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La ruta gallega de las mejores arepas

Tamara Rivas Núñez
Tamara Rivas REDACCIÓN

VEN A GALICIA

RAMÓN LEIRO

Recorremos la comunidad en busca de locales donde bordan a la perfección el bocadillo venezolano por excelencia

11 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada día son más los negocios, que en su mayoría impulsados por latinos que no vieron más solución que dejar atrás sus países de origen en busca de un futuro mejor, sirven a lo alto y ancho de la geografía gallega arepas, el bocadillo venezolano por excelencia, y que hasta hace unos años era un auténtico desconocido en Galicia. La nobleza de este plato es tal que su masa, elaborada con harina de maíz precocida, admite prácticamente todo tipo de ingredientes. Hay quienes optan por las arepas clásicas, pero otros negocios se han atrevido a ir un paso más allá y ofrecen rellenos de lo más originales con los que deleitar a sus clientes. Si te gusta este bocado, no dejes de visitar estos locales donde bordan las arepas a la perfección.

Caseritos (A Coruña)

Arepa la Reina Pepiada, en Caseritos (A Coruña).
Arepa la Reina Pepiada, en Caseritos (A Coruña). MARCOS MÍGUEZ

Empezaron sirviendo arepas como pincho, pero tal fue su popularidad y su demanda que hoy en día se han convertido en uno de los grandes reclamos de su carta. Son tan caseras que se preparan al momento. «Cada vez que piden una, hago la más, la pongo en la plancha y después va al horno. En la carta advertimos que tardan unos 20 minutos. Si quieres comer algo rápido, este no es tu plato», comenta con cierto humor Sophia Van Grieken, copropietaria de este negocio junto con su marido, Justo León. 

Aquí clavan la Reina pepiada, una arepa con mucha historia en Venezuela. Cuenta la leyenda que el nombre es en honor a la modelo venezolana Susana Duijim, que ganó el certamen de Miss Mundo en 1955. En Caseritos la rellenan con un pollo deshilachado que cocinan con mucho gusto, bien de aguacate, mayonesa, un toque de lima, queso gouda y algún condimento secreto que la hace irresistible. De los 150 gramos de peso de la masa en su estado inicial, una vez terminada se llega a casi medio kilo de puro sabor venezolano. «Ofrecemos la opción de hacerla con una masa de semillas y cereales», comenta la dueña. 

Y aunque cuando abrieron su negocio no tenían la idea de meterse de lleno en el mundo de las arepas —en la carta original las estrellas eran las hamburguesas caseras que aderezan con salsas propias y que resultan de lo más original—, desde que decidieron probar a servir el típico bocadillo de su país natal, ya no hubo marcha atrás. Mucho del ánimo les llegó de su vecino de local, Adrián Felípez, de A Taberna de Miga. «Le dimos una para probar y nos dijo que teníamos que meterlas en carta. Que estaban muy buenas y que era un plato todavía muy desconocido aquí», señala. Empezaron con dos, con la Reina peipiada y la de ternera mechada, pero la alta demanda hizo que ahora dispongan de una docena de arepas diferentes.

Margot, la chica de ayer (Vigo)

Arepa Pabellón del Margot, la chica de ayer (Vigo).
Arepa Pabellón del Margot, la chica de ayer (Vigo). XOAN CARLOS GIL

En este negocio familiar del centro vigués regentado por una madre y sus dos hijas —Amelia, Margarita e Ítala— han convertido el pabellón criollo, un plato que representa las tres grandes culturas venezolanas (europea, indígena y africana), en una de sus arepas con más tirón. Y aunque el arroz no aparece en este bocado, sí están presentes el resto de ingredientes: ternera mechada, alubias negras, plátano frito y queso blanco rallado. «Las preparamos a la plancha, pero damos también la opción de hacerlas fritas. Lo que pasa con las fritas es que, aunque están muy ricas también, se hacen más pesadas. No es algo que apetezca tomar todos los días. Además, a la plancha es más sana», señala entre risas Margarita Seoane.

Guisan la carne durante un mínimo de tres horas a una temperatura «muy baja para que quede blandita», después la mechan (deshilachan), y por último la mezclan con un sofrito de pimiento y cebolla que le aporta mucha gustosidad. 

