entre dos y tres semanas. «Antes del conflicto que estalló en 2014, la mayoría de los visitantes eran rusos. Llegaban unos 50.000 al año. Luego la tendencia fue cambiando y en el 2018 el contingente mayor eran polacos, que alcanzaron esas mismas cifras. Había también orígenes con menor presencia, como Moldavia, Azerbaiyán, Bielorrusia y otros que formaron parte de la órbita de la antigua Unión Soviética, aunque también en los últimos años se notó un crecimiento de visitantes procedentes de Alemania, Francia o Reino Unido» narra. Pero la invasión rusa de este año frenó en seco la llegada de turistas. «Entre el covid y ahora esta nueva invasión hemos pasado de 350.000 a cero», resume el alcalde. Obviamente esa caída pone en serios apuros el principal modo de vida de los vecinos. «El 80 % de la economía de la ciudad gira en torno al sector», matiza. Pero eso no implica que las instalaciones balnearias estén cerradas. «Estamos cambiando la orientación de los servicios. Tenemos un hospital militar muy grande, pero también acuden a la ciudad ucranianos de otras zonas más castigadas y que han estado viviendo con un nivel de estrés que es necesario tratar en un ambiente tranquilo. Seguimos curando pero nuestras aguas sirven ahora para las heridas de la guerra, las físicas y las otras. Acogemos a muchas personas que vienen y han salido de entre los escombros, en los puntos calientes, incluso con niños. Y estamos muy satisfechos de poder ofrecerles un lugar donde sentirse más a salvo, seguir la vida», explica. «Nuestras aguas tienen la capacidad de ayudarles a ellos y a otros que por el estrés han visto empeoradas sus patologías crónicas», concluye este regidor que, además, es médico, como 2.000 de los 32.000 vecinos que residen en esta ciudad balnearia ucraniana.
Jácome expresa en inglés sus dudas sobre el termalismo
La inauguración oficial del congreso de termalismo contó con la presencia de diversas autoridades. Entre los invitados estuvo el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, que aprovechó su discurso —que pronunció en inglés— para exponer sus dudas en torno al termalismo. Según dijo, en Ourense no se ha conseguido hacer rentable como ocurre en otras ciudades europeas, como Bath. Dijo que no es «pesimista, pero sí realista» y remarcó que el balneario de Mondariz estuvo «en bancarrota dos veces». Según subrayó, «el termalismo no es la gallina de los huevos de oro; sin embargo, es una mina de oro si sabemos dónde y cómo cavar». Él puso como ejemplo su proyecto de un parque acuático termal, para el que pidió la financiación de la Xunta, y alabó la idea de convertir la Diputación en un balneario. Precisamente, el presidente provincial, José Manuel Baltar, aprovechó el congreso para presentar ese proyecto y se mostró convencido de que el termalismo puede ser una «herramienta para la lucha contra la despoblación». Alfonso Rueda, presidente de la Xunta, calificó las aguas termales como un «tesoro líquido».