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El ansiado regreso de Antón, tótem del pueblo de Espasante

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

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Mónica (izquierda) y Rebeca, dos de las integrantes de la comisión, el viernes con el porco Antón
Mónica (izquierda) y Rebeca, dos de las integrantes de la comisión, el viernes con el porco Antón I. F.

La comisión mima al cerdo y trabaja duro para costear las fiestas del próximo mes de junio

17 mar 2023 . Actualizado a las 19:12 h.

En 2013, Agustín Maciñeira, Nelo, ya fallecido, hablaba de Antón como «un porco do século XXI». Explicaba así que el famoso gorrino de Espasante, con más de cien años de historia, ya no vagabundeaba solo por las calles del pueblo. Antes lo donaba un vecino a la comisión de fiestas y lo criaban entre todos, como recordaba entonces el hoy octogenario Modesto Alonso. Ahora, Antón, ausente durante dos años por la pandemia, se deja mimar por Mónica Méndez, Rebeca Lage, Sara Barro y Esther Ojea, las integrantes de la comisión de fiestas de San Antonio, nombrada en junio por la organización saliente, como manda la tradición.

Esta vez, el cerdo vino de una granja de la parroquia de Santa Cruz de Parga, en el municipio lucense de Guitiriz, por iniciativa de Javier de Rosende, que fue párroco de Espasante y decidió regalarles el animal. «Nos gustaban todos, eran tan bonitos, con aquellas caritas... pero la gente del pueblo dice que tiene que ser largo para que dé un buen cerdo, y escogimos este. Tenía dos meses y medio», cuenta Rebeca. Largo, orondo y lustroso. Así luce, cuatro meses después, el marrano, que espera con ansia el momento del desayuno, cuando una de sus cuatro guardianas abre la puerta de la pocilga y le da el desayuno, aderezado con una buena ración de caricias. El día lo pasa en el cercado, al aire libre, y se guarece en la cuadra cuando llueve. Hasta que alguna de sus cuidadoras regresa para servirle la cena y devolverlo al pequeño establo de piedra.

En verano, Antón se acostumbró al ajetreo y las visitas continuas de grandes y pequeños, que le surtían de todo tipo de alimentos a través de la malla de la finca. «Tuvimos que pedirle a la gente que no le diera comida porque iba a reventar», comentan. Aparte de bañarlo un par de veces, cuando el sol apretaba, Mónica, Rebeca, Sara y Esther le untaban el lomo con fotoprotector. Dos días lo sacaron a la playa, donde hozó y gozó como un marrano, asediado por niños y adultos en el arenal de A Concha.

De izquierda a derecha, Mónica, Esther, Sara y Rebeca, con el gorrino, al poco de llegar a Espasante, en verano
De izquierda a derecha, Mónica, Esther, Sara y Rebeca, con el gorrino, al poco de llegar a Espasante, en verano COMISIÓN DE FIESTAS SAN ANTONIO

Antón aparece en las camisetas, las bolsas, los abridores, las chapas, las pegatinas de vinilo y el resto de merchandising que vende la comisión para recabar fondos para las fiestas. Este año también se le ve en las rifas, en una fotografía de su predecesor de 1969, tomada por uno de los primeros turistas franceses que recalaron en Espasante. El 6 de enero será el sorteo del puerco, con los números de El Niño.

El Samaín, el 29 de octubre

La comisión trabaja duro para poder financiar las fiestas de San Antonio de 2023 (ya han tenido que contratar las orquestas), pidiendo por el vecindario, vendiendo lotería de Navidad y organizando celebraciones como la del Samaín, el 29 de octubre, con sesión vermú y vespertina con el dúo Zafiro, comida popular en la carpa, pasacalles con Los Mariachis del Pacífico y velada con el disyóquey Manuel Villasuso. Echa en falta más apoyo del Concello de Ortigueira y agradece el respaldo de la mayoría de los vecinos de Espasante. Con el dinero que sobre se organizará el San Roque. Todo gracias al gorrino, como apunta Rebeca: «Al final, quien hace las fiestas es Antón».