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El Millennium, un «dedo de Dios» que volverá a alumbrar el Atlántico

Laura García del Valle
Laura G. del Valle

VEN A GALICIA

CESAR QUIAN

El próximo 30 de diciembre vuelve a iluminarse el monolito que supuso el punto y final del proyecto del paseo marítimo de A Coruña. Es su oportunidad, tras once años apagado, de convertirse de nuevo en un referente del turismo de la ciudad

29 dic 2022 . Actualizado a las 17:30 h.

El cambio de era tuvo un símbolo en A Coruña: el Millenium. Ahora se hablaría de hype para definir lo que hicieron las autoridades locales los días previos a la inauguración de este monolito, la noche del 31 de diciembre del 2000. Los doce bombillazos, que querían simular las campanadas de la Puerta del Sol, pretendían quedarse como un símbolo del Fin de Año en la ciudad herculina; tanto, que para animar la cosa, el Ayuntamiento repartió uvas y copas de cava gratis a los que se decidiesen por recibir el nuevo milenio en Labañou, a los pies de este obelisco.

Al redactor de La Voz Luís Pousa no le tembló el pulso cuando escribió, en su crónica del 29 de diciembre de aquel año, que el centralismo madrileño en Nochevieja había terminado. El sentimentalismo y la ingenuidad eran marca de la casa en la sociedad pretecnológica, y esos días se daba también por hecho un éxito que obligaría a retransmitir por televisión los bombillazos todos los años. El cambio de tiempo a última hora dejó una noche pasada por agua que deslució el que era uno de los grandes eventos de los últimos años en A Coruña. Solo los más intrépidos salieron del coche para descubrir el símbolo de la nueva etapa que se nos venía encima, y este parto a medio gas del «hermano moderno, imponente, de la torre de Hércules» se convirtió en el presagio de lo que acabaría pasando con el monolito obra de los arquitectos Antonio Desmonts y Gerardo Porto.

 El paseo marítimo fue, para muchos, el mejor legado que dejó Paco Vázquez a la ciudad de A Coruña, y el Millennium, un punto y final impecable para una obra que había comenzado veinte años atrás. Periodistas como César Casal le apodaron el «dedo de Dios», y a tal deidad se le pedía una cafetería a sus pies (nunca ocurrió), que se convirtiese en referente del turismo local y que acompañase a la torre de Hércules alumbrando el Atlántico.

En el 2011 comenzaron los achaques lumínicos, que nunca fueron prioritarios para el Concello, por lo que el pirulí fue perdiendo el fuelle que podía tener como pieza de interés cultural. Hasta ahora. El actual Gobierno local se ha comprometido a devolverle, sin tanta pompa, el papel que debió tener en el pasado, y el 30 de diciembre volverá a estar iluminado tras once años en stand by. Los trabajos de reparación del monolito comenzaron en junio, y algunos viandantes que paseaban por la zona hace unas semanas ya se encontraron con los 174 paneles de vidrio diseñados por el arquitecto Gerardo Porto luciendo como antaño.

Son seis las historias locales que se cuentan en este obelisco de cristal. Porto optó por representar al rey Alfonso IX, que fundó la ciudad en el siglo XIII; la partida de Carlos I de A Coruña para ser coronado emperador; los galeones que representan el espíritu emprendedor de los navegantes coruñeses; y las dos hazañas bélicas que hicieron célebre A Coruña en Europa: la gesta de María Pita ante el corsario Drake y la batalla de Elviña, en la que perdió la vida el general Moore. Las piezas para representar los pasajes más célebres de la ciudad llegaron de Holanda, aunque la materia prima era norteamericana.