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El balcón de Leonor, el más navideño de Santiago desde que se enciende en octubre

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Leonor Penas saluda desde su balcón, visible desde la Rúa Nova de Abaixo.
Leonor Penas saluda desde su balcón, visible desde la Rúa Nova de Abaixo. XOAN A. SOLER

A sus 89 años no ha fallado con la decoración ni una sola Navidad desde que vive en su piso del Ensanche

02 dic 2022 . Actualizado a las 21:00 h.

Leonor Penas Pardo es la vecina más navideña de Santiago de Compostela. No lo intenten, no pueden competir con ella. A sus 89 años, cada vez que se comienza a vislumbrar la Navidad, monta su particular ofrenda llenando su balcón y toda su casa de adornos navideños antes que nadie. Este año ya tenía todo listo nada menos que a mediados de octubre, cuando su balcón comenzó a llamar la atención de todos los viandantes que iban desde la plaza de Vigo a la Roxa por la rúa Nova de Abaixo a pesar de los cinco pisos de altura que tiene.

Doña Leonor llegó a Santiago hace muchos años por el fallecimiento de su marido siendo todavía joven. Esto le obligó a mudarse a la capital, donde su hijo estaba interno en un colegio, para sacar a la familia adelante trabajando como costurera y poder hacerse más compañía el uno al otro. Antes vivía en la plaza de Mazarelos, donde no tenía un lugar tan idóneo para poner sus adornos, pero desde que está en el Ensanche repite cada año en su balcón. «Aqueles non valían, eran moi grandes e non se me adaptaban ben, pero desde que estou aquí, póñoos sempre». En su piso de la rúa Santiago del Estero no ha fallado ni un solo año, al tener un espacio más resguardado de la lluvia que le permite decorarlo a gusto.

No pone más adornos porque no le caben, como su espíritu navideño, que termina por desbordar su vivienda de Santiago hasta invadir también la que tiene en Cira, su aldea natal, en Silleda: «Alá hai que lle quitar o sombreiro ao que montamos, porque teño unha terraza grandísima e podo poñer unha árbore grande alí no medio. E ademais teño un carro, todo adornado de plantas, e un hórreo…». El hórreo es una de sus pasiones, pues su reforma no termina al querer siempre tenerlo mejor que mejor. «Os obreiros dicíanme: “Dona Leonor, ten que parar, que así non imos rematar nunca a reforma!”, pero eu quería deixalo ao meu gusto». Resopla cuando piensa en lo que se gastó, pero merece la pena cuando ve que los turistas se detienen a su paso para hacerle fotos. Por supuesto, también lo decora en estas fechas «con cadros que facemos nós, bordados, e este ano imos ter un novo da Virxe da Cruz, que é como se lle chama ao lugar tamén».

Doña Leonor, junto a una fotografía del hórreo que tiene en su casa de Cira.
Doña Leonor, junto a una fotografía del hórreo que tiene en su casa de Cira. ANDRÉS VÁZQUEZ

El apego a esa casa suya de la aldea es muy grande, no solo por el hórreo, también por todo su jardín que le sirve como un remanso de paz. Lo aprovecha para colocar muchos más adornos navideños, al igual que el resto de la casa, que mantiene todo el año impecablemente decorada: «Eu teño todo á antiga, con camas de ferro, mantas do tear estampadas con eses colores tan rechamantes e cortinas de liño de estopa, e iso que teño vinte e pico ventás!». Recuerda de su aldea, Cira, la gran banda de música que había: «A min non hai outra que me guste coma aquela».

En la casa reúne a la familia, su orgullo, empezando por sus nietos, que durante todo el año están lejos de la abuela al trabajar en Madrid. Tiene su piso lleno de dibujos que ellos le dedicaron, enmarcados y colgados de las paredes. Esta Navidad los juntará de nuevo, como siempre, además de a su hijo Manolo, del que habla también maravillas. En este caso la reunión se celebrará en la casa de su nuera, en Ponteledesma, muy cerca de la suya: «Ao ser poucos e levarnos moi ben, pois naturalmente xuntámonos para o Nadal». Ahora bien, no sabe todavía el menú que tomarán, aunque asegura que tendrá, al menos, «un pouco de marisco e máis unha carniña». Tiene suerte, dice, por poder comer de todo y mantenerse en forma, «que aos meus anos é unha felicidade».