El ourensano Javier Bolaño acaba de abrir su propia versión de la cafetería Afrodita, apostando por la oferta culinaria
22 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El ourensano Javier Bolaño tiene 25 años y su sueño profesional muy claro: «Me gustaría abrir mi propio restaurante». Pero sabe que las casas no se empiezan a construir por el tejado. Se metió en la hostelería con 17, edad en la que también se puso a estudiar Dirección de Cocina en la Escuela de Vilamarín. «Compaginaba estudiar y trabajar. Desde pequeño soñé con ser chef y dirigir mi propio espacio. Hice prácticas en Casa Solla, estuve en el Sanmiguel con Miguel González y trabajé en un montón de locales diferentes», cuenta. Todo con la intención de seguir mejorando y creciendo profesionalmente para emprender. Y entonces le surgió una oportunidad en su barrio que no pudo rechazar. «Estaba tomando un café con mi madre y nos comentaron que habían cerrado el Afrodita, aquí en la Residencia. Llevaba más de quince años abierto y es un local de diario, así que me dije ¿por qué no cogerlo para empezar?», cuenta. Y eso mismo es lo que hizo. Su proyecto está claro. «Quiero mantener el negocio que siempre fue el Afrodita y también potenciar un poco más su parte gastronómica», explica Javier. El ourensano se ha centrado en la cocina, que es lo suyo. Con las consumiciones pone buenos pinchos y tiene una pequeña carta con una selección de tapas, raciones y su plato del día. «Se trata de variar y ofrecer un producto bueno, sabroso y muy rico. Hago callos, lasaña, croquetas, triángulos de queso frito... todo casero y recién hecho», explica. Para los desayunos tiene tostas, de jamón serrano, de salmón ahumado, de aguacate... variadas y diferentes, que se suman a la bollería clásica. En Afrodita, Javier cuenta con una terracita en la parte trasera donde los viernes organiza conciertos y otras actividades. En breve tocará un magosto. «Quiero intentar hacer barrio, que la gente de esta calle —el bar está en Ramón Puga— se una y hagamos cosas juntos porque parece que al estar aquí el CHUO es un lugar de mucho tránsito pero no hay lugares de encuentro para los vecinos. Quiero que Afrodita sea una de ellos», añade. «Y luego ya vendrá mi restaurante. Ojalá», termina.