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Fiebre de excursiones en Pontevedra: «Vinimos por el marisquito, pero lo mejor es que nos esté lloviendo en la cabeza»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

VEN A GALICIA

Con la Festa do Marisco de O Grove como telón de fondo, no hay metro cuadrado de la Boa Vila en la que este lunes no haya turistas ataviados con impermeables de colores

10 oct 2022 . Actualizado a las 14:20 h.

Que amplíen la famosa frase. La lluvia, al parecer, ya no solo es arte en Santiago de Compostela sino también en Pontevedra, sobre todo en tiempos de sequía. Al menos así lo entendían este lunes muchos de los turistas que recalaron en la Boa Vila, que celebraban que el cielo gallego se pusiese por fin a escupir agua, aunque eso les obligase a desempaquetar los impermeables coloridos que metieron en la maleta y a usar paraguas durante su visita a la ciudad. No hay metro cuadrado de la zona monumental pontevedresa que, en este lunes de otoño en el que la Festa do Marisco de O Grove todavía se mantiene en el calendario, no cuente con algún turista retratándose con sus monumentos. ¿Hay explosión de excursiones? «Pues claro que sí. La temporada aún no ha acabado y entre la Festa do Marisco y que cada vez viene más gente... es una pasada», decía el guía turístico Daniel Santos mientras explicaba la historia de la Plaza da Verdura a un grupo de americano. 

Chequeemos los puntos neurálgicos del excursionismo. Primero, la Peregrina. Entran ahí en escena Alejandra, Ángela y Patricia. Ellas son de un pueblo de Badajoz llamado Herrera del Duque, «la Siberia extremeña» aclaran ellas, y han venido a las Rías Baixas por la Festa do Marisco. Cuentan que están alojadas en Sanxenxo. Vienen totalmente equipadas con impermeables, y señalan: «Esperábamos que lloviese en Galicia y por fin ha sucedido... Vinimos por el marisquito, pero lo mejor es que nos esté lloviendo en la cabeza». No conocían la ciudad pontevedresa y les ha gustado.

Menos contentas se veía a un dúo de Conchis (madre e hija) que venían en una excursión procedente de Palencia. Alojadas en Sanxenxo, permanecían bajo el orballo en A Ferrería y señalaban: «La ciudad de Pontevedra nos ha parecido un poco triste, muy gris para nuestro gusto. Todas las casas muy iguales». Del viaje, se quedaban mejor con las playas de Sanxenxo y O Grove: «Ahí sí que hemos estado en nuestra salsa», afirmaban. 

La plaza de Méndez Núñez es, sin duda, otro de los puntos fuertes del excursionismo pontevedrés. Nadie quiere marcharse sin una foto de ganchete con Valle-Inclán. Este lunes, a media mañana, coincidían allí varios grupos. Uno de ellos era el formado por Rosario, Montse, Rosa, Esther y Ana, cinco jubiladas procedentes de Barcelona que llegaron a las Rías Baixas en una excursión en bus. Reconocían ellas que les sorprendió mucho todo lo que se encontraron: «Pensábamos que veníamos a Vigo... y de momento no hemos ido. Nos ha encantado la Festa do Marisco y Pontevedra, es una maravilla», decían. Allí estaba también un grupo de ocho amigos de Lorca (Murcia), un pueblo al que todo España miró en el 2011 por el grave terremoto que sufrió. Ellos, que contaban que sus casas se vieron afectadas por aquel episodio «para olvidar», hablaban precisamente de la importancia de la meteorología. Y señalaban: «Veníamos huyendo de la sequía de nuestra tierra y nos encanta que haya llovido en Galicia, aunque la verdad es que esto es solo el orballo, como vosotros le llamáis... ojalá llueva más». Están alojados en Mondariz y este lunes recorrían las Rías Baixas.

Los testimonios se completaban en la plaza de A Verdura, también tomada este lunes por los visitantes. Allí, el guía Daniel Santos se comunicaba en inglés con un grupo de excursionistas americanos. Estuvieron haciendo el Camino de Santiago y, a su término, se reconvirtieron en turistas para visitar todas las Rías Baixas. Santos, un estudiante de Historia pontevedrés que trabaja como guía turístico de forma autónoma, señalaba: «El Camino trae a mucha gente, la Festa do Marisco también... ahora mismo está Pontevedra llena de visitantes».