Decenas de miles de personas disfrutan de un día de sol en la fiesta medieval que rememora el desembarco de Pinzón
04 mar 2023 . Actualizado a las 20:22 h.Y Baiona volvió a 1493. El municipio miñorano se ha convertido en una gran villa medieval que recrea de una manera muy festiva el tiempo en el que Martín Alonso Pinzón arribó a bordo de una Carabela Pinta muy maltrecha dando a conocer la noticia del descubrimiento de un Nuevo Mundo. Miles de personas abarrotan la villa turística para disfrutar de este hecho histórico tan singular y que ha servido de inspiración para una fiesta declarada de interés turístico nacional e internacional. Los visitantes han podido disfrutar por la mañana de un gran desfile medieval, combates e esgrima, tiro con arco y diversos espectáculos. Uno de los momentos más destacados será la representación de la obra teatral Arribada do Descubrimento en el escenario natural de la Praia Ribeira a las ocho de la tarde, que se repetirá el domingo a las 18.30 horas.
El viaje al pasado que Baiona propone durante el aniversario se ha ido ampliando a lo largo de sus 27 años de historia y, hoy en día, ocupa prácticamente toda la superficie del casco urbano. Cada zona tiene su propio carácter y los miles de visitantes lo podrán apreciar entre hoy y mañana. La zona gastronómica se encuentra en la Plaza de Santa Liberata, al margen de los puestos que los hosteleros abren en sus establecimientos. La zona de juegos para los niños se puede disfrutar en el parque de A Palma. Los canteros se encuentran en un lateral del convento de las Madres Dominicas, donde también hay una exposición de instrumentos de tortura. Los artesanos de oficios tradicionales están emplazados en la Plaza del Ayuntamiento, mientras que a lo largo de la calle Marqués de Quintanar hay decenas de puestos de artesanía, algunas de ellas con carácter solidario, como la de la Asociación Galega de Afectados de Esclerose Lateral Amiotrófica (Agadela).
En la plaza de Lorenzo de la Carrera, se encuentran reunidos los artesanos. Especialistas en talleres de cristal, oleiros, curtidos de piel, instrumentos musicales o cesteiros, entre otros, muestran en vivo cómo fabrican las piezas con sus propias manos. Allí se encuentra, por ejemplo, Antonio Añón Corral, de Alferería Lista, de Buña, realizando una demostración con un torno de pie tradicional mientras hace una taza. José Antonio, su padre, es quien le ha enseñado y quien le acompaña en las ferias. No son asiduos de las fiestas medievales. Solo acuden a la de Baiona y a la de Ribadavia porque son las más importantes. Afirma que lo que más se vende son miniaturas que la gente se lleva de recuerdo. Frente a su puesto, los niños juegan con barro en un improvisado taller que los ceramistas han colocado en la plaza para que estén entretenidos.
Otra artesana que muestra sus quehaceres en la plaza es Aída Fernández del Prado. Hace babuchas al estilo tradicional con una máquina de coser que ya tiene 98 años. Se la regalaron en Austria y la defiende como herramienta de trabajo «a capa y espada». Vende el calzado muy económico, a 14 euros el par, para que la gente se lo lleve para toda la familia. «Somos artesanos del pueblo y para el pueblo. Todo el mundo tiene derecho a usar artesanía sin gastarse un dineral. Nosotros no somos ricos, pero amamos nuestro trabajo», afirma. Trabajan en Madrid, País Vasco, Cantabria, Suiza y también sus babuchas rosaleiras y otras prendas se venden en la feria de Navidad de Viena. Siempre les acompañan tres perras. «Su trabajo es estarse quieta».
Otro artesano que es un fijo de la Arribada es Carliños, un cesteiro de Santa María de Oia, que atesora un oficio tradicional que se está perdiendo, el de la cestería, porque ya no resulta rentable. "Nos pagan por estar aquí, si tuviera que cobrar por un cesto que me ha llevado seis horas hacerlo, el precio se dispararía", afirma. Dentro de la Casa Consistorial puede contemplarse una exposición circular y didáctica sobre el proceso de fabricación del lino. Está realizada a base de piezas originales que Anxo Rodríguez Lemos ha recopilado en diferentes parroquias de Galicia. La pieza central es un antiguo telar en perfecto estado de conservación.
Pero la gastronomía es la parte más importante de la Arribada. Si por algo llegan miles de visitantes a Baiona durante estos días es para disfrutar de su oferta de tapeo en una gran cantidad de puestos. Los hosteleros de casco viejo colocan sus mostradores en el exterior. El pulpo, el churrasco, los bocadillos de criollo, las filloas o las tartas se sirven en abundancia. Natalia Potel, de la pulpería Loureiro, en la calle Conde, prepara un pulpo capturado en la ría de Arousa. «No me dura nada en la mesa, es espectacular», asegura. Vende las raciones de pulpo a 15 euros.
La zona gastronómica por excelencia es la plaza de Santa Liberata, cerca del campo de fútbol del Aral Fontiñas. Allí confluyen hosteleros profesionales con diferentes colectivos de Baiona que abren unas improvisadas tabernas al aire libre con el objetivo de recaudar fondos para sus propios fines. El club de fútbol Erizana, Baiña F.S., la asociación de danza Plie, la Sociedad Atlética Val Miñor o el Club de Baloncesto de Baiona se han sumado a la lucrativa labor de dar de comer a los visitantes. La zona también alberga a hosteleros de otros lugares de Galicia. Por ejemplo, de Carballiño llegó con su familia Óscar Conde cargados con 300 kilos de pulpo y 150 de churrasco para preparar en un solo día . «Según vaya pasando el día, estaremos a tope. Empezamos a picar el pulpo a las once y hasta las doce o una de la mañana», afirma. De Ferrol ha llegado Rubén con un horno integrado en un remolque del que salen bollos preñados de chorizo que venden a cuatro euros la unidad. «Llevamos años viniendo aquí y la verdad es que siempre nos va bastante bien. Nos vamos moviendo por todas las fiestas medievales de España», afirma.