En el ayuntamiento de Pesoz, a caballo entre Galicia y Asturias, se esconde un rincón que relata, a través de sus vistas, la historia que dejó tras de sí la construcción del salto de Salime a mediados del siglo XIX
01 oct 2022 . Actualizado a las 21:02 h.Admirar el mundo desde las alturas es equiparable a un soplo de aire fresco en días grises. Una sensación que nos acerca a los animales y a la naturaleza, que nos descubre parajes singulares, únicos, llenos de imágenes por descubrir y sentir. Esto es lo que produce un viaje hasta la ventana del amor, escondida en el área recreativa de A Paicega, en el ayuntamiento asturiano de Pesoz.
A 20 kilómetros de la frontera natural que hay entre Galicia y Asturias, poco después de abandonar A Fonsagrada, el embalse de Grandas de Salime se hace con buena parte del paisaje que se percibe desde una carretera de montaña con vistas al infinito.
Historia
Además, la historia de A Paicega se remonta a la construcción del salto de Salime entre 1945 y 1955. Entonces, se crearon cuatro poblados para dar alojamiento a decenas de obreros que se desplazaron desde todos los puntos de la geografía para trabajar en la obra. Y uno de ellos se situó en esta área recreativa de montaña. Sus resquicios aún son visibles ya que sobreviven las carcasas de lo que en tiempos fueron modestas viviendas. Sin tejado ni ventanas, el hormigón dibuja la ya bautizada como ventana del amor, un lugar bucólico e inspirador aún desconocido.
A Paicega ha sobrevivido al paso de las décadas como el lugar más alto en el que vivieron los trabajadores que posibilitaron el salto de Salime, y que se trasladaron en 1946 a los 18 pabellones. Asimismo, la pequeña aldea que se conformó por aquel entonces incluía iglesia, economato con sección de panadería, escuela, barbería, cuartel de la Guardia Civil y un hórreo que servía como bar. Aunque en un principio los barracones estaban destinados a los trabajadores, el proyecto desembocó en la creación de viviendas unifamiliares.
Al concluir las obras del embalse, el idílico poblado cayó en desgracia hasta que acabó en ruinas, tal y como se puede ver a día de hoy. Ya en la década de 1990, la vieja iglesia se reconvirtió en cuadra para animales.
Pero hace un año, y a petición de los vecinos de la zona, el ayuntamiento de Pesoz compró la iglesia para rehabilitarla. Ahora, es un centro de interpretación, así como sede de numerosas asociaciones. Simultáneamente, se propuso la creación del esta área recreativa que permite a visitantes y locales descansar, comer o disfrutar del amor con unas vistas abismales.