Así es la exposición en A Coruña de Steven Meisel, el visionario de la fotografía que inventó a las supermodelos
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La Fundación Marta Ortega Pérez inaugura este sábado una muestra sin precedentes en la trayectoria del creador neoyorquino en una nave portuaria intervenida como un espejo
19 nov 2022 . Actualizado a las 11:34 h.Un hombre orquesta, una imaginación prodigiosa, un niño de 12 años obsesionado con la moda que faltaba a clase a mediados de los 60 para fotografiar a las modelos a la salida de la grandes agencias de Nueva York, un ilustrador que no concebía ser fotógrafo porque los gays no podían ser fotógrafos, el hijo de una cantante y un representante de artistas capaz de urdir las farsas que fueran necesarias para conseguir lo que quería y convertirse, ya en la adolescencia, en una enciclopedia de la moda, un hombre extremadamente huidizo que apenas concedió media docena de entrevistas a pesar de haber tallado a su medida a las supermodelos que revolucionaron el mundo en los primeros 90. Steven Meisel, un clásico nacido en 1954, gigante en la historia de la fotografía de moda y el creador al que la presidenta de Inditex embarcó para exponer en A Coruña por primera vez una muestra de su obra. «No hay nada aparecido a esto. Él confía en Marta Ortega, la admira y sabe que en sus manos su obra está segura. Y así ha sido», explicó el agente del artista, Jimmy Moffat, este viernes en la inauguración de la exposición en el muelle de Batería.
La nave rehabilitada que acogió el invierno pasado el último montaje (y póstumo) de Peter Lindbergh se ha cubierto este otoño de una lámina de aluminio brillante con un estanque frente al mar para recrear, según reveló la arquitecta Elsa Urquijo, los espejos con los que Meisel trabaja con el objetivo de que las modelos puedan verse a sí mismas mientras reproducen los gestos que él les indica. Todas aprendieron de él. Eran adolescentes cuando se pusieron delante de su cámara. Linda Evangelista, Naomi Campbell, Carla Bruni, Claudia Schiffer, Stella Tennant, algo mayor Kristen McMenamy o Christy Turlington, que en el vídeo que introduce el montaje alude a este aprendizaje crucial. Él les enseñó a peinarse, a maquillarse, a moverse. «Tenía todo en la cabeza», repitieron esta mañana una y otra vez los guías y el equipo de organización. «Nunca trabajé con nadie que respetara tanto la moda», apuntó Turlington.
El recorrido se ciñe a 1993, un año muy fecundo al que Meisel llega después de la explosión de Sex, el polémico libro que hace con Madonna (desveló Moffat que fue el fotógrafo el que rechazó la idea inicial de montar una retrospectiva: «No estoy muerto», arguyó), y arranca con aquellas fotos robadas en la calle por el niño Meisel a maniquíes que hoy claramente de otra época.
A continuación cuelga una selección de las 28 portadas que publicó con Vogue aquel año de la mano de Franca Sozzani, eterna editora jefa de la edición italiana de la revista, filóloga y licenciada en filosofía, sin la que nada de esto hubiera ocurrido. Sozzani, una periodista valiente que llevó a la portada temas hasta entonces vetados (mareas negras, modelos negras o la obsesión por la cirugía), decidió confiar al neoyorquino todas las primeras páginas de la revista durante veinte años. Y ese espíritu fundacional, a veces experimental, a veces subversivo, atraviesa toda la sala, no solo en la modelo de Adidas que coquetea con la heroína en un garito o el grupo ruso en plena resaca de la caída del Muro. También en la androginia de las modelos, en la feminización de los hombres, que transitan del modelo tradicional encarnado por Marlon Richards (innegable hijo de Keith) a otro mucho más blando y lampiño, en el cuidado minucioso de la escenificación o en la torsión imposible de los cuerpos y los gestos estridentes de las mujeres, siguiendo las líneas que buscaba el también dibujante, se expresa un cambio de época.