XOAN CARLOS GIL

En su carta hay una docena de arepas distintas y sorprendentes. «Cada una tiene su público. Los vegetarianos tiran mucho por la Perico, que lleva huevos revueltos, tomate y cebolla. Y también tenemos una vegana con alubias negras, aguacate y plátano frito», enumera. Además de arepas tienen una carta de lo más golosa, con batidos, helados, smoothies, tartas y caprichos dulces que bien merecen una visita. 

A nosa taberna (Ourense)

Arepa Rumbera, en A nosa taberna (Ourense).
Arepa Rumbera, en A nosa taberna (Ourense). MIGUEL VILLAR

Las primas Tania de Abreu y Verónica Domínguez convirtieron una tradición navideña de su Venezuela natal en una de sus arepas con más éxito. Cuentan que en su país es habitual, cuando uno llega a casa el 25 de diciembre tras una noche de fiesta (rumba), meter dentro de este bocado tan venezolano las sobras de la cena de la noche anterior. Como homenaje a esta tradición crearon la Rumbera, que rellenan de un lacón asado en su jugo durante horas y acompañan de queso amarillo o blanco llanero, según la preferencia del cliente. «Las hacemos fritas. Nos gustan más así y a nuestros clientes también, pero podemos prepararlas a la plancha si lo prefieren», señalan. Le tienen cogido el punto a la carne para que salga perfecta. «El tiempo en el horno depende del peso de la pieza. Calculamos una hora por kilo en el horno. Como condimento únicamente lleva sal y ajo», explica la dueña. 

Abrieron su local hace ya siete años, y aunque empezaron sirviendo comida española, fueron los propios clientes los que las animaron a dar el cambio y enfocarse hacia la comida venezolana. «Fue un acierto. No se conocía mucho de las arepas y son un plato muy noble al que le puedes meter casi cualquier cosa y que puedes comer en cualquier momento, ya sea de desayuno, almuerzo o cena», sostiene. Además de las clásicas venezolanas como la Pelúa, la Sifrina o la Reina pepiada, elaboran otras con ingredientes más gallegos. «Tenemos una con queso de Arzúa, otra con jamón serrano, tomate y aceite y también con zorza. Y lo mejor es que gustan todas», afirma con orgullo.

Chemex (Culleredo)

Arepas en Chemex (Culleredo).
Arepas en Chemex (Culleredo). GONZALO BARRAL

Su cocina es cien por cien venezolana y las arepas su gran reclamo. «La Pelúa es la que más venta tiene y la hacemos como en las típicas areperas, asadas a la plancha», señala Beba Gruber, propietaria junto con su marido Jean Santos de este negocio de Culleredo que acaba de cumplir tres años. Lleva solo dos ingredientes, carne de ternera y queso gouda, pero en el modo de prepararlas reside el secreto de su sabor. La carne se cocina durante tres horas «para que alcance el punto perfecto y quede blandita» y se sazona una vez fuera con sofrito con pimiento, cebolla, ajo, el caldo de la cocción y un toque secreto que hace que quien lo pruebe sea capaz de cruzar el charco con cada bocado.

Su carta gusta a todo tipo de públicos, desde aquellos clientes que se acercan a probar sus platos por primera vez y se quedan atrapados por el sabor latino como a la amplia comunidad de emigrantes y retornados que hay en los alrededores. «Cuando prueban nuestras arepas nos dicen que les recuerdan a las que preparaban sus madres. Es un modo de revivir sus infancias y sus vidas en sus países de origen», comenta con cierta emoción la empresaria.

Además de arepas, ofrecen propuestas de diversas regiones de Venezuela que son unos grandes desconocidos aquí. «Tenemos cachapas, empanadas, patacón… En navidad preparamos platos típicos de esas fiestas como la hallaca o el pan de jamón», comenta. 

Le Coq (Santiago)

Arepa caprese de Le Coq (Santiago)
Arepa caprese de Le Coq (Santiago) PACO RODRÍGUEZ

Presumen de servir las mejores arepas de Santiago y los comentarios de sus clientes en las diferentes plataformas así lo avalan. «Las asamos al momento siguiendo la manera tradicional», explica Irene Zoco, propietaria de este local del ensanche compostelano que abrió sus puertas en marzo del 2017 apostando por una cocina de concepto diferente y una marcada personalidad con el pollo como elemento principal. Idearon su arepa caprese inspirándose en la típica ensalada italiana del mismo nombre y pensando en el público vegetariano, pero con el paso del tiempo se ha convertido en todo un must. Lleva queso trenza fresco artesanal, tomate recién cortado y un pesto de elaboración propia de lo más resultón.

