Papá Noel fue el protagonista y pudo abrazar a los niños por fin dos años después
03 dic 2022 . Actualizado a las 12:09 h.La ceremonia de encendido del alumbrado de Navidad se ha convertido ya en todo un acontecimiento. Lejos queda ya aquel pequeño fiasco, en las Navidades en las que Alberto Varela se estrenaba como alcalde, cuando el árbol no se encendió ante la sorpresa general. Ahora, se cuidan todos los detalles y el encendido se convierte en un espectáculo que arranca media hora antes y que se disfruta no solo en la plaza de Galicia, sino en las calles aledañas. Ayer, por ejemplo, fueron los integrantes de Troula los que llevaron su batucada y sus trajes iluminados por las rúas alrededores de la céntrica ágora.
Mientras, en la plaza de Galicia, Erea Hierro ejercía de maestra de ceremonias y aturaba al rebelde Rodelfo el elfo, que hacía de las suyas. La música era asunto de la Big Band de la Banda de Música de Vilagarcía. Con puntualidad inglesa, como no podía ser menos, llegó el trineo de Papá Noel a la plaza de Galicia y, poco a poco, el protagonista se fue acercando hacia el escenario entre una multitud de chavalada que tenían los ojos como platos. Lógico porque, como recordaron el alcalde Alberto Varela y el propio Papá Noel, muchos de ellos no habían tenido aún la oportunidad de participar en esta cita que abre las Navidades en Vilagarcía por la pandemia. Pero este año sí. Este año, como dijo Papá Noel en un gallego que domina a la perfección porque es políglota, «podemos bicarnos e podemos abrazarnos».
Afortunadamente, en Vilagarcía se obvió el hortera momento de la cuenta atrás que tan de moda se ha puesto ahora y fue Papá Noel quien arengó a las masas. En cuanto dijeran todos «En Vilagarcía xa é Nadal» el árbol se encendería. Y así sucedió. Hubo un par de segundos de incertidumbre, pero a estas alturas de la película está desde Ravella todo más que controlado para que no haya sustos, como aquel de hace siete años. Luego, por fin tras dos años, Papá Noel pudo abrazar y fotografiarse con la rapazada. Había ganas y hubo que organizar la fila. Pero también había paciencia y todo aquel que quiso pudo subirse y sentarse en su colo para contarle lo que le pedía. Zoe, por ejemplo, le dijo que quiere que le deje un balón de baloncesto. Entre tanto, la banda seguía tocando melodías navideñas. También sonó Mariah Carey, por supuesto. La gente, no solo los niños, bailaba y, aunque fuera solo un rato, parecía feliz.