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La provincia de A Coruña cuenta con emblemas del brutalismo, la arquitectura cenicienta

Bea Abelairas
Bea Abelairas FERROL

VEN A GALICIA

Un estilo que nació hace 70 años y que, por fin, comienza a visibilizarse

02 ene 2023 . Actualizado a las 21:25 h.

El brutalismo es un estilo arquitectónico que nació en los años 50 y que en la provincia cuenta con obras emblemáticas. Lo bautizaron con este nombre tan expresivo, porque viene del francés betón brut (que significa hormigón crudo) y así era como el arquitecto Le Corbusier llamaba a su material favorito: el hormigón, que en una época crucial sirvió para reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial.

Ahora mismo es tendencia, al igual que el mobiliario con este acabado, pero durante más de 70 años ha sido un modelo constructivo desconocido para el gran público, una cenicienta. Incluso hay una página que se llama SOS Brutalism y que trata de convertirse en una base de datos para localizar edificios y ponerlos en valor, porque no es raro que muchos, como sucedió con el antiguo concesionario de la Mercedes, en la entrada de A Coruña, sucumban bajo la excavadora.

Un campus entero

En la ciudad herculina hay, además, todo un campus brutalista completo, que incluye las dos escuelas de arquitectura y el antiguo Colegio Universitario (hoy Facultad de Ciencias). «A pesar de las transformaciones que ha sufrido sigue siendo de las obras emblemáticas no solo en España, sino a nivel mundial —precisan desde la escuela de arquitectura—. Y, en ese sentido, sigue siendo prácticamente una desconocida». Cada vez menos, los nuevos proyectos de Inditex, por ejemplo, se empapan de las líneas depuradas de esta corriente.

Río reclama estudios de obras clave que hay en la provincia.
Río reclama estudios de obras clave que hay en la provincia. CESAR QUIAN

Antón S. Río Vázquez, profesor de Historia de la Arquitectura

«Todavía no existe una sensibilidad colectiva para reconocerlos y protegerlos por su valor»

Antonio S. Río Vázquez forma parte del departamento de Proyectos Arquitectónicos, Urbanismo y Composición de la Escuela Superior de Arquitectura, que está en un conjunto de edificios que es uno de los ejemplos de un movimiento arquitectónico que ha sido clave para la arquitectura gallega.

—¿Qué arquitectos introdujeron el brutalismo en la provincia?

—Aunque nació a mediados de los cincuenta en Inglaterra, su desarrollo y consolidación se produjo en los 60 y 70, extendiéndose por todo el mundo. A Coruña no será ajena a ese fenómeno, pues ya en esas décadas nos encontramos con obras que podemos calificar como brutalistas, proyectadas tanto por arquitectos gallegos, como Andrés Fernández-Albalat, Jorge Meijide o Alfredo Alcalá como por arquitectos de fuera que trabajan aquí, como Miguel Fisac, Antonio Vallejo o José Antonio Corrales.

—¿Está bien representado?

—Diría que sí, ya que nos encontramos con un buen conjunto de obras significativas en la provincia, concentradas sobre todo en las ciudades, pero que atienden a tipologías y usos muy diversos: conjuntos residenciales, centros de enseñanza, edificios fabriles, concesionarios de coches y lo que puede resultar más curioso: bastantes iglesias.

—Muchos edificios se derribaron...

—Como sucede con la mayor parte de la arquitectura moderna, son edificios que carecen de protección. Pueden sufrir muchos cambios, y fácilmente ser reemplazados por otros. Tampoco existe una sensibilidad colectiva para reconocerlos y protegerlos por su valor como emblema de una época.

—Lo curioso es que muchos proyectos actuales para espacios públicos o privados son precisamente de hormigón. Incluso el mobiliario es tendencia ¿Qué ventajas tiene a nivel estructural?

—El hormigón armado es un material que ya podemos considerar antiguo, y que se puede emplear de maneras y técnicas muy distintas. Su maleabilidad permite que adopte formas muy diferentes, y el brutalismo lo convierte en el material protagonista al hacer que los elementos estructurales sean también la imagen principal del edificio. Posee, además, una gran resistencia y durabilidad, lo que generaliza su uso.

—¿Tienen impacto en el entorno?

—El impacto no depende tanto del material o del tipo de estructura que se emplee. Atiende más a la escala de la intervención, al cuidado y al respeto con el que se haga. Es cierto que los edificios brutalistas buscan, en general, resaltar, alzarse muchas veces como hitos en el territorio y, por ese motivo, se trabaja principalmente la forma expresiva de la estructura.

—A veces puede que no se entienda cómo envejecen...

—Son obras que, con el paso del tiempo, van incorporando una pátina que suele complementar bien los acabados originales. También el crecimiento de la vegetación, pensada desde el proyecto, ayuda en ese proceso de madurez. La parte negativa es que una ausencia de mantenimiento o, lo que a veces es peor, uno inadecuado que no entienda lo singular de esos edificios, puede provocar daños irreparables. Sucede frecuentemente.

—¿Por qué no se protegen?

—Hay algunos registros recientes, trabajos que los ponen en valor, pero pocos alcanzan una catalogación efectiva para poder protegerlos. Precisamente la Escuela de Coruña fue de los pocos edificios que representó a España en la iniciativa SOS Brutalism, que buscaba reconocer, a nivel mundial, los valores de estas arquitecturas, muchas en peligro de desaparecer. Otro ejemplo: Domingo Tabuyo, el mayor exponente del brutalismo en A Coruña, carece de un estudio exhaustivo sobre su obra, con ejemplos como los escultóricos edificios industriales que encontramos al recorrer la N-VI o el desaparecido concesionario de Mercedes en la entrada de la ciudad.