No faltan en su carta otras más clásicas, como las que llevan pollo o carne mechada, o la de pernil. Cuentan con otras especialidades en su carta también de origen latino, como la hallaca, u otras propuestas más internacionales como los cubos de pollo crujientes al estilo americano. Si uno hace su pedido a través de su app o su página web se lleva un descuento directo del 10 %.

Galo (Lugo)

Arepas de ropa vieja del restaurante Galo (Lugo).
Arepas de ropa vieja del restaurante Galo (Lugo). ALBERTO LÓPEZ

El hit de este negocio de corte informal y estilo industrial son sus arepas de ropa vieja. Desde que las incluyeron en su carta la demanda fue tal que tuvieron que cambiar el modo de prepararlas y cambiar la plancha por la freidora. Su apariencia es de lo más original, con un agujero en el centro a modo de donut, algo que decidieron hacer para acelerar un poco más los tiempos de preparación. «Al principio hacíamos algunas versiones más, pero esta tuvo tanto éxito que nos quedamos con ellas. Los servicios son muy cañeros y decidimos hacerlas fritas. Además, el crocante les queda increíble», explica Ángel Fernández-Marzán, que junto a su suegro, Marcos García, abrió las puertas de este negocio especializado en pollo en abril de este mismo año.

ALBERTO LÓPEZ

Dentro lleva una mezcla de carnes de aguja y espaldilla de ternera gallega suprema certificada que cuecen acompañada de zanahoria, cebolla, puerro, pimienta negra, orégano y sal durante dos o tres horas. «Desde que hierve, la cocemos a fuego suave para que la carne no sufra. Después la retiramos y la deshacemos», comenta. Para que coja más sabor la pasan por un sofrito de esos bien concentrados elaborados con ajo, cebolla, tomate natural y el caldo de la carne. La finalizan con queso amarillo rallado al momento y la sirven acompañada de guasacaca, una salsa elaborada con ajo, mayonesa, pimiento verde, aguacate y nata, que aporta un frescor sublime. «Imposible quitarla de la carta es todo un hit», comenta.

Arepa's Gastrobar (Pontevedra)

Arepa Tovareña del Arepa's Gastrobar (Pontevedra).
Arepa Tovareña del Arepa's Gastrobar (Pontevedra). RAMÓN LEIRO

César Augusto Alarcón dejó Venezuela por «obligación» y tras pasar por Madrid, recaló hace tres años en una Pontevedra de la que nunca había oído hablar y en la que abrió su arepera gourmet mientras compagina sus estudios para convalidar la carrera de Derecho que estudió en su país. Para disfrutar de sus arepas hace falta tener un poco de paciencia, ya que cada una se elabora al momento, pero la espera merece la pena. «Si la quieren vuelta y vuelta, en dos minutos y medio está, pero si buscan un toque crocante, hace falta un poco más, unos cuatro», precisa. 

Ofrece arepas clásicas, pero también otras combinaciones de ingredientes propias a las que ha bautizado con nombres que rinden homenaje a diferentes lugares de Venezuela. Es el caso de la Tovareña, en honor a su pueblo natal, Tovar. La rellena con carne de dos sabrosos guisos, uno de falta de ternera y otro de pollo, y la termina con un queso que se elabora en Galicia siguiendo la receta venezolana. «Los tovareños somos gente inquieta, que no se queda quieta. Somos mixtos. De ahí el nombre de la arepa», comenta. La potencia de su sabor reside en un guiso por el que pasa la carne una vez cocida y deshilachada. «Lleva pimiento, cebolla, apio, ajo… pero tomate no. La carne se mezcla ahí unos 40 minutos hasta que quede bien jugosa», explica. Tanto para elaborar esta como cualquiera de las que tiene en carta va a diario al mercado para hacerse con los ingredientes necesarios para elaborar los rellenos. La Tovareña es una de las favoritas de sus clientes, pero le siguen de cerca otras como la Andina (perico de huevo, queso y aguacate), Llanera (Cerdo frito, queso, tomate y aguacate) y la Gran sabana (queso y plátano maduro frito).