Volando voy estrenó su octava temporada con un especial sobre la Rapa das Bestas de Sabucedo
05 oct 2022 . Actualizado a las 18:19 h.No hubo un alma en A Estrada que este martes no encendiese el televisor. El programa de Jesús Calleja, Volando voy, inauguraba su octava edición y lo hacía con un reportaje centrado en la Rapa das Bestas de Sabucedo (A Estrada) que el propio presentador calificó de histórico. No solo por mostrar una de las fiestas más antiguas de la península, sino también por ofrecer una galería de personajes irrepetibles que en el municipio son más que conocidos y que ahora han compartido su esencia con media España.
Uno de ellos es la tabernera y actriz Chelo do Rejo, que con su sensibilidad y su pasión por el rural cautivó a todo el país. Chelo hizo historia en el programa de Calleja al ser la primera persona que se subió en el helicóptero del presentador e hizo el viaje completo con los ojos cerrados. La estradense no abrió los párpados, pero durante el vuelo, sobrevolando su querida aldea, Pernaviva, puso voz a sus sentimientos. Contó anécdotas divertidas y también se emocionó hablando de los momentos más duros de su vida. «Una de las cosas que me gustaría volver a vivir es el tacto de mi madre, tocar su piel. Era la persona más maravillosa del mundo. En la vida, si siembras, recoges y mi madre sembró mucho», dijo. Chelo aprovechó la ocasión para hacer un homenaje en prime time a todas las mujeres de su aldea: «Todas ellas son poderosas, es una aldea muy matriarcal».
El ciclón de alegría, positivismo y ternura de Chelo do Rejo provocó una avalancha de reacciones en las redes sociales, que bulleron durante el programa. Hubo quien le agradeció que le alegrase el día, quien deseó estar a su lado las 24 horas del día los siete días de la semana y quien la animó a abrir su propio canal de YouTube para compartir su alegría con el mundo. Calleja reaccionó asegurando que la estradense «se merece un programa».
Otras de las entrevistadas que pusieron color al programa fueron las hermanas Torres Nogueira, muy conocidas en la comarca por haber destacado en un mundo esencialmente masculino. Cuatro de las cinco hermanas son palistas. Ellas y su madre contaron en el programa algunas anécdotas en relación con el oficio y con la familia.
También fue protagonista en el arranque de la nueva temporada el escultor y canteiro estradense Manuel Vilaverde, que exhibe una de sus obras en el Museo del Falo de Reikiavik. En el programa, Vilaverde cuenta cómo llegó el falo a la capital islandesa y muestra la galería de esculturas de su jardín de Arca, a veces irreverentes y siempre sorprendentes. El artista comparte con Calleja una de las anécdotas más divertidas de su vida: cuando, siendo adolescente, quiso surcar libre los aires y diseñó al estilo Leonardo da Vinci una máquina para volar. Era una especie de mochila con una hélice. El programa rescata las imágenes del batacazo monumental.
Con respecto a la Rapa, Calleja entrevista, entre otros, al presidente de la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo, Paulo Vicente, que explica la esencia de una fiesta en la que el cortado de las crines se lleva a cabo en el curro en medio de una limpia lucha cuerpo a cuerpo entre hombres y caballos. Paulo Vicente también se sube al helicóptero de Calleja, aunque menos emocionado que Chelo do Rejo. El vuelo se aprovecha para colaborar en la tarea de reunir a las bestas antes de su bajada al curro para la Rapa.
Como sucede siempre en Volando voy, el programa aporta alguna mejora a la comunidad que visita. En esta ocasión, el regalo fue una manga de madera de las que se emplean para conducir a los caballos uno a uno a un recinto en el que se sanean o se marcan con microchips. La manga fue elaborada por el alumnado del ciclo de Formación Profesional de Madeira e Moble del IES Antón Losada Diéguez, con los materiales financiados a medias por el Concello de A Estrada y el programa televisivo.
El apoteósico final del programa muestra al propio Jesús Calleja entrando en el curro y convirtiéndose en aloitador por unos momentos. El presentador llegó a emocionarse al vivir en primera persona semejante experiencia. Hasta el alcalde estradense, José López, soltó una lágrima.